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Autor Tema: El hidrógeno tambiíén pincha  (Leído 587 veces)

sapakondi

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El hidrógeno tambiíén pincha
« en: Octubre 29, 2008, 05:16:21 pm »
JAVIER SAMPEDRO 29/10/2008

     
Honda acaba de meter en la lí­nea de montaje su primer modelo comercial alimentado por hidrógeno, el FCX Clarity, "un paso monumental en la historia de la tecnologí­a de cíélulas de combustible", según el directivo de la empresa John Mendel. Los primeros en adquirirlo han sido la actriz Jamie Lee Curtis y cuatro vecinos suyos de Beverly Hills, en Los íngeles, pues el sur de California es uno de los pocos lugares del mundo donde hay alguna gasolinera de hidrógeno donde repostar.


¿Es el 'trihí­brido', que funciona con tres sistemas, el futuro?
Este gas ha capturado la imaginación de los augures tecnológicos, desde Julio Verne hasta Jeremy Rifkin. En parte por su abundancia (se puede obtener del agua), y en parte por una ecuación quí­mica que se ha convertido en su consigna publicitaria: hidrógeno más aire para dar electricidad y agua potable. Ambos factores contaron para que el sociólogo Rifkin lo ensalzara como una "fuente de energí­a inagotable" en su íéxito de ventas La economí­a del hidrógeno (2002).

El presidente Bush inauguró oficialmente dicha economí­a en 2003, cuando anunció su "iniciativa de la cíélula de combustible" (www.hydrogen.gov). (El tíérmino cíélula de combustible se usa para distinguir los actuales motores de hidrógeno de los antiguos, que se limitaban a quemar el hidrógeno como si fuera gasolina).

El gobernador Arnold Schwarzenegger deslumbró California un año despuíés con su visión tecnolí­rica de una "autopista de hidrógeno con rumbo al futuro medioambiental" (le faltó "ardiendo más allá de Orión", pensará algún nostálgico de Blade Runner). Schwarzenegger ha sido un campeón legal y financiero del hidrógeno desde entonces (http://www.hydrogenhighway.ca.gov/facts/sb76info.pdf).

Este año no habrá muchos más FCX Clarity por las autopistas de hidrógeno ni por las carreteras del mundo, porque Honda sólo planea producir 30 o 40 vehí­culos hasta diciembre. Y no más de 200 de aquí­ a 2010. El coche cuesta 440 euros al mes en ríégimen de leasing (alquiler cierto, compra eventual), la única opción disponible incluso en Beverly Hills. Los fabricantes, eso sí­, subrayan que estos modelos triplican la "eficiencia de combustible" de los coches de gasolina.

El Congreso de Estados Unidos ha financiado las investigaciones sobre el motor de hidrógeno con más de 1.000 millones de dólares (780 millones de euros) en los últimos cinco años. El Parlamento Europeo aprobó en mayo una partida de 470 millones de euros para una iniciativa de cíélulas de hidrógeno, con la recomendación al sector privado de que pusiera otro tanto.

Pero si ha habido una compañí­a automovilí­stica pionera de la economí­a del hidrógeno, íésa es General Motors (GM), que ya apostó por esta tecnologí­a en 1998. Y todaví­a en enero de este año, durante una muestra de electrónica comercial en Las Vegas, el presidente de la firma, Rick Wagoner, presentó el nuevo coche de hidrógeno Cadillac Provoq con una autonomí­a de 480 kilómetros, "la promesa de un medio de transporte verdaderamente sostenible".

No tan sostenible resultó la propia promesa, porque General Motors rompió oficialmente con la economí­a del hidrógeno ocho semanas despuíés. El vicepresidente de la compañí­a, Bob Lutz, descartó en marzo, durante el salón del automóvil de Ginebra, la viabilidad de los coches de hidrógeno "para la producción en masa a corto plazo", según declaró a The Wall Street Journal.

Tanto la empresa General Motors como Toyota veí­an ahora más interesantes los coches elíéctricos. Lutz ensalzó explí­citamente las nuevas baterí­as de ión de litio, desarrolladas inicialmente para mejorar los telíéfonos móviles, "que permiten plantearse coches a pilas con una autonomí­a de 500 kilómetros". El vicepresidente de GM resaltaba que, como las de los móviles modernos, estas baterí­as son recargables y carecen de efecto memoria (se pueden recargar aunque estíén a medias).

"Hay barreras graves para los coches de hidrógeno", dice el subdirector del Instituto de Investigación del Automóvil de la Universidad Politíécnica de Madrid (Insia), Josíé Marí­a López. "El almacenamiento es una de ellas. El hidrógeno es un gas, y su densidad de energí­a es muy baja; por tanto, o le pones al coche un depósito de 700 litros, o tienes que aumentar mucho la presión, y ninguna de las dos cosas es muy práctica". López es autor del libro El medio ambiente y el automóvil, publicado por Dossat.

La electrolisis es la separación (lysis, en griego) de la molíécula de agua en sus componentes (dos átomos de hidrógeno y uno de oxí­geno) gracias a la energí­a aportada por la electricidad. Los actuales coches de hidrógeno (o sus mencionadas "cíélulas de combustible") hacen justo lo contrario: el hidrógeno que hemos repostado se combina con el oxí­geno del aire produciendo agua y energí­a elíéctrica.

Para que ocurra lo contrario de la electrolisis, por desgracia, primero tiene que ocurrir la electrolisis o un proceso similar. Es decir, que primero hay que gastarse la energí­a en obtener el hidrógeno para luego poder gastarse el hidrógeno en obtener energí­a. Por eso Rifkin y otros abogados del hidrógeno yerran al declararlo una fuente de energí­a inagotable: porque será inagotable, pero no es una fuente de energí­a.

"El hidrógeno no es un combustible natural", dice López. "Hay que producirlo, y hasta la fecha es muy costoso. No resultará viable en un plazo previsible, y energíéticamente es un desastre, porque producir el hidrógeno cuesta más energí­a de la que luego da". "Sólo del 20% al 25% de la energí­a utilizada como fuente para sintetizar hidrógeno a partir de compuestos naturales puede recuperarse despuíés para su uso final en cíélulas de combustible", calcula Ulf Bossel, del European Fuel Cell Forum, en Lucerna. "Como las leyes de la fí­sica no pueden cambiarse con polí­ticas o inversiones, la economí­a del hidrógeno nunca tendrá sentido".

Hay más problemas. Las "cíélulas de hidrógeno" son totalmente limpias en la carretera. Sólo emiten vapor de agua. Pero la gasolina no hay que fabricarla, y el hidrógeno sí­. Según un estudio del laboratorio Oak Ridge, una instalación federal del Departamento de Energí­a estadounidense, hay dos formas viables de producir hidrógeno a corto plazo: a partir de gas natural en las propias estaciones de servicio, y a partir de biomasa o carbón en grandes factorí­as centralizadas.

Producir un kilo de hidrógeno por el primer míétodo emite 12 kilos de dióxido de carbono. Esto quiere decir que los actuales coches de hidrógeno de Honda y General Motors emiten (antes de arrancar) entre 110 y 190 gramos de dióxido de carbono por kilómetro. La primera es una cifra comparable a los coches modernos de gasolina de pequeño tamaño.

En el caso del segundo procedimiento, habrí­a que considerar además las emisiones derivadas de transportar el hidrógeno desde la factorí­a donde se producirá hasta las estaciones de servicio donde lo repostarán Jamie Lee Curtis y sus cuatro vecinos.

Uno de los pioneros mundiales de la tecnologí­a del hidrógeno, Ballard Power Systems, vendió en noviembre su división de cíélulas de combustible para automóviles a Daimler y Ford, tras registrar píérdidas durante cerca de 10 años.

Dos de las petroleras que más han defendido la economí­a del hidrógeno son Shell y BP. La primera tiene actualmente seis estaciones de servicio para repostar hidrógeno en todo el mundo. Y la segunda tení­a sólo una, y la cerró el año pasado. De las últimas declaraciones de sus directivos se desprende que la compañí­a está más interesada ahora en los biocombustibles que en el hidrógeno.

Una economí­a del hidrógeno sólo tendrí­a sentido si el gas se produjera a partir de energí­as renovables, pero incluso esa opción es insostenible. Entre las cíélulas fotoelíéctricas o los molinos de viento y el depósito del coche, el hidrógeno tiene que ser producido, transportado, almacenado, transferido al coche, almacenado de nuevo e inyectado en la cíélula de combustible, y todos esos pasos requieren una energí­a que no se recupera.

Según los cálculos de Bossel (Proceedings of the IEEE, 94:10), se precisarí­an cuatro plantas de energí­a renovable para producir la misma energí­a (en hidrógeno) que produce una sola planta (directamente en electricidad). Tres de las plantas estarí­an dedicadas a tiempo completo a cubrir las píérdidas durante la producción y el transporte del hidrógeno.

Según el ingeniero del European Fuel Cell Forum, todas esas píérdidas de energí­a serí­an cargadas al consumidor, como parece lógico, de donde se desprende que el hidrógeno cuadruplicarí­a el precio de la energí­a elíéctrica en ríégimen de libre mercado. Visto lo cual, se pregunta retóricamente: "¿Quiíén querrá conducir un coche de hidrógeno?". í‰sa es fácil: Jamie Lee Curtis.

La mayor parte de los inconvenientes del hidrógeno no se resolverán nunca, porque no se derivan de una deficiente tecnologí­a actual, sino de sus mismas propiedades fí­sicas. El hidrógeno tiene una densidad de energí­a muy baja: un tercio de la del metano, por ejemplo. Incluso cuando se le comprime hasta el estado lí­quido, un litro de hidrógeno aún tiene 3,5 veces menos energí­a que un litro de gasolina.

"Las leyes de la fí­sica exponen la debilidad de la economí­a del hidrógeno", asegura Bossel. "El hidrógeno, un mero transportador artificial de energí­a, jamás podrá competir con su propia fuente de energí­a, que es la electricidad, en ningún futuro sostenible". Tal vez por eso, los dos gigantes citados del sector del automóvil, General Motors y Toyota se centran ahora en las pilas de los telíéfonos móviles. ¿Aciertan esta vez? ¿Es íésa la opción de futuro?

"Los coches puramente elíéctricos tambiíén tienen de momento el problema del tamaño de la baterí­a", advierte López. "Se necesitarí­a un remolque, y no serí­a práctico".

Además, las baterí­as de litio tienen un problema poco conocido. "El litio es explosivo", puntualiza el ingeniero del Insia. "De hecho, casi todo el mundo ignora que no es conveniente hablar por el móvil mientras se está cargando. La temperatura sube al cargar la baterí­a, y eso aumenta algo el riesgo de explosión, sin ser alarmistas". Sin alarmismos, este redactor ya no lo hace.

Las baterí­as de ión de litio de los coches, como las de los telíéfonos móviles, se podrán recargar sin más que enchufarlas a la red. Pero esto no es tan inofensivo como puede parecer. "Si el 50% de la flota de Madrid, por poner un caso, fuera elíéctrica", advierte López, "la red se vendrí­a abajo por la noche, cuando los coches estuvieran cargando".

La petrolera BP ha desviado su atención del hidrógeno a los biocombustibles. ¿Pueden ir por ahí­ los tiros? Tampoco. "Los biocombustibles no son la solución", dice el ingeniero. "Las plantas absorben dióxido de carbono, es cierto, pero el coche lo emite luego en la ciudad". La desviación de grandes superficies de cultivo a la producción de combustible plantea tambiíén otros problemas relacionados con la biodiversidad y con el principal objetivo de la agricultura: la alimentación de las personas y el ganado.

Para el subdirector del Insia, como para muchos otros especialistas, el futuro inmediato es la hibridación: una baterí­a de ión de litio que sirve para la mayor parte de las situaciones en la ciudad, y otro tipo de motor (gasolina, hidrógeno, solar) que ahorre espacio y añada potencia en carretera, adelantamientos y demás. "El Episón", dice López, "un vehí­culo que estamos desarrollando en el instituto, es un trihí­brido que lleva un motor elíéctrico, una pila de hidrógeno y varias placas solares".

Cuando tres personas sensatas sostienen posturas irreconciliables hasta la furia, siempre acaban teniendo razón a la vez.