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Autor Tema: El íºltimo secreto de Shamball  (Leído 1243 veces)

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El íºltimo secreto de Shamball
« en: Septiembre 28, 2010, 09:33:50 pm »
Más Allá de la Ciencia nº 255
Textos ílex Muniente


Las expediciones a Asia central realizadas por Nicolás Roerich y su familia permitieron a Occidente descubrir un mundo desconocido. Sin embargo, varios intereses conspiraron para ocultar cuanto averiguó acerca de Shamballa hasta que fuera el momento oportuno. Parece que ese momento se está acercando a pasos agigantados coincidiendo con el 75º aniversario de la firma del pacto internacional que lleva el nombre del viajero y pintor ruso.

“En el paí­s del Norte, en sus mesetas (...), viven seres de gran sabidurí­a. A este paí­s no puede llegar la gente común, ni sus mahatmas pueden bajar hoy desde las alturas. En su lugar, enví­an mensajeros para amonestar a los lí­deres de las naciones”. El comentario, procedente del Kanjur o Los anales azules tibetanos, fue tomado por Occidente como un cuento de hadas. Sin embargo, aquellas palabras bastaron para espolear a Nicolás Roerich (MíS ALLí, 15) (1874-1948) en la búsqueda del mito asiático por excelencia: Shamballa (MíS ALLí, 17). Arqueólogo, diplomático y artista polifacíético, nació entre la íélite aristocrática rusa, lo que le facilitó estudiar arte e historia orientales. La elección no fue casual, dado que desde su infancia mostraba una afinidad especial por el continente asiático. Una leyenda en concreto le llenaba de fascinación, el mito de Bielovodye o la Tierra de las Aguas Blancas, un lugar donde el tiempo no transcurrí­a y sus moradores viví­an en una virtual juventud eterna que constituí­a su misterio favorito. La temática se repetí­a en China, bajo el nombre de Kun Lun, y lo mismo sucedí­a en el Tí­bet con el apelativo de Kalapa, que significa “el reino oculto”.

Al comprobar que la historia se repetí­a por doquier, el interíés de Roerich creció hasta convertirse en un vivo deseo de averiguar quíé habí­a de cierto tras las leyendas. Por desgracia, la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa retrasaron sus planes. El íéxito de sus exposiciones de arte le permitió, no obstante, reunir los fondos suficientes para organizar una expedición en 1923. Oficialmente, los motivos del viaje consistí­an en el estudio de la flora y la fauna de la zona, siguiendo el consejo del cuerpo diplomático estadounidense. La bandera de este paí­s –le recomendaron– le servirí­a como enseña de protección. Su esposa Helena (MíS ALLí, 221) y su hijo Yuri, experto en lenguas orientales, se unieron a la expedición efectuando funciones logí­sticas. Durante cuatro años los exploradores recorrieron cerca de 25.000 km entre Tí­bet y Mongolia, partiendo de Bombay, para recalar en Darjeeling (MíS ALLí, 203), situada en el norte de la India. El propio Roerich pintó 500 lienzos y recogió numerosas muestras vegetales, fósiles y restos artí­sticos. La gran mayorí­a se perdió gracias a los esfuerzos del espionaje británico y las triquiñuelas del Gobierno chino. De cara a la galerí­a, el artista se retiró al valle de Kulu, cercano al Himalaya, donde fundó el Instituto Urusvati (“lucero del alba”, en sánscrito). En este centro de estudio se dedicó a llevar a cabo investigaciones relacionadas con la botánica, a traducir textos milenarios y a la arqueologí­a. Tambiíén puso en orden sus diarios y los editó hasta que le sorprendió la muerte.



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Re: El íºltimo secreto de Shamball
« Respuesta #1 en: Septiembre 28, 2010, 09:35:19 pm »
Consignas veladas


La versión completa de sus viajes no se publicó hasta 1996, y se hizo solamente en ruso, al margen de los escritos ya existentes. Para ser honestos, hay que decir que los textos resultan confusos para quienes desconozcan los rudimentos del misticismo oriental debido sobre todo a las vagas referencias que incorporan. Las tradiciones y las creencias autóctonas inundan cada capí­tulo casi en exclusiva. Tambiíén anotó algunas curiosidades como, por ejemplo, el descubrimiento de la supuesta tumba de Jesús en Srinagar (Cachemira, India). No muy lejos, en la ciudad de Kashgar se topó con la presunta lápida de Marí­a, que habí­a huido hasta allí­ a fin de evitar la persecución que sufrí­a. Los guí­as locales le dijeron que en ambos casos habí­an estado durante muchos años estudiando las enseñanzas de los grandes maestros. De vez en cuando Nicolás Roerich registraba información sobre ciertos sucesos anómalos: “Estamos presenciando un cuerpo voluminoso, esfíérico y más brillante que el Sol –relataba Roerich–, que vemos con claridad bajo el cielo azul moviíéndose con rapidez”.

Descripciones como esta se repetí­an con frecuencia conforme se iban adentrando en ciertos lugares, como Shamballa. Cualquier referencia directa a este lugar se omite, empero, en las obras de Roerich hasta su último diario, que se publicó pocos meses antes de que falleciera. En sus páginas transcribí­a una entrevista con un lama sin identificar, quien le instaba a guardar silencio de cuanto viese: “Solo la curiosidad os lleva a preguntar por algo que pronunciáis sin ningún respeto; esperad y trabajad con diligencia hasta que os llegue el mensaje. Entonces vuestra curiosidad se transformará en aprendizaje”, advirtió. Llegados a este punto, cabe preguntarse quiíén era el misterioso interlocutor. El mismí­simo Roerich daba a entender que era el IX Panchen Lama (segundo lí­der espiritual del budismo tibetano, tras el Dalai Lama), quien escapó del Tí­bet en 1923 por razones polí­ticas, aunque las pistas que brinda son demasiado endebles. Otra versión lo identifica con el abad del monasterio de Tashi Lumpo, famoso por sus enseñanzas esotíéricas. Y una tercera incluso le señala como un delegado de Shamballa. De nuevo hay que releer el último diario para conceder un mí­nimo de credibilidad a la última versión. Efectivamente, en las llanuras chinas un joven jinete suntuosamente ataviado abordó a la expedición y solicitó reunirse con Roerich a fin de advertirle contra un peligro inminente. Los dos departieron durante horas en la intimidad de una tienda, tras lo cual el visitante desapareció. El suceso fue confirmado a posteriori por Helena Roerich en varias entrevistas y, más tarde, por su hijo Yuri, quien lo citó en una obra biográfica. Por supuesto, Nicolás Roerich se tomó la molestia de describir al personaje fí­sicamente: rasgos euroasiáticos indefinidos y seis dedos en cada mano.

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Re: El íºltimo secreto de Shamball
« Respuesta #2 en: Septiembre 28, 2010, 09:38:12 pm »
¿Mensajero encubierto?


Por increí­ble que parezca, los hallazgos de la primera expedición de los Roerich apenas trascendieron fuera de la comunidad cientí­fica. En su faceta de estadista, a Roerich se le asocia fundamentalmente al pacto que lleva su nombre, firmado en abril de 1935 en Washington, en el que 35 paí­ses –entre ellos, EE.UU.– se comprometieron a preservar la cultura en tiempos de guerra. La iniciativa tení­a como sí­mbolo la Bandera de la Paz que el artista diseñó. Numerosos estudiosos del esoterismo relacionan el pacto Roerich con Shamballa asegurando que se generó desde allí­. En este sentido, estiman además que la verdadera tarea de Roerich consistió en dirigirse hacia aquel enclave para transmitir un mensaje a sus habitantes. Hoy por hoy, se admite que Roerich pertenecí­a a diversas hermandades iniciáticas, entre ellas la orden Rosacruz. Algunos de sus biógrafos señalan que a mediados de 1920 la masonerí­a estadounidense le invitó a viajar a Nueva York para vender sus cuadros. De paso, trabó amistad con cientí­ficos de la talla de los fí­sicos Albert Einstein y Robert A. Millikan.

“La primera expedición constituyó un intento de llevar un mensaje a los mahatmas del Himalaya”, explica el experto en filosofí­as orientales Michel Coquet. Desde esta óptica el encuentro descrito en los párrafos precedentes tiene su lógica, la misma, de hecho, que la que se refiere al encargo llevado a cabo por Roerich mediante el pacto bautizado con su nombre. No deja de sorprender que, frente a la abundante bibliografí­a relacionada con la primera expedición, brille por su ausencia la existente sobre la segunda. A finales de 1934 el entonces secretario de Agricultura de EE.UU., Henry Wallace, le propuso un segundo viaje con destino al desierto de Gobi (Mongolia). Huelga decir que Wallace era un miembro destacado de la Gran Logia Americana. Las intenciones públicas de la expedición obedecí­an de nuevo a criterios cientí­ficos. Entre bastidores, en cambio, la misión era transmitir otro mensaje a los mandatarios de Shamballa, según defendí­a en 1997 el escritor e investigador Carmelo Rí­os en un artí­culo aparecido en la revista Escuelas de Misterios.

De acuerdo con las tradiciones orientales, en ese lugar se escondí­a una “puerta trasera” que comunicaba con Shamballa. El contenido de la misiva, al parecer, consistí­a en pedir consejo para reconciliar ideológicamente las posturas de Estados Unidos y la antigua URSS. Aparentemente, Roerich fracasó en su objetivo, habida cuenta del rumbo que tomaron despuíés los acontecimientos mundiales. Las confusas descripciones que nos legó en sus diarios nada determinan, excepto la mera especulación.

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Re: El íºltimo secreto de Shamball
« Respuesta #3 en: Septiembre 28, 2010, 09:39:04 pm »
Augurios apocalí­pticos


Da la impresión de que Roerich obedeció al pie de la letra el principal mandato de los señores de Shamballa: cuanto más sepas y más cerca estíés de nosotros, más callarás. Por ende, jamás especificó si franqueó las puertas de este enclave ideal. Tampoco divulgó lo que sabí­a acerca de la vasta red de túneles que jalonan el subsuelo del Himalaya y sus alrededores, pese a que el instituto Urusvati se asienta sobre ella. Menos todaví­a habló, ni una palabra, sobre las profecí­as relacionadas con el futuro de nuestro planeta efectuadas por los habitantes del enclave. En las obras de Roerich hay claves que explican esta actitud: “Lo que se revele antes de tiempo producirá daños incalculables; la hora de Shamballa se acerca. Por ahora solo dejad que los sueños sean vuestra guí­a”. La única persona que estuvo cerca de desentrañar el enigma fue el escritor ruso –aunque afincado en Australia– Andrew Tomas, quien se entrevistó con Roerich meses antes del fallecimiento de este. En tono ambiguo, Roerich le confesó que la Chintamani habí­a sido devuelta a sus legí­timos propietarios y que disponí­an de medios para verlo todo, incluso lo que aún no habí­a sucedido. Cuando llegue el momento –anunció– se conocerá la verdad. Y quizá se está acercando ya ese momento, que está relacionado con el convulso clima polí­tico existente en la República Popular de China y el tratamiento que da Pekí­n a las minorí­as disidentes. Las filtraciones a travíés de monjes exiliados han generado un mosaico de vaticinios de í­ndole diversa. Todo ello sin prescindir de la sutil influencia de Shamballa. Los augurios no son precisamente halagí¼eños. Que en la próxima díécada China y la India se transformen en lí­deres mundiales y gobiernen de forma despótica al resto de la humanidad no resulta muy agradable. Tampoco lo es el empobrecimiento de Occidente ni que se acerque una íépoca de hambruna mundial, algo que, además, invita más al egoí­smo que a la solidaridad. Claro que en los perí­odos más sombrí­os el poder de Shamballa se asomará, con Rigden Jyepo a la cabeza, dispuesto a erradicar el mal que asuela la Tierra. La profecí­a indica que huestes de todo el planeta acudirán a su llamada y se unirán para combatir a la fuente de todos los problemas. ¿Quíé sucederá a continuación? Algo que recuerda sobremanera al Armagedón bí­blico, pero tambiíén al inicio de una nueva y fructí­fera era. “La visión de las profecí­as en Occidente es alarmante, pero deben estudiarse desde un prisma más espiritual –asegura el representante en España del XIV Dalai Lama, Thí¼bten Wangchen–.

Shamballa es real aunque sea invisible; es un estado personal de conciencia”. Para la civilización occidental, Shamballa es aún una quimera. En Oriente supone un puente entre lo terrenal y lo divino. Dos concepciones, dos mundos, condenados a entenderse.

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Re: El íºltimo secreto de Shamball
« Respuesta #4 en: Septiembre 28, 2010, 09:40:05 pm »
La bandera de la paz: sí­mbolo y estandarte



Asociada para siempre a Nicolás Roerich y su obra, la Bandera de la Paz recoge una ancestral tradición de unidad y armoní­a. Suele vincularse tambiíén a los templarios, a Cristo o San Nicolás de Bari, quienes la usaron como divisa de su compromiso con los más altos ideales. Las tres esferas que contiene simbolizan el presente, el pasado y el futuro, pero tambiíén el arte, la ciencia y la religión integrados en el cí­rculo de la eternidad

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Re: El íºltimo secreto de Shamball
« Respuesta #5 en: Septiembre 28, 2010, 09:55:43 pm »
Shangri-la: Pseudoshamballa



No pocos estudiosos identifican el topónimo Shangri-La (que significa “valle de la luna azul”) con Shamballa e incluso con los túneles subterráneos de Agartha. En realidad, es una invención del escritor James Milton, que la incluyó en su libro Horizontes perdidos, publicado en 1933.

Eso sí­, el propio autor siempre admitió que se inspiró en los viajes de Nicolás Roerich y en las descripciones que este ofrecí­a en sus diarios.

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Re: El íºltimo secreto de Shamball
« Respuesta #6 en: Septiembre 28, 2010, 09:57:34 pm »
Saint-Germain: ¿Miembro de la Fraternidad Blanca?


Nicolás Roerich señala en sus textos que una de las mayores sorpresas que le depararon sus viajes fue averiguar el paradero del mí­tico conde de Saint-Germain (MíS ALLí, 42). Según el misterioso lama que aparece en las obras de Roerich, el monasterio de Tashi Lumpo acogí­a en ocasiones a adeptos occidentales. “Uno de ellos es ese a quien llamáis SaintGermain”, precisó.

Este monasterio era la antesala para acceder a Shamballa. El propio SaintGermanin anunció en 1790 que se retiraba “a los Himalayas” y regresarí­a al cabo de 85 años para ayudar al mundo. La cita, recogida en un libro de memorias que escribió en 1845 su discí­pulo Franz Graffer, vení­a corroborada por testimonios fiables. Despuíés, como era costumbre en tan arcana biografí­a, su presencia se desvaneció de la vida pública. Por su parte, el mí­stico y esoterista Vicente Beltrán Anglada propone en su obra Shamballa la hipótesis de que Saint-Germain, tambiíén conocido como prí­ncipe Rackoczy, forma parte hoy de la Fraternidad Blanca.