La nueva crisis del euro será en Portugal
En Portugal el Ejecutivo del líder de centroderecha Pedro Coelho tendrá que convocar elecciones antes de finales de octubre, y el partido socialista de Antonio Costa podría lograr una victoria arrolladora con una plataforma antiausteridad. Si gana las elecciones (y las encuestas le sitúan en cabeza), podría ralentizar el ritmo de los ajustes y provocar la ira del BCE y FMI.
Si Podemos, el partido protesta español, funciona bien al otro lado de la frontera en las elecciones de su país, envalentonará a girar a la izquierda al centro del gobierno portuguíés y rechazar los recortes del gasto que se le exigen. Hasta ahora, hay poca evidencia de nerviosismo entre los inversores. Los rendimientos de bonos portugueses a diez años han vuelto a subir al 2,7%, del 1,6% que alcanzaron a principios de año, pero nada comparado con el 14% al que llegaron en lo más alto de la crisis.
Las acciones portuguesas han recuperado la mayoría de las píérdidas que sufrieron cuando el país quebró, aunque no hayan vuelto exactamente a niveles de 2011. Y deberían. Todos los datos sugieren que cuando el índice de deuda sobre PIB remonta a la franja del 130% y superior, es prácticamente insostenible. Un país debe crecer a más del 3% solo para mantener las deudas al mismo nivel, y no hay nada absolutamente que indique que Portugal puede lograr eso ni nada parecido. En algún momento, todos esos titulares extranjeros de deuda portuguesa se darán cuenta de que tienen que condonarla, al menos en parte. Cuando eso ocurra, habrá una estampida para vender y las elecciones de otoño podrían ser el desencadenante.
Ahora mismo, los mercados creen que Grecia puede contenerse. Quizá. ¿Pero tambiíén Portugal? Eso ya es menos probable. Casi todos piensan que el centro de la crisis de la eurozona está en Atenas, pero podría situarse en Lisboa.