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PEKíN .– Cuando descendió el mazo en una subasta nocturna durante la primera venta de primavera de China Guardian en mayo de 2011, “íguila parada sobre un pinoâ€, una pintura a tinta de Qi Baishi, uno de los maestros del siglo XX de China, había alcanzado un precio asombroso: 65.4 millones de dólares. Ninguna pintura china había obtenido tanto en una subasta y, para finales del año, la venta parecía tener implicaciones mundiales, ayudando a China a superar a Estados Unidos como el mayor mercado de arte y subastas del mundo. Pero dos años despuíés de la subasta, la obra maestra de Qi Baishi sigue languideciendo en un almacíén en Pekín. El licitador ganador se ha negado a pagar por la obra ya que hay dudas sobre su autenticidad.
Los compradores tampoco pagaron la segunda obra más costosa reportada como vendida en esa sesión, y de manera similar se negaron a pagar por las tercera, cuarta, sexta y novena obras más caras; un patrón asombroso de negación de pago que se ha repetido en las casas de subastas en todo el país.
“El mercado está en una etapa muy dudosaâ€, dijo Alexander Zacke, un experto en arte asiático que dirige Auctionata, una casa de subastas en línea internacional. “Nadie tomará los resultados en la China continental con mucha seriedadâ€.
Igual de problemático es el hecho de que el mercado está inundado de falsificaciones, a menudo producidas en masa, y se ha convertido en semillero de corrupción, a medida que los ejecutivos de empresas tratan de congraciarse con funcionarios sobornándolos con arte.
El fraude ciertamente no es raro en el mundo del arte internacional, pero expertos advierten que el mercado aquí es particularmente vulnerable porque, como muchas industrias en China, se ha extendido con demasiada rapidez para que los reguladores le sigan el paso.
De hecho, pocas áreas de negocios ofrecen una visión tan reveladora del avance a trompicones de esta sociedad socialista hacia el capitalismo como el mercado del arte. Como muchos negocios de lujo en China, la explosión de compradores de arte aquí ha sido alimentada por el consumismo reprimidode los nuevos ricos. La demanda es tan grande que, el año pasado, en un país que apenas tenia un mercado del arte hace dos díécadas, los ingresos de subastas reportados subieron 900 por ciento respecto de 2003, a 8 mil 900 millones de dólares. (El mercado de subastas de Estados Unidos para 2012 fue de 8 mil 100 millones de dólares.)
Aunque los hábitos de compra de productos de lujo en China a menudo imita a los de Occidente, la demanda de arte refleja gustos singularmente chinos. Mientras el resto del mundo hacer ofertas por obras de Pollock y Rothko, los compradores chinos típicamente buscan piezas chinas tradicionales, algunas de maestros del siglo XV, y otras de artistas modernos, como Zhang Daqian, uno de muchos que han elegido trabajar en ese estilo antiguo. Incluso hoy, el nombre de Zhang, un artista del siglo XX conocido por sus paisajes, difícilmente se registra internacionalmente fuera de los círculos de coleccionistas, aunque en los últimos años se ha unido a Picasso y Warhol como uno de los artistas de mejores ventas en el mundo.
Esta veneración por el pasado cultural ahora está contribuyendo en gran medida al aumento en las falsificaciones. Los artistas aquí están entrenados para imitar a los viejos maestros chinos, y rutinariamente producen copias de alta calidad de pinturas y otras obras, como artefactos de cerámica y jade. Esa tradición se ha cruzado con el mercado del arte recientemente lucrativo, en el cual las reproducciones que tantos tienen la habilidad de crear a menudo se ofrecen como reales. Sería difícil crear un ambiente más fíértil para la proliferación de falsificaciones.
“Este es el desafío actualmenteâ€, dijo Wang Yannan, el presidente y director de China Guardian, la segunda casa de subastas más grande de la nación. “En la mente de todos los chinos, la primera pregunta es si es una falsificaciónâ€.
Durante años, gran parte de las falsificaciones pasaron inadvertidas ya que las obras pasaban de un comprador a otro, y sus precios se disparaban. Pero, cada vez más, los escándalos de alto perfil están exponiendo la amplitud de las falsificaciones y sembrando dudas sobre el mercado en general. En un caso, hace tres años, una pintura al óleo atribuida al artista del siglo XX, Xu Beihong, que se vendió en subasta por más de 10 millones de dólares, resultó haber sido producida 30 años despuíés de la muerte del artista por un estudiante durante un ejercicio de clase en una de las principales academias de arte de China.
Incluso más embarazosa fue la decisión del gobierno el año pasado de cerrar un museo privado en Hebei debido a las sospechas de que casi todo en íél – los 40 mil artefactos, incluido un jarrón de porcelana de la dinastía Tang – era falso.
“Siempre ha habido falsificaciones en el mercado, pero es cuestión de proporciónâ€, señaló Robert D. Mowry, un ex curador de arte asiáticos en Harvard que ahora es consultor de Christie’s.
La preocupación por el fraude y una economía en desaceleración parecen haber moderado el entusiasmo en el mercado de arte chino. Despuíés de alcanzar el clímax en 2011, los ingresos reportados descendieron 24 por ciento el año pasado, según Arts Economics, una compañía de investigación que estudia el mercado internacional. Se espera que este año sea modestamente mejor que 2012.
La industria de subastas china y el gobierno han tomado nota, y dicen que están buscando eliminar los abusos y frenar un daño mayor a la confianza del consumidor, especialmente ya que el mercado del arte es realmente percibido por muchos como uno de los lugares más seguros para invertir. “Una mayoría de las personas chinas no confía en el mercado accionario chinoâ€, afirmó Melanie Ouyang Lum, una consultora sobre arte chino. “El auge inmobiliario se ha desacelerado de manera tremenda. Muchas personas están buscando al arte como forma de inversiónâ€.
China tambiíén ha identificado a la cultura como el área central del crecimiento económico, y un mercado de arte vibrante como una herramienta útil de poder blando, promoviendo una visión de la sociedad china como centro de la estíética y la belleza y desviando la atención internacional de la política y temas de derechos humanos. Sin embargo, los chinos enfrentan obstáculos al limpiar el mercado del arte por la debilidad de sus leyes, que absuelven a las casas de subastas de cualquier responsabilidad si una obra resulta ser una falsificación.
El problema de las falsificaciones ayuda a explicar el creciente número de incumplimientos de pago. En los últimos tres años, un estudio de las ventas en las casas de subastas en el continente realizado por la Asociación China de Subastadores encontró que alrededor de la mitad de las ventas de obras de arte con valor de más de 1.5 millones de dólares, no se completó porque el comprador no pagó lo que debía.
Aun cuando se tomen en cuenta los reportes de ingresos no concretados, el ascenso en la compra de arte en la última díécada ha sido meteórico, pues los bancos chinos, las compañías estatales y los magnates empresariales siguen invirtiendo en el auge. El arte se ha convertido en una especie de moneda de cambio, y el coleccionar se ha vuelto tan popular en China ahora que las subastas a menudo están atestadas de interesados. En la televisión china, los infomerciales transmitidos a altas horas de la noche prometen riqueza rápida a los televidentes que compren una colección de obras de 2 mil 500 dólares de ex estudiantes de maestros famosos. Compre hoy, declara el anuncio, y puede asegurarse de inmediato una utilidad de 100 mil dólares. Con tanto en juego, los comerciantes de arte chinos se han apresurado a ir a Europa y Estados Unidos a comprar reliquias chinas.
Tambiíén ha habido un aumento en los robos a museos que involucran antigí¼edades chinas. Y ha surgido un mercado negro en artefactos, con los llamados invasores de tumbas que desentierran tesoros sepultados que pueden vender.
El interíés en abordar las debilidades del mercado quizá haya desempeñado un papel en la reciente decisión de China de relajar las antiguas reglas que restringían a las casas de subastas occidentales el acceso al mercado chino. Ahora Sotheby’s tiene una empresa conjunta con una compañía estatal, y Christie’s obtuvo una licencia este año para convertirse en la primera casa de subastas internacional que opere de manera independiente en China, acontecimientos que pudieran servir para fomentar la competencia y estándares más elevados en el mercado. Zhang Yanhua, la presidenta asociada de la Asociación China de Subastadores, dijo que incorporar a las casas de subastas occidentales era como poner a un cocodrilo en el estanque.
“Hace que los peces naden más rápidoâ€, dijo.