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Autor Tema: El 'cerdito' se rompe: las familias comienzan a tirar del ahorro para poder  (Leído 290 veces)

Eguzki

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La crisis económica ha entrado en una nueva fase. La renta disponible de las familias cae con fuerza por la moderación de la remuneración de los asalariados y por la destrucción de empleo. Y, como consecuencia de ello, los hogares no tienen más remedio que tirar del colchón del ahorro para salir adelante. Lo puso ayer negro sobre blanco el Instituto Nacional de Estadí­stica (INE). Según sus datos, mientras que la renta disponible de los hogares retrocede un 1,5% en tíérminos anuales (primera caí­da en díécadas), el consumo crece con fuerza: un 5,9%.
La consecuencia de esta divergencia no puede ser otra que una intensa caí­da del ahorro. En el segundo trimestre del año se situó en el 16,2% de la renta disponible, lo que significa 1,5 puntos porcentuales menos que en el trimestre anterior. Aunque la cifra se sitúa todaví­a en niveles elevados, lo relevante es que frente a lo que ha sucedido en otros ciclos, la financiación del consumo coincide con un claro retroceso de la renta disponible de las familias, que hace apenas un trienio crecí­a cerca del 5%.

O expresado en otros tíérminos. Las familias ahorraron en el segundo trimestre del año 32.847 millones de euros, lo que supone 11.433 millones menos que en el trimestre anterior. En otros periodos históricos, el consumo se financiaba ví­a endeudamiento o mediante un aumento de la renta disponible gracias a la creación de empleo o la revalorización de los activos (principalmente vivienda), pero en estos momentos sólo el colchón del ahorro y las transferencias del Estado ví­a presupuestos (principalmente en desempleo) financian el incremento del consumo. El ‘efecto riqueza’ -por la revalorización del ladrillo- se ha evaporado de la economí­a española.

Aceleración del consumo

El otro factor que podrí­a explicar la aceleración del consumo podrí­a tener que ver con una súbita mejora de los indicadores de confianza de los hogares sobre el futuro de la economí­a; pero las cifras no van, precisamente, en esa dirección. El indicador de confianza del consumidor (diferencia entre opiniones positivas y negativas) se situó en el segundo trimestre en 22,9 puntos negativos, por encima de los 18,2 puntos registrados en el trimestre anterior. Es decir, que la confianza no sólo no se recuperó sino que se redujo un poco más.

El descenso de la renta disponible de las familias en lo que va de año es un hecho verdaderamente inusual. Incluso el propio Banco de España recordaba en su último informe anual que en 2009 -el año de mayor caí­da del PIB desde que en 1954 el INE comenzó a publicar la Contabilidad Nacional- la renta de los hogares creció un 1,1%. Y ello pese a la desaceleración de la remuneración por asalariado, la destrucción de empleo y el retroceso de los beneficios de los empresarios individuales. El banco central lo achacó al notable efecto expansivo de la polí­tica fiscal, a la disminución de los pagos netos por intereses y al descenso de la inflación, que contribuyeron a sostener las rentas familiares.
Todos estos impulsos son los que se han agotado en 2010. Los tipos de interíés han comenzado una suave pendiente alcista, la inflación ha repuntado hasta el 2% en septiembre y sólo las transferencias públicas ví­a desempleo son capaces de financiar una parte del consumo. De ahí­ que la subida del 5,9% del consumo en el segundo trimestre tenga tintes sorprendentes. La subida del IVA a partir del 1 de julio -al adelantarse muchas compras para pagar menos impuestos- puede explicar en parte esta aceleración del gasto de las familias, incompatible, como se ha dicho, con el descenso de la renta disponible.


La utilización del ahorro para financiar el consumo es, precisamente, el principal instrumento con que cuenta el Gobierno para impulsar el consumo en los próximos trimestres, habida cuenta de que no hay que esperar prácticamente nada del empleo o la remuneración de los asalariados. Esto es, al menos, lo que confesó el secretario de Estado de Economí­a, Josíé Manuel Campa, a un grupo de analistas antes del verano.

Y esto explica que en las previsiones para 2011 el Gobierno haya previsto un aumento del consumo privado de nada menos que el 1,8%, muy por encima de lo que estiman los principales institutos de coyuntura. Esa tasa -en un contexto macroeconómico extraordinariamente díébil- es, incluso, muy superior al 0,5% estimado para este año, lo que significa que sólo puede financiarse tirando de la hucha del ahorro.

Las previsiones del Servicio de Estudios del BBVA hablan de que la tasa de ahorro caerá este año hasta el 16,8% de la renta disponible; mientras que el año próximo descenderá todaví­a hasta el 15,7%. Lejos del 18,8% alcanzado el año pasado, pero muy por encima de los niveles medios del 11% registrados en los años inmediatamente anteriores a la crisis, y que marcan los niveles mí­nimos desde que en 1959 se pudo en marcha el Plan de Estabilización. Los niveles actuales de ahorro son similares a los que existí­an en los años 70, pero con una notable diferencia: el endeudamiento de las familias es hoy muy superior al que existí­a por aquel tiempo.


Tirar del ahorro para financiar el consumo es jugar con fuego en una economí­a como la española, que pese al brutal ajuste que ha sufrido en los dos últimos años aún registra un gigantesco díéficit exterior, lo que refleja una falta de recursos para financiar la economí­a. Salvo en el caso de los hogares. Durante el segundo trimestre, las familias tuvieron una capacidad de financiación de 18.227 millones de euros, un 6,7% del PIB. Ahora bien, como recuerda el INE, este montante es 8.793 millones de euros inferior al obtenido en el segundo trimestre de 2009.

Los datos de Estadí­stica reflejan que las necesidades de financiación de la economí­a frente al resto del mundo se situaron en el segundo trimestre del año en 11.664 millones de euros. Es decir, nada menor que el 4,3% del producto interior bruto, una díécima más que hace un año. Y eso que la economí­a se ha ajustado de forma notable.