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Autor Tema: Conociendo los lí­mites de la polí­tica monetaria...  (Leído 353 veces)

OCIN

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Conociendo los lí­mites de la polí­tica monetaria...
« en: Diciembre 19, 2010, 01:06:20 pm »
Por...   James A. Dorn

El intento de la Reserva Federal de estimular la economí­a creando otros $600.000 millones de dinero fiduciario es un acto de orgullo desmedido. Presume que unas cuantas personas sentadas alrededor de una mesa en Washington pueden determinar la cantidad óptima de dinero manipulando las tasas de interíés y asignando el críédito.

El intento de reducir el desempleo rebajando artificialmente las tasas de interíés sobre la deuda pública a plazos más largos, aumentando el apetito por el riesgo y empujando las expectativas de inflación hacia el objetivo de la Fed del 2%, está siendo liderado por “el mandato dual” de la Fed.

En virtud de la Ley Humphrey-Hawkins de 1978, la Reserva Federal está obligada a adoptar polí­ticas consistentes con el empleo pleno y la estabilidad de precios. Con la inflación baja pero el desempleo alto, la Fed espera que el estí­mulo monetario aumente el crecimiento económico y reduzca el desempleo.

El problema es que la polí­tica monetaria solo puede afectar permanentemente a las variables nominales.

En una reunión reciente en la Isla Jekyll (Georgia) para conmemorar el centenario del diseño en 1910 de la Reserva Federal, Ben Bernanke sonaba como Milton Friedman y dijo que el Premio Nobel de Economí­a respaldarí­a la segunda ronda de relajamiento cuantitativo conocida como QE2.

Al hacerlo, el gobernador de la Fed coincidió con la conclusión del columnista del Wall Street Journal, David Wessel: “la lógica de Friedman…es el argumento a favor de QE2”. Nada podrí­a estar más lejos de la verdad.

En un libro que yo editíé con Anna J. Schwartz, The Search for Stable Money (La búsqueda de dinero estable, Chicago, 1987), Friedman argumentaba a favor de abolir la Fed como la conocemos hoy en dí­a, congelar la base monetaria y permitir que las monedas privadas compitan junto con las escasas notas de la Reserva Federal.

Su antigua defensa de la libertad individual lo llevó a argumentar que “el poder de determinar la cantidad de dinero…es demasiado importante, demasiado penetrante, como para ser ejercido por unas cuantas personas, no importa quíé tan cí­vicas sean, si es que hay cualquier alternativa posible”.

Friedman miró más allá de las tácticas de la polí­tica monetaria, se concentró en la cuestión de la estrategia y concluyó: “Hasta que el marco monetario adecuado sea adoptado…no deberí­amos esperar que las buenas intenciones de los funcionarios de la Fed aseguren una moneda segura y sólida”.

Utilizar QE2 para monetizar la deuda pública —y de esa manera remover cualquier limitación al tamaño y crecimiento del Estado— no serí­a algo que Friedman respaldarí­a. í‰l entendí­a que el estí­mulo monetario no crea trabajos ni crecimiento económico, pero si aumenta el poder del Estado y reduce la libertad individual.

Utilizar la polí­tica monetaria para aumentar la inflación tambiíén es algo a lo que íél se opondrí­a marcadamente. El miedo de la Fed de una deflación no viene al caso; no estamos en la díécada de 1930 cuando la oferta de dinero se contrajo en un tercio entre 1929 y 1933. La hoja de balance de la Fed se ha expandido rápidamente de $800.000 millones en febrero de 2006 a $2,2 billones hoy. El nivel de precios está subiendo, no cayendo.

Planificar una inflación de 2% significa que el nivel promedio de los precios de las monedas aumentarí­a en 22% en 10 años y en 49% en 20 años —restándole valor al dólar. Eso no es una moneda sólida.

Friedman querí­a un marco monetario que resguardara el valor del dinero. No se oponí­a a una pequeña deflación que aumentase el poder de compra de la moneda como resultado de un crecimiento económico real y dinámico.

La estanflación de la díécada de 1970 deberí­a habernos enseñado que más inflación no significa menos desempleo. El gobernador de la Fed, Kevin Warsh, reconoce lo absurdo de depender de más estí­mulos monetarios para fomentar el crecimiento: “Dado lo que nos aqueja, medidas adicionales de polí­tica monetaria son malos sustitutos para polí­ticas pro-crecimiento más poderosas”.

La polí­tica monetaria estadounidense se ha convertido en una herramienta de la polí­tica fiscal y la incertidumbre caracteriza a ambas. Friedman preferí­a las reglas antes que la discreción en la conducta de la polí­tica monetaria y fiscal. Seguramente, íél estarí­a de acuerdo con Charles Plosser, presidente del Banco de la Reserva Federal de Philadelphia, quien recientemente dijo en la Conferencia Monetaria Anual de Cato: “Diseñar polí­ticas públicas sólidas requiere que nosotros comprendamos los lí­mites de lo que conocemos”.

Reconocer los lí­mites de nuestra habilidad de planificar y preveer el complejo sistema de mercado es un argumento a favor de las reglas y en contra de la discreción. La función del gobierno deberí­a ser la de proteger a las personas y a la propiedad —no la de fijar las tasas de interíés y asignar el críédito— de manera que un orden espontáneo de mercado pueda surgir y le permita a los individuos la máxima libertad para elegir. La libertad monetaria deberí­a ser parte de esa “constitución de libertad”, como F.A. Hayek la llamó.

El nuevo Congreso se enfrentará a grandes retos en cuanto a  reducir el tamaño y la envergadura del Estado. El mandato dual de la Fed deberí­a ser reconsiderado, tal como lo propusieron el representante del Partido Republicano Paul Ryan (Wisconsin) y otros; y el marco monetario en general deberí­a ser discutido.

El consejero del banco central de China, Xia Bin, correctamente advierte que “mientras el mundo no ejerza control sobre la emisión de monedas globales tales como el dólar, entonces la aparición de otra crisis es inevitable”.

A diferencia del clásico estándar de oro, no hay un mecanismo de retroalimentación de mercado para alinear la oferta de dinero puramente fiduciario con la demanda y, a la vez, mantener la estabilidad de precios a largo plazo.

Reconocer los lí­mites de la polí­tica monetaria y realizar audiencias acerca de un nuevo marco monetario serí­an pasos en la dirección correcta.



•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...