Por... Marta Lorena Salinas
Unas jóvenes se agreden físicamente, una lamenta su suerte en el hospital, las otras en la institución educativa prometen disculparse. Discusiones acaloradas de otros por las fotos que colgaron en el facebook, mensajes de texto con oprobios que llegan a un celular, relaciones en crisis por aquello que se puso en evidencia más allá de los límites, cámaras dispuestas para registrar lo íntimo, lo privado.
Voces autorizadas se levantan para preguntar quíé pasa, se interroga la noción de límite, se averigua por la intimidad, por la privacidad, se llama a los maestros a ejercer control, a las familias a ser vigilantes de los hijos, se buscan formas para bloquear páginas, se emprenden cruzadas para satanizar la red, las nuevas prácticas informáticas y los nuevos objetos textuales, se exacerba la nostalgia por el pasado.
Es necesario pensar cómo se afecta lo íntimo, lo privado, con este fenómeno contemporáneo de la revolución informática, la manera como íésta impulsa nuevas formas de ser, cómo exhibe otras subjetividades.
Divulgar lo íntimo, lo privado, nos está acostumbrando a su desaparición y si no hay nada privado nada es escandaloso, todo es posible. Parece que cuando no se exhibe algo no existe, no se figura, por supuesto lo que representa es una obligación sutil que es profundamente eficaz.
Se muestra lo privado porque es valioso, así sea banal, casi insulso, de tal forma se confundió con lo público, no tiene opuesto, lo íntimo era secreto, ahora es público en la red. Se cambian las puertas, las cortinas, las ventanas por la webcams, se muestra, se ilustra, se le quita espacio a la imaginación, a lo creativo.
Vaya si vivimos una metamorfosis de la cultura. Una avalancha que irrumpió en la vida cotidiana. Se podría intentar contenerla (bloqueos, prohibiciones) o se puede mirar de frente y educar tambiíén con ella. Y educar no sería otra cosa que buscar todo lo estíético, toda la belleza que puede tener para enseñar, para aprender, para distinguir entre lo íntimo, lo privado y lo público, para formar como tarea fundamental de la escuela.
Si aceptamos nuevas formas de ser y estar reconocemos que no es posible una esencia estática, que los márgenes son elásticos y cambian al amparo de la cultura.
Nunca tuvimos tantas formas y herramientas a nuestro alcance para dibujar las palabras: su ágil trazo, las formas novedosas en que los códigos adquieren usuarios. Hoy la Internet es una fuente de ideas, ideas de toda clase, fuertes y díébiles, profusas y pobres, ciertas y falsas. Es un medio para contar, para expresar libertades, para encontrar los resquicios abiertos que tambiíén exhiben su expresión estíética, por ejemplo, para que las formas tradicionales del gíénero epistolar lleguen con ropaje nuevo.
Definitivamente el camino no es la prohibición recurrente, la tendencia a poner una cosa en contra de otra ha ayudado poco en el espacio educativo. ¿Y si ponemos toda esta avalancha maravillosa y multimodal, llena de prácticas letradas vernáculas, al lado de las prácticas letradas dominantes, será posible tender puentes que comuniquen, que mantengan los territorios diferenciados pero con tránsito libre?