Por... Robert Armstrong de Financial Times
Un traje es una prenda de vestir más o menos complicada, diseñada para usarse con una corbata y íésta a su vez, está diseñada para hacer juego con la camisa.
Los “viernes informales†han provocado una adquisición hostil, pero los trajes volverán a triunfar.
Si los banqueros los dejan de usar, ¿quiíén queda para apoyar la antigua y augusta institución del traje formal para hombres? ¿Los abogados? ¿Las personas en los funerales? ¿Los “hípsteres†bigotudos? í‰stos no son los grupos de los que van a querer depender los diseñadores y sastres del mundo.
Así es que la noticia de esta semana generada por JPMorgan -el banco más importante del mundo- constituye un hito en la historia de la ropa.
En un memorándum a su personal de 237 mil individuos anunció una relajación en su código de vestimenta.
Al personal del banco ahora se le anima a que vista ropa “informal de negocios†para reflejar los cambios “en la forma en que trabajamosâ€.
Quien tome este tipo de decisiones en el banco -posiblemente algún sonso de recursos humanos- comunicó que una camisa tipo polo y un pantalón son un atuendo aceptable durante la semana.
El “viernes informal†ha provocado una adquisición hostil, consolidando los otros cuatro días.
í‰ste parece ser el momento adecuado, entonces para considerar por quíé alguien debería tomarse la molestia de vestir de traje.
La primera razón y quizá la más importante, es para parecerse a su padre.
Mi padre se ponía un traje todos los días y se iba a trabajar.
Por tanto, que yo me ponga un traje todos los días implica que soy un adulto capaz de realizar exitosamente actividades propias de los adultos, algunas veces por horas en una sentada.
Puede que haya personas que no necesiten ninguna ‘utilería’ para convencerse de que no están cometiendo un fraude contra el mundo legítimo, y yo los felicito. Pero la ropa formal nos sirve de apoyo y nosotros necesitamos este tipo de ayuda.
La segunda razón para usar traje puede resumirse en que es una fabulosa excusa para ponerse corbata.
Un traje es una prenda de vestir más o menos complicada, diseñada para usarse con una corbata y íésta a su vez, está diseñada para hacer juego con la camisa.
Y así comienza un juego de autoexpresión de múltiples piezas.
Se puede enviar toda una gama de mensajes emocionales, sociales y estíéticos, descarada o sutilmente.
Si pasas a un conjunto de piezas más pequeñas habrás pasado de un juego de ajedrez a uno de damas.
Es el punto que se le escapa a Mark Zuckerberg, quien dice que se viste con el mismo tipo de camiseta gris y pantalones de mezclilla todos los días para concentrarse en decisiones más importantes. ¡Quíé tontería!
Si íél tuviera algún sentido de la moda, elegir sus atuendos sería un placer, no una tarea adicional. Y todos los tipos de vestuarios se pueden poner, por así decirlo, en piloto automático cuando es necesario.
Zuckerberg está simplemente diciendo que la ropa no es importante. Sin embargo, sí lo es.
Numerosas personas -los hombres en particular- desdeñan esta noción. Esto representa intolerancia.
Muchas de estas mismas personas otorgan un profundo significado e importancia a por ejemplo, un grupo de gente pateando un balón. Y tienen razón al hacerlo.
Vestirse es un juego tan noble como cualquier otro e igual de significativo. Si Zuckerberg hiciera comentarios similares sobre la comida que ingiere o sobre la arquitectura de su oficina o los cuadros en sus paredes, sería ampliamente desestimado como un filisteo.
í‰sta es la razón por la que el cada vez más ubicuo ‘traje sin corbata’ es un error. Reduce el número de movimientos disponibles en el juego.
No puedes aflojar una corbata si no usas una, no puedes subirte las mangas si no las tienes.
La última razón está relacionada con las anteriores, pero no es idíéntica.
Nos vestimos con trajes para trabajar porque la labor que hacemos es importante.
Mi actividad principal es supervisar una columna diaria que, principalmente dice cosas desagradables sobre la forma en que se manejan las empresas.
Si se me va a pagar por criticar cosas por las que otras personas se han esforzado enormemente -y mantener la apariencia de que mis palabras son importantes- debería portar un traje mientras lo hago. Las personas sobre las que escribo merecen el gesto.
A mí me gustan las camisas tipo polo. Yo me pongo una casi todos los viernes y un guardarropa de trabajo que consista en sólo pantalones caqui y camisas de este tipo tendría la importante e igualitaria ventaja de ser económico y nos dejaría con un poco más de tiempo para pensar en otros asuntos.
Pero la idea de que no se pierde nada en la transición es simple y llanamente, errónea.