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Autor Tema: Apocalipsis: ponga usted la fecha...  (Leído 276 veces)

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Apocalipsis: ponga usted la fecha...
« en: Octubre 06, 2012, 10:57:27 am »
Por...  Salvador Capote 


 

Estamos ya en el último trimestre del año y se acerca la fecha del 21-12-2012, en que –según la creencia de muchos ingenuos- habrá de cumplirse la profecí­a apocalí­ptica descubierta en las ruinas de una civilización prehispánica en Míéxico. En el Monumento de Tortuguero, lápida de piedra encontrada en un sitio arqueológico en los años 60, se describe a Bolon Yokte, dios maya asociado con la guerra, que regresa en esa fecha para dar tíérmino a un ciclo del tiempo.
 
En noviembre de 2011 se encontró otra pieza arqueológica donde aparece la misma fecha, reforzando el temor creado por la profecí­a. Sin embargo, algunos investigadores de las civilizaciones prehispánicas consideran que la inscripción que supuestamente contiene la profecí­a maya, es en realidad una creación azteca y medio milenio posterior a la cultura maya. Por otra parte, tambiíén en 2011, se encontró una pintura maya en la que el calendario se extiende más allá del año 2012. Además, la NASA afirma, basándose en datos cientí­ficos, que en diciembre próximo no habrá alineamientos extraños de los astros, ni desviaciones anormales del eje de la tierra, ni colisiones con otros planetas.
 
Las profecí­as acerca del fin del mundo han acompañado al hombre a travíés de la historia. Citaríé algunos ejemplos:
 
En el año 365, el obispo de Poitiers, Hilario, Doctor de la Iglesia, denunció que el fallecido emperador Constantino II habí­a sido el anticristo y, por tanto, se cumplirí­a la profecí­a bí­blica que anunciaba el fin de los tiempos.
 
El beato Joaquí­n de Fiore (1135-1202), monje italiano nacido en Calabria, predijo que el mundo tendrí­a su fin en 1260. Al no ocurrir este hecho, sus seguidores, los joaquinistas, establecieron una nueva fecha, 1290, y luego 1335 y, finalmente, 1378.
Inocencio III, Papa de 1198 a 1216, sumó el número de la bestia (666) a la fecha de fundación del Islam (622) y determinó que 1288 serí­a el año del fin del mundo.
 
La secta rusa de los “Antiguos Creyentes” predicó que en 1669 el mundo se acabarí­a. Para librarse del anticristo, 20,000 de sus fieles se suicidaron dándose fuego.
 
El pastor estadounidense William Miller (1782-1849) afirmó que el fin del mundo tendrí­a lugar el 21 de marzo de 1843. Al no cumplirse su profecí­a tuvo lugar lo que se conoce como “The Great Disappointment” (la gran decepción) pues sus seguidores, los “mileristas”, habí­an abandonado sus empleos y vendido todas sus propiedades, en preparación para el esperado regreso de Cristo.
 
Ellen White, la fundadora de los Adventistas del Síéptimo Dí­a, predijo varias fechas para el fin del mundo a partir de 1850; y Joseph Smith, el fundador de la iglesia mormona, afirmó en 1835 que Jesús regresarí­a en 56 años (1891).
 
Los Testigos de Jehová, despuíés de ejercicios de numerologí­a con el libro de Daniel de la Biblia, llegaron a la conclusión de que el mundo terminarí­a en 1914. Como no fue así­, señalaron nuevas fechas: 1915, 1918, 1920, 1925, 1941, 1975 y 1994. Ahora siguen advirtiendo la proximidad del Armagedón pero sin señalar una fecha determinada.
 
Otras predicciones han tenido como fundamento el estudio de las dimensiones de las pirámides egipcias. Tambiíén han surgido teorí­as relacionadas con el espacio exterior, una de las cuales señala que, despuíés del gran cataclismo, extraterrestres más avanzados, espiritual y tecnológicamente, vendrí­an a educar a los seres humanos sobrevivientes para crear un mudo de paz y armoní­a.
 
¿Quíé puede haber de cierto en todas estas predicciones apocalí­pticas? Ciertamente, lo que puede decidir el destino de la especie humana e incluso de todo el planeta Tierra, no son consideraciones esotíéricas basadas en libros sagrados o en leyendas de antiguas civilizaciones, ni tampoco hipotíéticas invasiones de extraterrestres.
 
 Lo que puede llevar y está llevando a una catástrofe de dimensiones apocalí­pticas es el sistema económico y social imperante, responsable de la contaminación de la atmósfera, de las aguas y de la tierra; que genera y es incapaz de resolver los problemas globales contemporáneos, como la desertificación, la extinción de miles de especies de la flora y de la fauna, la creciente escasez de agua potable, la falta de alimentos y la miseria y las enfermedades que afectan a una parte considerable de la población mundial.
 
Los mayores peligros para la supervivencia de la especie humana no son otros que la geopolí­tica imperial, la avaricia de las corporaciones, el poder sin lí­mites del complejo militar-industrial, y la existencia de armas nucleares y otras armas de destrucción masiva.
 
En un proceso que comenzó con el lanzamiento criminal de bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, el final del mundo en que vivimos no se relaciona ya con interpretaciones trasnochadas de la Biblia ni con cábalas o supersticiones sin base alguna racional, sino con la amenaza, completamente real y tangible, de las aventuras guerreristas en el Medio Oriente y otras regiones que pueden dar lugar fácilmente a una tercera guerra mundial. Una invasión a Irán, por ejemplo, podrí­a iniciar el conteo regresivo hacia el gran final, y usted o yo, sin ser profetas, podrí­amos entonces señalar la nueva y última fecha del Apocalipsis.

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"No síé con quíé armas se hará la III Guerra Mundial, lo que sí­ síé que la IV será con piedras y garrotes"  Albert Einstein


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...