Por... BEATRIZ DE MAJO C.
100.000 millones de dólares no es "concha de ajo". Así se le dice en la jerga venezolana a aquello que por su poca monta puede ser deleznable. 100.000 millones de dólares es la astronómica suma a la que asciende el financiamiento chino a países latinoamericanos desde el año 2005.
El monto es llamativo por lo abultado pero más significativo es el hecho de que 80 % de los fondos prestados a esta fecha son destinados a deudores riesgosos. Venezuela (52.000 M$), Argentina (14.1 M$), Ecuador (9.9 M$) y Jamaica (1,4 M$) y Bahamas ( 2,5 M$), están en la cabeza de la lista de recipientes de estos recursos y, salvedad hecha de Ecuador, que lentamente comienza una cuesta de mejoramiento de sus variables económicas, por los otros países no puede aportarse un duro en cuanto a la seriedad del manejo de sus economías ni a su capacidad de repago futuro de tales empríéstitos. De hecho, estos 5 países que concentran buena parte de los financiamientos chinos son los que exhiben los más bajos indicadores como deudores en la región y son justamente aquellos que difícilmente podrían conseguir recursos en otros sitios.
Como los bancos chinos están ampliamente enfocados en el otorgamiento de príéstamos para la explotación de recursos naturales que puedan, a la vez, servir como instrumentos de repago, y de obras de infraestructura, es por lo que sus dos grandes consentidos en la región son Venezuela y Brasil, ambos productores de petróleo. Entre los dos acaparan dos tercios de la deuda latinoamericana con los asiáticos. Los recursos aplicados a estas dos actividades económicas están frecuentemente atados a la compra de maquinaria y equipos de origen chino.
Venezuela excede a todos los demás en el monto de empríéstitos contratados: 52.000 millones de dólares desde 2007 o más de la mitad de los endeudamientos de toda la región. Si se examina la relación entre PIB y financiamiento, Bahamas es el que sale peor parado ya que con 0,2 % del total de la deuda regional ha recibido 2.500 millones de dólares.
No pareciera que a los chinos les quite el sueño la capacidad de honrar estos compromisos que tienen sus socios latinoamericanos. Aparte de que las tasas de intereses que se les aplican son más altas que el promedio de las instituciones financieras internacionales y los bancos regionales, en casos muy relevantes como el venezolano, los endeudamientos están garantizados por la factura petrolera. Caracas se ha comprometido a repagar buena parte de sus deudas con Beijing con petróleo a travíés de una fórmula de precios altamente beneficiosa para los asiáticos. Brasil, con un esquema similar, está en la lista igualmente de los grandes beneficiados en el 2013 con 13.500 millones de dólares.
Solo queda apuntar que, al igual que en cualquier negocio emprendido dentro de la economía de mercado, los empríéstitos chinos están orientados hacia el provecho propio de las instituciones que los emiten, nada más justo. Solo que al examinar el mapa de sus aliados subcontinentales es claro que la coincidencia ideológica de los gobiernos juega un rol determinante. Ir en salvamento de un país necesitado de fondos, se convierte igualmente en una herramienta útil para ser utilizada en los corros diplomáticos en los que China no cuenta siempre con la solidaridad occidental. Es ello quizá lo que explica que en su lista de nuevos deudores latinoamericanos comiencen tímidamente a aparecer Chile con 150 millones de dólares en príéstamos y Colombia con 75.