EL ADVENIMIENTO DEL CRISTO, BAJO LA í“PTICA DE LOS ESENIOS
En esta parte del artículo tendremos otra visión de un hecho fundamental en la historia de la humanidad, como es el advenimiento de Cristo a la Tierra, como así tambiíén su vida y aprendizaje, bajo la óptica de los Esenios.
El estudio por parte de los Esenios no se limitó solamente a los pergaminos de Moisíés. La investigación del pasado de la humanidad, hasta prácticamente los inicios de nuestra civilización actual, por medio de papiros. rollos o pergaminos antiquísimos, muchas veces conservados en muy buen estado, ya que al morir su autor, era sepultado con ellos, dejando así para las futuras civilizaciones, tesoros históricos y literarios de incalculable valor para las venideras generaciones.
Es así que los esenios en sus grados superiores, habían rastreado en el tiempo la presencia del “avatar divino†(como ellos denominaban al Hijo de Dios), por sus huellas dejadas en el tiempo, huellas marcadas a fuego en hechos y plasmadas en los documentos hallados.
Buceando en la profundidad de los tiempos, los sabios esenios detectan las ocho reencarnaciones del Hijo de Dios entre los humanos, a saber: Juno (el mago de las tormentas), Numu (y sus profetas míédicos), Anfión (y sus profetas blancos), Antulio (rey atlante, fundador de la actual civilización europea), Krishna (fundador de la doctrina víédica), Abel (hijo de Euana y Adamú, quien dio origen a la civilización adámica actual), Buda (con sus mendicantes) y por último Moisíés (con sus profetas terapíéuticos).
Ahora bien, la última y definitiva reencarnación del Hijo de Dios en la Tierra, estaba marcada por la conjunción de los planetas Júpiter y Saturno, hecho que se produciría en el año 747 de la fundación de Roma, o sea el año 8967 del comienzo de la civilización adámica.. Este hecho era conocido solamente por cuatro agrupaciones de sabios: Los Esenios en número de 70 en sus grados superiores.
En el monte Horeb (Arabia) un grupo de 84 sabios y astrólogos, quienes eran dirigidos por un príncipe moreno de nombre Melchor.
En Persia, donde había una escuela de meditación y sabiduría, la que era dirigida por el consejero Baltasar.
La cuarta agrupación se halla en los montes Suleimán, donde el príncipe de Bombay y señor de Srinaghar, Gaspar, se dedicaba al estudio del mundo sideral y los poderes internos concedidos por Dios a los hombres.
Al aproximarse la trascendental fecha, los tres príncipes desde sus lugares de origen se ponen en marcha hacia la región de Galilea, donde deberá producirse el más grande suceso del mundo cristiano, el nacimientos del hombre que con su sangre redimirá los pecados de la humanidad.
El nacimiento se produjo, según nuestro actual calendario, entre los días 4 y 6 de octubre, cuatro años antes del inicio “oficial†de nuestra era.
Al llegar los príncipes a la zona de Galilea debieron extremar cuidados ya que, enterados del suceso, tanto Herodes como los principales sacerdotes judíos, tenían espías diseminados por toda la región, con el fin de dar con el paradero del niño, para terminar así con el temor que les producía la venida del nuevo Mesías, con lo cual se les acabaría su reinado político-religioso y por ende, sus suculentos negocios.
Mientras se sucedían las vigilancias, indagatorias y crímenes de los niños menores a los dos años, Myriam y Joseph, junto a su hijo, al que le dieron el nombre de Jhasua, descansaban a buen recaudo en la casa de una familia esenia de primer grado, quienes advertidas del acontecimiento, dieron su hospitalidad y todo su amor a la familia del Niño-Dios.
Sabemos ya del nacimiento tan esperado por los sabios y astrólogos por un lado y por los miembros del Sanedrín Judío por el otro; quienes guiados por las sagradas escrituras, tambiíén lo sabían y pretendían conocer al niño, para así influenciarlo, dominarlo y por último, amoldarlo a sus costumbres y preceptos con el fin de preservar su privilegiada posición socio-político-religiosa.
La discreción era una de las virtudes fundamentales de los Esenios en todos sus grados, razón por la cual era casi imposible dar con el paradero del reciíén nacido.
Como dijimos anteriormente, los Esenios estaban diseminados por toda la región, incluso los había en las sinagogas y con el cargo de rabinos o sacerdotes. Myriam y Joseph debieron esperar hasta que uno de estos estuviera de turno, para así bautizar al niño.
La sencilla ceremonia se realizó según las costumbres judías, pero a la usanza esenia, es decir, sin sacrificio de animales, ni la consabida circuncisión, hechos a los que se oponían terminantemente por considerarlos tan inútiles como herejes.
Los primeros meses de vida Jhasua recibía todo el amor de sus padres y el respeto por parte de quienes conocían su verdadera identidad.
En los montes de Moab, Tabor, Carmelo y Quarantana, se hallaban los principales santuarios esenios. Estos eran grutas naturales acondicionadas y muchas veces ampliadas por ellos mismos,. Allí vivían los Esenios en sus grados superiores y se instruía a los de grados inferiores.
En esos meses se vivían días de gozo y esperanza, y más aún ante la llegada del Niño-Dios, a quien sus padres llevarían ante los ancianos-sabios (por expreso pedido de íéstos), ya que por su avanzada edad, esta sería tal vez la única oportunidad de ver en persona al Hijo de Dios, antes de morir.
El ascenso se hizo difícil, ya que los caminos eran prácticamente senderos, por los que pasaba una persona por vez. Ya en el santuario, Myriam tuvo oportunidad de encontrarse con una prima suya, quien tambiíén tenía un hijo de meses, Johanán, el mismo al que luego llamarían el Bautista.
Fue esta la primera ascensión de Jhasua a los santuarios esenios, hecho que se repetiría muy a menudo, ya que los sabios, debían guiar el espíritu del Cristo, en los primeros años de vida en Jhasua.
Con el transcurrir del tiempo, Jhasua, ya joven debe aprender a dominar la increíble energía espiritual que posee, a la vez que se dedica a estudiar las escrituras archivadas y custodiadas por los Esenios, las que contaban con miles de años de antigí¼edad. Allí reconoce sus anteriores encarnaciones; como así tambiíén su papel ante los hombres en un futuro muy cercano y por supuesto, conocía cual sería su final.
Jhasua aprendió a dominar sus fuerzas tanto mental como física, y es así que tenemos que sabía utilizar lo que hoy conocemos como telepatía, viajes astrales, bilocación, clarividencia, etc..
Todo esto, sumado a su gran amor por los seres humanos, nos da una imagen de lo que fue su vida, no solo en sus tres años de apostolado, sino en el total de su vida, lo que lo llevó a producir curaciones increíbles, hechos catalogados como milagros.
Esta es una síntesis muy compacta de la vida de Jesús entre los Esenios. Estoy seguro que muy pocos la conocían, por lo que llevará a distintas opiniones y/o críticas.
Por último les dejo dos frases muy habituales en Jesús: “Amaos los unos a los otros†y “Ama a tu prójimo como a ti mismo; y a Dios por sobre todas las cosasâ€.