España titubea a la hora de coger la puerta de salida de la crisis. El Gobierno es un fíérreo defensor de una economía “más competitiva, más innovadoraâ€, que conjugue altas dosis de progreso y productividad. Pero a la hora de comparar este modelo de crecimiento con la realidad saltan chispas. La primera descarga es íésta: el número de empleados públicos –el 85% funcionarios– supera en un 25% al total de efectivos que trabajan en la industria española.