Por... Demetri Sevastopulo
Las relaciones entre Estados Unidos y Canadá son como un "invierno congelado de Ottawa", declaró quien fuera embajador canadiense en EU. El reciente veto del presidente Obama al proyecto de ley de apoyo al oleducto de Heystone XL refuerza esta opinión.
Cuando el presidente Barack Obama recientemente vetó un proyecto de ley de apoyo al políémico oleoducto Keystone XL, reforzó la opinión de que las relaciones entre Estados Unidos y Canadá son algo frías y que su relación personal con el primer ministro Stephen Harper es aún más gíélida.
Derek Burney, quien fuera embajador de Canadá en Estados Unidos, dice que las relaciones entre ambas naciones son como un "invierno congelado de Ottawa", y que, si bien Canadá "no está acostumbrado a que se le subestime", los problemas se han extendido más allá de Keystone de forma "inaceptable".
Obama ha visitado Canadá menos que cualquier otro presidente estadounidense desde Richard Nixon, lo cual le ha confirmado a Ottawa el presentimiento de que la Casa Blanca está siendo petulante a pesar de la cooperación canadiense contra el Estado Islámico y en el caso de Ucrania. Los críticos dicen que esto está perjudicando las relaciones entre los vecinos que continúan siendo los principales socios comerciales entre sí con un comercio anual de bienes y servicios que asciende a 759 mil millones de dólares.
Pero aunque algunos pintan la situación como algo tíétrico, otros como John Manley, exviceprimer ministro liberal, señalan que ambas naciones han tenido periodos de relaciones amargas en el pasado.
Cuando Lyndon Johnson recibió a Lester Pearson en 1965, agarró al primer ministro canadiense por las solapas y le gritó, "usted se orinó en mi alfombra" despuíés de que su invitado criticara la guerra de Vietnam en un discurso pronunciado durante su visita a Estados Unidos. Y cuando el primer ministro Pierre Trudeau se enteró de que Richard Nixon lo había llamado “un imbíécilâ€, respondió: "Mejores personas me han dicho peores insultos".
Lawrence Martin, autor de libros sobre Harper y sobre la historia de las relaciones entre Estados Unidos y los líderes canadienses, dice que una gran diferencia ahora es que "Harper es el primer jefe de gobierno verdaderamente derechista que Canadá ha tenido", lo cual lo coloca exactamente al otro extremo del espectro de Obama.
Los expertos dicen que el problema ahora es que Obama y Harper rara vez se hablan. Un ex funcionario canadiense los describe como más cómodos con la política que con construir vínculos personales que ayuden a las relaciones bilaterales.
Aunque Obama no ha igualado las cuatro visitas a Canadá que ambos presidentes Bush realizaron ni las cinco de Bill Clinton y Ronald Reagan, Harper tampoco ayudó al posponer la Cumbre de Líderes de Amíérica del Norte "Los Tres Amigos" de 2015 a causa de las tensiones con Míéxico sobre las políticas canadienses de visado.
"Es difícil pensar en otro país que se niegue a la visita del presidente de Estados Unidos", dice Michael Kergin, quien se desempeñó como embajador de Canadá en Estados Unidos.
En medio de las tensiones sobre Keystone, los observadores en Ottawa dicen que a veces el equipo de Harper le ha puesto trabas a Bruce Heyman, el ex ejecutivo de Goldman Sachs que se convirtió en embajador de Estados Unidos el año pasado, para conseguir reuniones con los ministros del gabinete.
Mientras que los canadienses culpan a Obama por sacrificar las relaciones con Canadá al obstaculizar Keystone por el bien de su legado ambiental, Kergin dice que el gobierno de Harper tambiíén se equivocó al hacer de Keystone "el símbolo de toda la relación".
Los críticos sostienen que Harper debilitó su caso durante sus visitas a Estados Unidos al declarar que Keystone era un "pan comido" y que "no aceptamos un no por respuesta".
"Canadá está tratando a Estados Unidos como vecinos iguales, pero no lo son", dice Nik Nanos, un encuestador en Ottawa. "Canadá se ha convertido en el vecino que siempre anda lloriqueando, sin darse cuenta de que hay otras potencias en juego".
Obama no ha emitido una resolución definitiva en cuanto al oleoducto, pero ha expresado cada vez más su escepticismo sobre los míéritos del proyecto.
Aunque Keystone es el que ha recibido mayor atención, tambiíén hay otras disputas. Harper dijo recientemente que Canadá estaba "dispuesta a tomar represalias" a menos que Washington respondiera a un fallo de la Organización Mundial del Comercio que declara que las leyes estadounidenses que requieren que los productos cárnicos muestren el país de origen violaban las normas de comercio mundial.
Las relaciones con Estados Unidos tambiíén serán prioridad en Canadá conforme el país se prepara para las elecciones generales de octubre. Chrystia Freeland, una política Liberal, dice que Justin Trudeau y su Partido Liberal basarán parcialmente la campaña en la necesidad de mejorar las relaciones con su vecinos.
"La relación entre Estados Unidos y Canadá hoy está realmente en su punto más bajo ... El embajador estadounidense ha estado teniendo dificultades para conseguir reuniones con ministros canadienses".
Rob Nicol, portavoz de Harper, rechazó las declaraciones de que la relación está en problemas, diciendo que ambos países cooperan en muchos temas, como la seguridad fronteriza, el terrorismo, el Estados Islámico y Ucrania. Señaló un acuerdo fronterizo reciente que ha sido aclamado como un esfuerzo importante para acelerar el comercio y los viajes transfronterizos, los cuales han sufrido desde que Estados Unidos cerró su frontera despuíés de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Washington tambiíén ha restado importancia a las tensiones con su vecino. "Seguimos relacionándonos de manera productiva con el gobierno canadiense a los más altos niveles", declaró un funcionario de la embajada estadounidense en Ottawa.
Edward Alden, miembro del Consejo de Relaciones Exteriores, dice que aunque la relación entre Obama y Harper es fría, el acuerdo fronterizo es un "buen ejemplo de que no afecta la cooperación con respecto a los asuntos fundamentales".
El acuerdo le permitirá a la aduana estadounidense operar en el lado canadiense de la frontera. Teniendo en cuenta las cuestiones de soberanía, dice Alden, esto demuestra la "profundidad de la confianza".