La Caixa podría no haber dicho su última palabra en su apuesta por el Grupo Prisa. Y es que, según aseguran fuentes financieras de toda solvencia, la entidad catalana estudia "muy seriamente" colocar en el mercado los bonos que suscribió a mediados de 2012 en plena operación rescate a la compañía de los Polanco, que se convertirán obligatoriamente en acciones de la editora de El País el próximo mes de julio. Santander, la otra gran entidad nacional que accedió entonces al canje de deuda por capital, no tiene por ahora intención de mover ficha, lo que deja todo a la expectativa de los movimientos que realice la firma que preside Isidro Fainíé.
"La Caixa dice tener una vocación financiera y social. A partir de ahí, ha dejado claro que no abriga interíés alguno en estar en el capital de los medios de comunicación", explican estas fuentes. Corría el mes de junio de 2012 y Prisa anunciaba un acuerdo con Telefónica, La Caixa, Banco Santander y HSBC. En virtud del mismo, la teleco se comprometía a inyectar 100 millones de euros en el capital del grupo de medios vía bonos convertibles en acciones; al tiempo, las entidades financieras accedían a entrar en el accionariado mediante el trueque de deuda por capital por importe de 334 millones. Todo un golpe de mano del establishment nacional para mantener a flote a la empresa, acuciada por una deuda que alcanzaba los 3.500 millones de euros.
Según los acuerdos aprobados el 30 de junio de 2012 por la junta general de accionistas, los titulares de los bonos tenían dos años para solicitar su conversión en acciones de Prisa, convirtiíéndose obligatoriamente en títulos del grupo en la fecha de vencimiento, esto es, en julio de 2014. El precio de conversión de los mismos se situaba en 1,03 euros, un escenario que complica la decisión de La Caixa, ya que la venta de los bonos tendría que hacerse con un importante descuento e implicaría la asunción de minusvalías notables por parte de la entidad. La cotización de la compañía de Juan Luis Cebrián cerró ayer en 0,44 euros.
El propio presidente ejecutivo de la sociedad ponía en valor el paso adelante de estas multinacionales en el citado cónclave de accionistas. "La presencia de HSBC, Santander y La Caixa pone de relieve el permanente apoyo de las instituciones financieras a nuestro grupo –exponía entonces–. La incorporación de Telefónica (...) tiene un significado estratíégico particular". Según los cálculos que efectuaban entonces los analistas, la banca se convertiría en julio de 2014 en el principal accionista de la firma, con casi un 20%, y la teleco atesoraría en torno a un 7%. Claro que, desde entonces, el capital de la compañía ha sufrido un autíéntico tsunami que está lejos de apaciguarse.
Una montaña rusa
En efecto, La Caixa y Santander –o los inversores institucionales que eventualmente accedan a sus bonos– no serán los únicos que llamarán a las puertas del capital de Prisa en los próximos meses. Como avanzó El Confidencial, fondos buitre como Silver Point Capital o Monarch Master Funding 2 comunicaban recientemente la adquisición de acciones equivalentes a un 6,24% y un 5,76% del capital, respectivamente. Ambos forman parte de la constelación de 16 firmas distressed que se hicieron en su día con deuda de la sociedad con un importante descuento y que impusieron su ley a finales de 2013 para cerrar la eníésima reestructuración de la deuda de la otrora empresa de los Polanco.
Y es que, para obtener su imprescindible plácet a la refinanciación, el Grupo Prisa se comprometió en diciembre a entregarles warrants convertibles en hasta 372,6 millones de acciones de la compañía, el 17% del capital. Unas opciones ejecutables en cinco años a un precio de 0,2672 euros. Días despuíés, Prisa cerraba un acuerdo para incorporar al empresario mexicano Roberto Rojas Alcántara, magnate del transporte aíéreo low cost. ¿Objetivo? Que sindicara sus acciones a las de los hijos del fundador –ya en apenas un 25% desde el 70% que llegaron a controlar– para formar un núcleo duro y blindar la gestión de Cebrián al frente de la compañía. Todo un cambio de guardia.
Bankia, La Caixa, Santander y HSBC han salido tradicionalmente al quite de los problemas de Prisa, incluso de tesorería. Fueron esas entidades las que financiaron a los Polanco y sus socios americanos –Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin, punta de lanza de Liberty– la ejecución de 75 millones de warrants (opciones sobre acciones) a finales de 2011, en plena sequía del críédito. Una operación que permitió a los dueños de la sociedad inyectar 150 millones en la firma y paliar los serios problemas de liquidez que atravesaba. De paso, tambiíén facilitaba la refinanciación de la deuda, un parche más para maquillar una autíéntica debacle financiera. Y suma y sigue.