El BCE da un susto a las Bolsas
Por Cárpatos
Solemos usar a menudo la expresión ser un gorrón para referirnos a quien se aprovecha de determinadas situaciones para sacar beneficio. Su origen es antiguo e interesante. La explicación más aceptada es la referida a los estudiantes de la Universidad de Salamanca en el entorno del siglo XVII. A muchos de estos estudiantes se les llamaba capigorristas o capigorrones por la indumentaria habitual que solía ser una capa negra y tocados con un gran gorro. Escasos de recursos en ocasiones, llegaron a ser cíélebres por su desparpajo a la hora de conseguir comer gratis en muchos lugares, usando su ingenio y esgrimiendo excusas de lo más extraño.
Los mercados son un poco capigorristas. Como los estudiantes de aquella Salamanca, tambiíén tenemos siempre una excusa para justificar cualquier reacción bursátil, y a veces hay que reconocer que no está claro. Un servidor en muchas ocasiones ha tenido que hacer como los capigorristas y echarle algo de valor para encontrar explicaciones a las veleidades de las Bolsas, pero no es el caso de esta semana, ya que pocas veces hay razones tan contundentes para aclarar los recientes movimientos bajistas.
El BCE ha dado un susto como no se recordaba desde hace años. El BCE nunca se ha caracterizado por la habilidad que tienen otros bancos centrales para ir comunicando sus decisiones de forma anestíésica. Ha pillado por sorpresa a todo el mundo y su frase de 'no puedo asegurar nada pero podría ser que subiíéramos los tipos en julio' ha sido como una patada en el hígado, tanto para la Bolsa como para los bonos, y ha despertado los dormidos instintos alcistas del euro, lo cual no viene bien a las exportadoras europeas. Además, tal y como está la inflación, el BCE está interesado en dejarlo correr al alza. Por otro lado el viernes Mersch, miembro del consejo, afirmaba que el BCE 'se había contenido y no había subido tipos ya en junio para no alterar a los mercados'.
La rentabilidad de la deuda a dos años es ahora más alta que la de 10 años, por una diferencia no vista desde 1999. Esto anticipa recesiones y crecimiento díébil, aunque no siempre, o periodos de gran desconfianza.
Esta medida del BCE supuso un castigo extra para nuestra Bolsa, ya que los operadores entienden que con tipos más altos nuestra economía lo va a pasar peor que las demás, dada la burbuja inmobiliaria. Ya hacía tiempo que los inversores extranjeros tenían esta percepción, como se demuestra en el gráfico que representa (la línea roja central) el spread entre el Ibex y el Dax. Vean cómo desde marzo el spread sigue una tendencia bajista que de momento no tiene aspecto de terminar; es más, se ha acelerado tras los comentarios del BCE. Solo cuando el MACD dibujado abajo díé señal de señal de cruce al alza, podríamos esperar que el mercado español intente hacerlo mejor que la alemana.
Además, atención a la subida del petróleo, tras unos datos de reservas flojos, comentarios de Libia en el sentido de que el crudo iba a subir mucho más y de Morgan Stanley que habla de 150.
No han sido excusas frívolas de capigorristas las que ha usado la Bolsa para andar díébil. La visibilidad sigue siendo nula e invita refugiarse tras la barrera.