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Autor Tema: La banca se prepara para una nueva oleada de fusiones por la Unión Bancaria  (Leído 95 veces)

Eguzki

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La Unión Bancaria abre un nuevo escenario en Europa y con íél un nuevo diseño del mapa para el sector. La zona del euro en su conjunto está sobrebancarizada por lo que se espera una fuerte reducción de tamaño en la industria financiera a travíés de fusiones y adquisiciones nacionales y paneuro­peas. Las entidades europeas serán las más afectadas por estos movimientos corporativos, debido a la reestructuración realizada en los últimos años en España
Los dos grandes bancos españoles, Santander y BBVA, se perfilan como compradores, mientras que la banca mediana como Bankinter, Popular y Sabadell podrí­an participar en algún tipo de alianzas o fusiones.

 Tras el fuerte proceso de reconversión realizado en los últimos siete años, la banca europea inicia una nueva etapa que supondrá una autíéntica revolución en el sector. La clave está en la futura Unión Bancaria Europea que comenzará a andar el próximo mes de noviembre.

 La oleada de fusiones entre entidades financieras europeas es una de las consecuencias más esperadas por los mercados. “La zona del euro en su conjunto está sobrebancarizada lo que anima a pensar en un proceso de integración que reduzca la industria del sector. Habrá movimientos de fusión nacionales y paneuropeos”, ha pronosticado Josíé Marí­a Roldán, presidente de la Asociación Española de Banca (AEB) durante los cursos organizados por la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) en la Universidad Internacional Meníéndez Pelayo.

 Antes habrá que esperar a que la supervisión única sea una realidad tangible y que las prácticas bancarias y regulatorias no difieran entre unos paí­ses y otros. Los bancos deben percibir que, independientemente de donde se localiza un banco, la supervisión es la misma de la eurozona. “La maduración del proceso de Unión Bancaria será clave”, según el presidente de la patronal bancaria. “En la medida en que estas no converjan, supondrán un freno en los posibles procesos de integración paneuropeos”.

BBVA y Santander, compran

La banca europea será la más afectada aunque no se descartan fusiones entre las entidades españolas de menor tamaño como Sabadell, Banco Popular y Bankinter, mientras que los dos grandes, Santander y BBVA, se sitúan entre los compradores. Incluso la Caixa, podrí­a estar en esta liga, apuntan las quinielas que hay en el mercado. La estrategia de expansión internacional que ha iniciado desde algún tiempo la banca mediana española tambiíén podrí­a animar a algunas entidades a travíés de alianzas.

Actualmente existen 5.720 instituciones de críédito, de las que 236 son españolas, según las estadí­sticas de instituciones financieras y monetarias del BCE. El sistema financiero español es “un buen predictor de cuáles serán los movimientos europeos” según el presidente de la AEB. “En España el sector ha protagonizado no sólo un proceso de consolidación de la industria muy importante en los últimos años, sino una racionalización de la estructura de oficinas y empleados hasta situarse en los niveles vistos hace más de veinticinco años. Cuando miramos el número de entidades que hay ahora en España se ve que hay un exceso de capacidad de bancarización en Europa”.

Dimensión europea

Según Roldán, la dimensión nacional dejará de tener la importancia que ha tenido hasta ahora y la presencia en la eurozona cobrará más peso” desde el momento en el que la Unión bancaria europea sea una realidad. “Lo más relevante no será la dimensión nacional, sino el tamaño del banco y su cuota de mercado sobre la Eurozona”. No hay un solo banco internacional que tenga una presencia en todos los paí­ses de la eurozona, según el presidente de la AEB.

Todo apunta a que los movimientos corporativos no se producirán de forma inminente. Las fusiones tropezarán tambiíén con dos inconvenientes. Por un lado la regulación que aún mantienen los propios paí­ses y que dificulta este negocio transfronterizo, y no menos importante, las distintas costumbres bancarias de cada paí­s.

El objetivo es que la Unión Bancaria comience a andar con unos bancos más resistentes a posibles crisis y más solventes. Las entidades financieras del futuro estarán mucho mejor capitalizados y podrán enfrentarse a futuras crisis con mejores garantí­as de íéxito. Tambiíén serán bancos más pequeños, con balances de menor tamaño y con rentabilidades por acción muy inferiores a las vistas antes de la crisis, según el presidente de la patronal.

Una de las consecuencias de este nuevo esquema es que las entidades serán menos rentables, debido a las exigencias regulatorias en solvencia. Luces y sombras El sector financiero español tambiíén detecta algunas sombras en la nueva Europa. Uno de los más evidentes es el actual entorno de tipos de interíés que aún se mantendrán por periodo dilatado de tiempo. Aunque el consenso general coincide en que ahora los tipos de interíés bajos son necesarios para reactivar la economí­a, los potenciales riesgos futuros no pasan desapercibidos y se prevíén posibles “burbujas” en los mercados.

El recorte de los tipos de interíés hasta mí­nimos históricos y el aumento de la liquidez en el sistema económico, tras las últimas medidas puestas en marcha por el Banco Central Europeo podrí­an favorecer nuevas burbujas. En particular para algunos paí­ses y sectores con crecimientos más fuertes. “Una de las causas de la burbuja del ladrillo que se gestó en España fue el entorno de tipos de interíés bajos que se vivió en los primeros años de la zona euro cuando la economí­a española estaba creciendo con fuerza”, ha recordado el presidente de la patronal.

La próxima crisis no vendrá de la banca sino de otras actividades financieras, y el exceso de regulación. “Ya es hora de cerrar esta reforma”, dice Josíé Marí­a Roldán. “La banca necesita certidumbre para planificar a medio y largo plazo y en los últimos seis años ha acumulado muchos cambios normativos”. Uno de los peligros es el avance de la banca en la sombra, ajena a los canales bancarios y por la que los agentes financieros dan financiación sin cubrir el riesgo de contracorriente.

Las nuevas exigencias regulatorias de capital están provocando desplazamientos de actividades hacia zonas donde hay menos regulación. “Si los requerimientos de capital aumentan entre 8 y 10 veces el incentivo del arbitraje regulatorio aumenta entre 8 y 10 veces”, dice Roldán.

Este modelo de intermediación desregulada, liderada en gran parte por fondos de financiación de empresas y “private equity”, está formado por intermediarios que operan con riesgo de críédito de forma apalancada pero no son bancos. No se trata de que desaparezcan, dice, sino de conocer los riesgos emergentes que se producen como consecuencia del nuevo entorno regulatorio en el que operamos. “No se sabe quiíénes son, como son, ni cuantos operan ni como interactúa en el mercado con la banca, ha advertido Josíé Marí­a Roldán.

El sistema financiero en la sombra está alcanzando cotas importantes que preocupan a la banca española. El año pasado alcanzó 67 billones de dólares en todo el mundo (52,5 billones de euros), cinco billones más de los que se registraron al comienzo de la crisis en 2007, según datos del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB por sus siglas en inglíés). Según el presidente de la patronal bancaria, la naturaleza de los mercados financieros pone de manifiesto que “siempre que se intensifica la supervisión y la regulación sobre un sector la actividad se desplaza a otro lado”. Por otra parte, las nuevas exigencias regulatorias impulsarán a las entidades a abandonar actividades que ya dejaran de ser rentables.

 Hacia una mayor integración

La Unión Bancaria representa, sin lugar a dudas, el paso más importante hacia una mayor integración que ha dado Europa desde la puesta en marcha del euro y el cambio de entorno operativo más relevante desde la creación del euro, coinciden los responsables del sector financiero español reunidos en las jornadas organizadas por la APIE en Santander.

Según el presidente del BBVA, Francisco González ayudará a romper el bucle entre el riesgo soberano y el bancario, además de reducir el riesgo de fragmentación financiera”.

Tambiíén íngel Ron, presidente de Banco Popular asegura que “actualmente la banca es más sólida de los que se pensaba durante la crisis como demuestra la hoja de ruta acordada en junio de 2012 para avanzar hacia la Unión bancaria, fiscal y económica”

La crisis de la eurozona entró en una espiral tremendamente peligrosa en 2011 y 2012, según Roldán. Las dudas sobre la supervivencia de la eurozona, junto con la retroalimentación de los problemas en el sector financiero y en el riesgo soberano, llevaron a una fragmentación o renacionalización de los mercados financieros. Los tipos de interíés de financiación de los bancos dejaron de depender de sus posiciones de solvencia, liquidez o rentabilidad y pasaron a depender de la nacionalidad de la institución y de la fortaleza de su paí­s soberano”.

La polí­tica monetaria de la eurozona perdió su efectividad. Mientras que el BCE se embarcaba en una polí­tica monetaria expansiva, los costes de financiación de los agentes económicos de muchos paí­ses del sur de Europa subí­an a niveles no vistos desde la creación del euro. “La Unión Monetaria se habí­a transformado en una mera unión de billetes, sin que existiera una polí­tica monetaria única. Por tanto, si querí­amos salvar el euro y la polí­tica monetaria única, no quedaba más remedio que ir hacia una mayor integración: revolución, no evolución, es lo que se necesitaba. Esa mayor integración puesta ya en marcha no afecta sólo al sector bancario, sino que se extiende a ámbitos como la mayor coordinación de polí­ticas económicas (en particular, las fiscales) y de reformas estructurales”, dice Rodán.

Los tres pilares del proyecto de Unión Bancaria son la supervisión de todos los bancos de la eurozona por parte del BCE (los 128 más relevantes directamente, y el resto de manera indirecta a travíés de las autoridades nacionales), la creación de una autoridad única de resolución tambiíén para los bancos de la eurozona y la armonización de la regulación aplicable a todos los bancos de la UE (el "Single Rulebook").