El riesgo de una intervención del Banco de España
Publicado en Expansión por por J.E.N. / M.M.
El proceso de reordenación financiera avanza. De manera irreversible pero lenta, las cajas de ahorros y el regulador siguen dados pasos para configurar el esperado nuevo mapa bancario.
Unicaja y CajaSur en Andalucía; Caixa Galicia y Caixanova en Galicia; o Caja Duero y España en Castilla León han protagonizado esta semana nuevos movimientos en el marco de una reestructuración que, iniciada por las cajas catalanas, presumiblemente concluirá a mediados del próximo año, pero sobre la que todavía quedan muchas incógnitas sobre cómo articularla en la práctica.
En este sentido, los expertos financieros aconsejan que mientras se estíé desarrollando la reordenación de las cajas, el Banco de España no debería llevar a cabo la intervención de ninguna entidad, por el elevado riesgo sistíémico que entrañaría esta medida. Si íésta se produjese en medio de la reconversión, argumentan los tíécnicos, se generaría desconfianza entre las cajas que están envueltas en procesos de integración, lo que sería perjudicial para la reordenación en España.
Por ello, y salvo causa de fuerza mayor, señalan que el supervisor encauzará todos los procesos de fusión e integración entre entidades con la mayor celeridad posible para, posteriormente, intervenir aquellas entidades que estíén en peor situación. En el sector financiero se apunta que hay muy pocas posibilidades de ver una nueva intervención, al menos antes de febrero.
Capital frente a activos
Pero si los expertos coinciden en que el supervisor debe intervenir despuíés de reestructurar, tambiíén tienen claro quíé criterio debe regir dicha reestructuración: el capital. Frente al acento que se ha puesto hasta ahora en el tamaño de las entidades, distintas voces del propio sector financiero recalcan que la reordenación bancaria sólo será exitosa si de ella salen entidades fuertes en recursos propios.
La crisis ha hecho de la dimensión de las entidades una fijación. A la banca le esperan años de menor negocio y menos rentable, con caídas de los volúmenes de críédito y de los márgenes. El sector va a tener que redoblar sus esfuerzos para ser rentable y, por ello, una de las consignas es crear entidades más grandes, en las que las sinergias y la reducción de costes permitan afrontar el nuevo escenario. Se han marcado, incluso, listones invisibles: los 50.000 millones en activos que, como mínimo, debería tener toda entidad resultante de cualquier integración.
En el mercado advierten, sin embargo, que el factor a vigilar es “la capitalización, ni siquiera la solvenciaâ€. Hay que crear una nueva generación de entidad holgadas en capital y reservas, con capacidad para afrontar riesgos presentes y futuros. Y si ya existen, que subsistan al margen de su tamaño. Lejos de forzarlas a ganar dimensión, los expertos creen que las entidades pequeñas bien capitalizadas, si no quieren crecer, pueden mantener su independencia y quedarse al margen de la reordenación sin que ello suponga una amenaza. El mensaje es claro: el tamaño es relevante; el capital, lo importante.
