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Autor Tema: Bañuelos y Abánades, condenados a entenderse  (Leído 160 veces)

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Bañuelos y Abánades, condenados a entenderse
« en: Junio 29, 2012, 12:10:26 pm »
Bañuelos y Abánades, condenados a entenderse

Alberto Ortí­n publicado en Cinco Dí­as

No pueden ni verse. Pero no tienen más remedio que entenderse para evitar la peor de las soluciones, la entrada en concurso del grupo de construcción Rayet, primer accionista de la inmobiliaria cotizada Quabit, antigua Astroc.

Enrique Bañuelos, fundador de Astroc, y Fíélix Abánades, propietario de Rayet, negocian estos dí­as la refinanciación de la compañí­a de Abánades, con una deuda de 305 millones de euros. El empresario valenciano es uno de los principales acreedores de la compañí­a, con una deuda cercana a los 80 millones de euros. "No creo que ni siquiera lleguen a verse en la negociación de la deuda, delegarán en sus abogados", dicen fuentes cercanas a los empresarios, tal es la ojeriza que sienten el uno por el otro.

Además de Bañuelos, entidades financieras españolas son los principales acreedores de Rayet. De acuerdo a fuentes conocedoras del proceso, tanto los bancos como Bañuelos tienen la intención de refinanciar la deuda del grupo. De no hacerlo la compañí­a entrarí­a en concurso de acreedores, una solución que irí­a en contra de los intereses de todos.

"Bañuelos y Abánades están a punto de llegar a un acuerdo sobre la deuda de Rayet", dicen fuentes conocedoras de las negociaciones. "Tan malas, tan malas, no son las relaciones entre ambos", añaden, y aseguran que tambiíén "van por buen camino" las conversaciones con la banca acreedora.

La deuda de Abánades con Bañuelos proviene de la íépoca en la que el empresario de Guadalajara se hizo con el control de Astroc. La inmobiliaria salió a cotizar a mediados de 2006 a poco más de seis euros por acción y en unos meses alcanzó los 75 euros por tí­tulo. El 18 de abril de 2007 la compañí­a perdió más de un 40% de su valor en Bolsa: comenzaba el gran pinchazo de la burbuja inmobiliaria española.

A partir de entonces la familia Nozaleda y Fíélix Abánades fueron escalando posiciones en Astroc al tiempo que Bañuelos, propietario de la mayorí­a de las acciones a travíés de su sociedad CV Capital, reducí­a su participación.

En mayo de ese año el empresario valenciano anunció que dejaba la gestión de la compañí­a en manos de Nozaleda, propietario del grupo Nozar, y de Abánades. Los Nozaleda no pudieron aguantar la crisis financiera. Su fuerte apuesta por inmobiliarias españolas cotizadas, Astroc, Colonial y Reyal, derivó en la entrada en concurso de Nozar.

Abánades se hizo entonces con la mayorí­a de Astroc (en la actualidad posee el 45% de Quabit). Cambió el nombre de la empresa y fusionó sociedades de su propiedad con la inmobiliaria. Hoy cotiza a 0,05 euros por acción.

"Abánades creó Rayet haciíéndose cargo de una constructora que estaba a punto de quebrar; logró sacarla a flote, acertó haciíéndose con los terrenos y obras que rondaban la construcción del AVE a su paso por Guadalajara y tuvo íéxito", dice un conocido del presidente de Rayet. "Pensó que podrí­a hacer lo mismo con Astroc", añade.

En abril de 2008 Bañuelos y Abánades formalizaron la cesión de la totalidad del críédito que CV Capital mantení­a con Astroc por 277,9 millones de euros. En 2009 Abánades logró una quita de 115 millones y en la actualidad la deuda es de unos 80 millones.

Mientras que Abánades se quedaba en España al frente de Quabit, Bañuelos puso rumbo a Brasil, donde aplicando fórmulas similares a las empleadas en Astroc logró beneficios en el sector inmobiliario y en el agroalimentario. Hoy en dí­a, a travíés de la sociedad Vanguarda, está presente en Brasil, Londres y China.

"El innombrable", como conocen a Bañuelos los empleados de Abánades, ha regresado a España. Cuenta con una oficina en uno de los más exclusivos edificios del Paseo de la Castellana y ha adquirido recientemente el 28% de la cotizada tecnológica española Amper. Es solo el principio. Tras haber triunfado en Brasil vuelve a su paí­s de origen, inmerso en la mayor crisis económica vivida en democracia y donde los inversores son recibidos con alfombra roja.