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Autor Tema: Nassim Taleb: las compañí­as y los gobiernos demasiado grandes son el demonio  (Leído 305 veces)

Scientia

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Nassim Taleb: las compañí­as y los gobiernos demasiado grandes son el demonio

Fuente: elEconomista.es
 
El autor del famoso libro El cisne negro que anticipó la crisis financiera de 2008, Nassim Taleb, vuelve a la carga con una nueva publicación, La cama de Procusto. El gurú considera que tanto las grandes empresas como los grandes gobiernos deberí­an ser vistos como demonios que ponen en peligro al verdadero motor de la economí­a, las pymes.

Taleb afirma que hay que rechazar a los gobiernos que apoyan a las corporaciones "inconsistentes y corruptas" y que muchos de los problemas a los que se enfrenta la economí­a son de origen polí­tico. "El problema es que los republicanos aman las grandes empresas y los demócratas aman los grandes gobiernos. Yo odio ambos", indicó.

"Los dos son muy malos, particularmente los grandes gobiernos", señaló en una entrevista a la CNBC. "Acaban favoreciendo a las firmas de mayor tamaño y con muchos empleados. Esto mata el crecimiento de las pequeñas compañí­as que no pueden llegar a Washington, no pueden convertirse en lobbystas", añade.

Apostar por el pequeño
"Mi idea es que hay que enfocarse en el pequeño empresario. Las grandes corporaciones se vuelven frágiles y tarde o temprano necesitarán un rescate, mientras que ni las peluquerí­as ni los restaurantes reciben ayudas. Las tecnológicas de Silicon Valley no reciben ayudas... Pero no tienen lobbys en Washington", explica.

De ahí­ el mito que da tí­tulo al nuevo libro del experto. Procusto era un posadero ateniense que recortaba o estiraba los cuerpos de los que se hospedaban en su casa para que se ajustaran al tamaño de la cama. Se suele emplear como metáfora de la homogeneidad forzada y Taleb se sirve de íél para compararlo con el "establishment financiero".

"Están tratando de cambiar las variables equivocadas", señala, "en lugar de cambiar sus modelos o aceptar lí­mites en sus modelos, tienen la idea de su cabeza y el mundo se tiene que adaptar a ella", concluye.