Toca revisar a la baja. Cinco años despuíés del inicio de la crisis, Inditex vuelve a revisar su política de precios en los alquileres que paga por las tiendas que tiene en centros comerciales. El mejor y mayor inquilino del país, considerado un motor garantiza afluencia recurrente de clientes, inició a finales de 2012 un proceso de renegociación de sus condiciones, como reconocen el grueso de propietarios y gestores de grandes superficies. Una mala noticia para los arrendatarios, que como ya ocurriera durante 2009, la primer vez que tuvo lugar esta medida, están teniendo que ceder a la baja para amoldarse a las exigencias del gigante gallego.
Por si alguien en el sector comercial albergaba esperanzas, hace ahora justo un mes, con motivo de la presentación de resultados de 2012, el presidente de Inditex, Pablo Isla, anunció que la compañía no abrirá en 2013 ninguna nueva tienda en España. Nada que no supieran o intuyeran los propietarios de centros, que desde hace meses están teniendo que sentarse a negociar con el gigante textil para reformular los pliegos contractuales de los alquileres, introduciendo en la renta un pago variable, vinculado al nivel de ventas originadas por el establecimiento, y reduciendo el pago fijo mensual, según explican algunos de los caseros.
Los números mandan. Al margen de posibles reubicaciones y cambios de formatos, opciones que siempre se barajan antes de cerrar una tienda, las ventas de Inditex en el conjunto del país cayeron un 5% en 2012. Independientemente del efecto negativo que haya podido tener la subida del IVA que entró en vigor tras el verano, Isla reconoció en su presentación que España sigue estando en una situación "difícil", más allá de que puedan existir signos que inviten a ser "un poco optimistas". Y en ese contexto, en cuento las cuentas de 2012 estaban ya perfiladas, los de Arteixo comenzaron a revisar su política de gastos comerciales.
"No es la primera vez que ocurre", explica un operador internacional, que recuerda cómo durante los últimos años se ha especulado en el sector con la posibilidad de que hubiera un cierre significativo de tiendas. "Cerrará algunas tiendas, como otros muchos. En el mercado local tendrá que reducir por su gran desarrollo y expansión original en España. Además, su foco desde hace tiempo es internacional". Como con cualquier actividad económica, en un mercado al alza, casi cualquiera de los formatos comerciales de Inditex era garantía de íéxito, sin embargo ahora "va arbitrando distintas condiciones con cada una de las marcas".
Para sorpresa de algunos propietarios y gestores, Inditex mantiene una política comercial bastante exigente a pesar de la crisis. De acuerdo con la versión de los caseros de Zara, Bershka, Oysho, Stradivarius o Pull&Bear, la compañía gallega exige a cada establecimiento de un centro comercial una rentabilidad mínima del 8%. A partir de ese umbral, el punto de venta está sujeto a revisión, bien para cambiar de formato o emplazamiento, bien para reducir su tamaño o directamente para cerrar, como ha ocurrido recientemente con todas las marcas que explotaba en el centro comercial coruñíés Dolce Vita o en el logroñíés Centro Rioja.
En algunos casos, sobre todo para parques de medianas y centros comerciales secundarios, estas magnitudes de rentabilidad son inalcanzables y la posible marcha de las marcas de Inditex, aún ganando dinero, puede precipitar su ocaso al provocar un "efecto dominó" sobre el resto de operadores. Otros, sin embargo, ven lógico el proceso. "Las ventas están cayendo", afirma otro de sus caseros. "En las tiendas rentables se está renegociando. Sólo cierran allí donde pierden dinero. Están ajustando su plan de rentabilidad y eso hace que vayan tienda a tienda, marca a marca, no es un proceso global de negociación".
Entre superficie propia y alquilada, Inditex gestiona cerca de tres millones de metros cuadrados de superficie comercial, repartidos en más de 5.500 tiendas a lo largo de 82 mercados distintos, donde España representa un 21% sobre un total de ventas de 16.000 millones de euros. Dentro de estas magnitudes, la partida de arrendamientos operativos supera los 1.400 millones de euros anuales, un coste creciente fruto de la dinámica global de aperturas y lanzamientos. Para el mercado español, sin embargo, la directriz es que los costes por alquileres se ajusten en la medida de lo posible a la capacidad de ventas de cada tienda y marca.