El dilema de las posiciones cortas
Publicado por Expansión.com
El vaivíén permanente en el que se han instalado los mercados bursátiles ha reavivado el debate sobre el efecto de las posiciones bajistas. Esta operativa, que se popularizó tras el estallido de la crisis, es vista por las entidades financieras (los valores más castigados en el último año) como causante de su desplome.
Los principales bancos españoles han visto como diferentes inversores tomaban prestadas sus acciones (hasta un 33% de Popular, un 25% de Bankinter, un 12% de BBVA o un 9% de Santander) para apostar por su caída y lograr jugosos márgenes.
La naturaleza de los mercados alimenta las expectativas futuras sobre las empresas cotizadas, por lo que, mientras que cada vez más voces piden la supresión de las posiciones en corto, otras defienden que, de igual modo que no cabe limitar las subidas desaforadas de los valores bursátiles, tampoco debería ampararse la tentación de poner límites a los descensos de las bolsas.
No hay que olvidar que los jugadores bajistas asumen un importante riesgo, tambiíén consustancial a la bolsa. Esta realidad se encuentra difuminada por la evolución actual de las bolsas. Lo certifican casos recientes como el de la exagerada carrera alcista de las acciones de Volkswagen en plena crisis financiera, provocada por la salida masiva de inversores bajistas.
La operativa en corto puede haber contribuido al desplome de los mercados, pero habría que preguntarse hasta quíé punto el contexto bursátil seguiría siendo descendente sin ella. Más urgente que el debate sobre si esta práctica debe ser limitada o prohibida, es dotarla de mayor transparencia, especialmente de cara a los dueños cuyas acciones son prestadas y sobre la labor de los depositarios de los títulos que son puestos en príéstamo, en su mayoría entidades financieras extranjeras que operan con valores españoles.
Cabe reclamar al organismo encargado de la supervisión de los mercados, la CNMV, que eleve su control sobre aquellos inversores que empleen esta operativa. En este punto resurgen las dudas sobre la capacidad real del regulador bursátil para actuar con celeridad y contundencia.
Hasta ahora se ha limitado a obligar a los inversores bajistas a comunicar sus posiciones cuando superen un determinado umbral. Pero la tranquilidad sólo volverá a los mercados de la mano de la confianza y para eso la labor de la CNMV será determinante.