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Autor Tema: España  (Leído 336 veces)

Rubican

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España
« en: Diciembre 02, 2010, 07:40:01 pm »
Por  Paul Krugman

Ahora mismo, lo mejor de los irlandeses es que son pocos. Por sí­ misma, Irlanda no puede hacer mucho daño a las perspectivas de Europa. Lo mismo puede decirse de Grecia y de Portugal, que es ampliamente considerado como la posible siguiente ficha de dominó. Pero luego está España. Los otros son las tapas, España es el plato principal.

    Lo sorprendente de España, desde una perspectiva estadounidense, es cuánto su historia económica nos recuerda a la nuestra. Como Estados Unidos, España experimentó una gran burbuja inmobiliaria, acompañada de un enorme aumento en la deuda del sector privado. Como Estados Unidos, España cayó en recesión cuando la burbuja estalló, y ha experimentado un aumento del desempleo. Y como Estados Unidos, España ha visto su díéficit presupuestario inflarse gracias al desplome de los ingresos y los gastos relacionados con la recesión.

    Pero a diferencia de EE UU, España está al borde de una crisis de la deuda. El Gobierno de EE UU no está teniendo problemas para financiar su díéficit, con tipos de interíés sobre la deuda federal a largo plazo de menos del 3%. España, por el contrario, ha visto dispararse el coste de sus príéstamos las últimas semanas, debido a los crecientes temores de un impago futuro.

    ¿Por quíé tiene España tantos problemas? En una palabra, es el euro. España fue uno de los adoptantes del euro más entusiastas allá en 1999, cuando la moneda fue introducida. Y por un tiempo las cosas parecí­an ir viento en popa: los fondos europeos llegaron a España, potenciando el gasto del sector privado, y la economí­a española experimentó un rápido crecimiento.

    A lo largo de los años buenos, por cierto, el Gobierno español aparecí­a como un modelo tanto de la responsabilidad fiscal como de la financiera: a diferencia de Grecia, logró superávits presupuestarios; y a diferencia de Irlanda, se esforzó (aunque con sólo un íéxito parcial) en regular sus bancos. A finales de 2007 la deuda pública de España, como porcentaje de la economí­a, era aproximadamente la mitad que la de Alemania, e incluso ahora los bancos españoles no están ni de lejos en el mal estado de los irlandeses.

    Pero los problemas se estaban desarrollando bajo la superficie. Durante el auge, los precios y los salarios crecieron más rápidamente en España que en el resto de Europa, ayudando a alimentar a un gran díéficit comercial. Y cuando estalló la burbuja, la industria española se quedó con los gastos que la hicieron poco competitiva frente a otras naciones.

    ¿Y ahora quíé? Si España todaví­a tuviera su propia moneda, como los Estados Unidos (o como Gran Bretaña, que comparte algunas de las mismas caracterí­sticas) podrí­a haber dejado caer que la moneda, por lo que su industria serí­a competitiva de nuevo. Pero con España en el euro, esa opción no está disponible. En su lugar, España debe lograr la “devaluación interna”: tiene que recortar los salarios y los precios hasta que sus costes estíén otra vez en lí­nea con los de sus vecinos.

    Y la devaluación interna es un asunto feo. Por un lado, es lento: normalmente hacen falta años de alto desempleo para empujar los salarios hacia abajo. Más allá de eso, la caí­da de los salarios significa caí­da de los ingresos, mientras que la deuda sigue siendo la misma. Así­, la devaluación interna empeora los problemas de endeudamiento del sector privado.

    Lo que significa todo esto para España son perspectivas económicas muy pobres para los próximos años. La recuperación de Estados Unidos ha sido decepcionante, especialmente en tíérminos de empleo, pero al menos hemos visto un cierto crecimiento, con el PIB real recuperando más o menos su punto más alto antes de la crisis, y podemos esperar razonablemente crecimiento futuro para ayudar a poner nuestro díéficit bajo control. España, por el contrario, no se ha recuperado en absoluto. Y la falta de recuperación se traduce en temores sobre el futuro fiscal de España.

    ¿Debe España tratar de salir de esta trampa dejando el euro y restableciendo su propia moneda? ¿Lo hará? La respuesta a ambas preguntas es: probablemente no. España estarí­a mejor ahora si nunca hubiera adoptado el euro, pero tratar de dejarlo crearí­a una enorme crisis bancaria, ya que los depositantes se apresurarí­an a trasladar su dinero a otra parte. A menos que haya una crisis bancaria catastrófica de todos modos (lo cual parece verosí­mil para Grecia y cada vez más posible en Irlanda, pero poco probable -aunque no imposible- para España) es difí­cil ver a cualquier Gobierno español tomar el riesgo de salirse del euro.

    Así­ que España es en realidad una prisionera del euro, que le deja sin ninguna opción buena. La buena noticia para Estados Unidos es que no estamos en esa clase de trampa: todaví­a tenemos nuestra propia moneda, con toda la flexibilidad que ello implica. Por cierto, tambiíén Gran Bretaña, cuyo díéficit y la deuda son comparables a los de España, pero que los inversores no ven como un riesgo de impago.

    La mala noticia para Estados Unidos es que una facción polí­tica de gran alcance está tratando de poner grilletes a la Reserva Federal, eliminando en la práctica la gran ventaja que tenemos sobre los sufridos españoles. Los ataques republicanos a la Fed -que exigen que deje de intentar promover la recuperación económica y se centre en mantener la fortaleza del dólar y en la lucha contra los riesgos imaginarios de la inflación – son algo así­ como pedir que voluntariamente nos encerremos en la prisión española. Esperemos que la Fed no escuche. Las cosas en Estados Unidos están mal, pero podrí­an estar mucho peor. Y si la facción dura monetarista se sale con la suya, lo estarán.

Paul Krugman es profesor de Economí­a en Princeton y premio Nobel de Economí­a 2008.
« Última modificación: Diciembre 02, 2010, 08:15:43 pm por Rubican »


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