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Autor Tema: EL IMPACTO DE TUS ENERGíAS EN LOS DEMíS  (Leído 513 veces)

Scientia

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EL IMPACTO DE TUS ENERGíAS EN LOS DEMíS
« en: Junio 16, 2016, 07:56:14 pm »
http://consejosdelconejo.com/2016/06/13/impacto-energia-los-demas/

EL IMPACTO DE TUS ENERGíAS EN LOS DEMíS


Cuando te sientes conectado y en armoní­a con la intención notas una gran diferencia ante la forma que reaccionan las personas hacia ti. Síé consciente de esas reacciones, porque afectarán directamente a tu capacidad para llevar a cabo tus propósitos individuales. Cuanto más estrecha y automática sea tu sintoní­a con las frecuencias de la Fuente universal y omnicreadora, más impacto tendrás en los demás y más contribuirás a anular su baja energí­a. Serás un polo de atracción para ellos, y traerán paz, alegrí­a, amor, belleza y abundancia a tu vida.

A continuación voy exponer mi opinión sobre tu impacto en los demás cuando estás sintonizado con la intención y la diferencia de ese impacto cuando estás dominado por la actitud separatista de tu ego. He aquí­ algunas de las formas más significativas para tener impacto en los demás:

Tu presencia transmite calma.

Cuando coincides con la intención, ejerces una influencia tranquilizadora sobre los demás. La gente suele sentirse más tranquila, menos amenazada y más a gusto. La fuerza de la intención es la fuerza del amor y de la receptividad. No pide nada a nadie, no juzga a nadie y alienta a los demás a ser libres, a ser ellos mismos. Como las personas se sienten más tranquilas en tu presencia, tambiíén se sienten seguras, en virtud de las frecuencias energíéticas que irradias. Sus sensaciones se alimentan con tu energí­a de amor y receptividad, y desean acercarse a ti, estar contigo.

Si por el contrario llevas a tus interacciones las calibraciones más bajas, la crí­tica, la hostilidad, la ira, el odio o la depresión, atraes ese nivel de energí­a si está latente en las personas con las que interactúas, lo que funciona como fuerza contraria a esas mismas energí­as si están presentes en otras personas. El impacto intensifica las energí­as más bajas en ese nivel y crea un campo en el que se sitúan ciertas exigencias como consecuencia de los sentimientos de inferioridad o de rivalidad. Las personas que se sienten energizadas por tu presencia se transforman en almas gemelas, y eso únicamente ocurre si se sienten a salvo en lugar de atacadas, seguras y no juzgadas, tranquilas y no acosadas.

Tu presencia da energí­a a los demás.

Recuerdo cuando, al salir de una sesión de dos horas con una maestra espiritual, me sentí­a como si pudiera conquistar el mundo, emocional y espiritualmente. Era la madre Meera, que me sujetó la cabeza entre sus manos y me miró a los ojos con su divinidad desprovista de ego. Sentí­ tal energí­a que no dormí­ durante toda la noche; necesitaba más de lo que aquel ser jubiloso me habí­a mostrado tan solo con su presencia.

Cuando llevas las frecuencias de la intención ante la presencia de los demás, sentirán mayor energí­a por el simple hecho de encontrarse en tu cí­rculo. No tienes que decir ni una sola palabra, ni actuar de ninguna forma prescrita. íšnicamente con tu energí­a de la intención lograrás que los que están en tu campo se sientan con un poder que se les ha concedido de una forma misteriosa. A medida que empieces a expresar conscientemente las siete caras de la intención descubrirás que los demás empiezan a hacer comentarios sobre el impacto que tienes sobre ellos.

Tu presencia permite a los demás sentirse mejor con ellos mismos.

¿Has notado alguna vez que en presencia de ciertas personas te sientes mejor contigo mismo? Su energí­a compasiva surte un efecto perceptiblemente agradable, sencillamente el de sentirte bien contigo mismo. Los que te rodean notarán que los comprendes, que te preocupas y te interesas por ellos como individuos.

Por el contrario, estar en compañí­a de alguien que se muestra desdeñosa o indiferente te influye de una forma completamente distinta. Si esa es la baja energí­a que transmites a los demás, es bastante probable que despuíés del encuentro contigo no se sientan precisamente bien con ellos mismos, a menos que estíén tan fuertemente conectados a la intención que puedan anular el efecto de la baja energí­a. Estos pensamientos y conductas de energí­a sumamente baja son evidentes si te sirves de cualquier tema de conversación que surja para hablar de ti mismo.

Tu presencia permite a los demás sentirse unidos.

El efecto de estar en presencia de personas que expresan altas frecuencias consiste en sentirse unidos y conectados con toda la naturaleza» la humanidad y la intención. A medida que elevas tus frecuencias, el efecto que tienes sobre los demás los invita a estar en el mismo equipo. Os sentí­s unidos y deseáis ayudaros mutuamente para cumplir un objetivo común.

Ei sentimiento contrario al de la unidad consiste en sentirse polarizado y aislado. La baja energí­a exige mucho y siempre va en contra de los demás. Por consiguiente, es inevitable que derive en una situación de victoria o derrota. Las energí­as del antagonismo, la censura, el odio y similares crean una fuerza contraria en la que alguien tiene que perder. Cuando tienes un enemigo, necesitas establecer un sistema de defensa, y la defensa llega a ser lo que caracteriza tu relación. La necesidad de una persona de llevar la contra y polarizar pone en movimiento las condiciones de la guerra. La guerra siempre es cara. Todo eso puede evitarse manteniíéndose conectado a la intención y llevando esa energí­a más alta a tus relaciones, permitiendo a cuantos conozcas que sientan la unidad contigo, con todos los demás, con la naturaleza y con Dios.

Tu presencia transmite la sensación de un propósito.

Cuando te encuentras en las energí­as espirituales más altas, proporcionas a los demás algo casi inexplicable. Tu presencia y tu conducta en un espacio de amor, aceptación, generosidad, sin crí­tica, se convierte en catalizador para que los demás sientan que tienen un propósito en la vida.

Al mantenerte en las energí­as más altas del optimismo, el perdón, la comprensión, la veneración por el Espí­ritu, la creatividad, la serenidad y la dicha, irradias esa energí­a y llevas las energí­as más bajas a tus vibraciones superiores. Esas personas, a quienes no influyes a propósito, empiezan a notar tu veneración y tu serenidad. Cumples tu propio objetivo, que gira en torno al servicio a los demás y por consiguiente a Dios; y por añadidura, ganas aliados.

Tu presencia permite a los demás confiar en las autíénticas conexiones personales.

Al transmitir los rasgos de la intención a los demás, permites la presencia de la confianza. Observarás la tendencia y la disposición de los demás a confiar en ti y abrirse a ti. Esto guarda relación con la cualidad de la confianza. En la atmósfera de la energí­a superior, las personas confí­an y desean compartir, contigo su historia personal. Al estar tan conectado con la intención, eres más como Dios, ¿y en quiíén confiarí­as más que en Dios para compartir tus secretos?

Recientemente, en el transcurso de una excursión, una mujer que no sabí­a nada de mí­ me desveló la historia de sus relaciones fracasadas y lo insatisfecha que se sentí­a. Durante la conversación, en un campo de energí­a que permite y alienta la confianza, se arriesgó a abrir su corazón a un desconocido. Al final descubrirás que al llevar esta energí­a de la intención, incluso los desconocidos harán todo lo posible para servirte y ayudarte a lograr tus intenciones. Se ponen de manifiesto los resultados opuestos cuando emites las frecuencias de la energí­a inferior. Si tu energí­a de desconfianza se muestra de una forma ansiosa, crí­tica, dictatorial, superior o exigente, los demás no se sentirán dispuestos a ayudarte a conseguir lo que quieres.

Tu presencia sirve de inspiración a los demás para alcanzar la grandeza.

Cuando estás conectado con el Espí­ritu y reflejas sosegadamente esa consciencia, te conviertes en fuente de inspiración para los demás. En cierto sentido, es uno de los efectos más potentes que transmite a los demás el estar conectado con la intención. La palabra inspiración significa «en el espí­ritu». El hecho de que estíés en el espí­ritu significa que más que informar inspiras con tu presencia. No inspiras a los demás insistiendo o exigiendo para que te presten atención.

Cuando inspiras a los demás con tu presencia, utilizas la fuerza creadora de la intención en beneficio de todas las personas con las que tienes contacto, incluido tú mismo. Apoyo con entusiasmo esta forma de ser, y no me cabe duda de que todos podemos ser una presencia que inspire a los demás.

Tu presencia alinea a los demás con la belleza.

Cuando estás conectado a la intención, ves belleza por todas partes porque irradias la cualidad de la belleza. Tu percepción del mundo cambia drásticamente. En la energí­a más alta de la intención ves la belleza en todos, jóvenes y viejos, ricos y pobres, blancos y negros, sin distinciones. Todo se percibe desde la perspectiva del reconocimiento, no de la crí­tica. Cuando transmites esa sensación de apreciación de la belleza a los demás, las personas tienden a verse como tú las ves. Se sienten más atractivas y mejor consigo mismas al propagar la alta energí­a de la belleza. Cuando las personas se sienten bellas actúan de una forma bella.

Tu consciencia de la belleza impulsa a otros a ver el mundo que los rodea de la misma manera. El beneficio es doble tambiíén en este caso. En primer lugar, ayudas a los demás a apreciar la vida y a que sean más felices gracias a su inmersión en un mundo de belleza. En segundo lugar, tus propias intenciones cuentan con la ayuda de las personas que han incrementado su autoestima recientemente. La belleza prolifera en los demás gracias a tu presencia cuando estás conectado a la intención.

Tu presencia transmite salud en lugar de enfermedad.

La conexión con tu Fuente te mantiene centrado en lo que intentas poner de manifiesto en tu vida, evitando dedicar energí­a a lo que no deseas. Ese centro interno no te permite lamentarte de tus achaques ni pensar en la enfermedad, el dolor o los problemas fí­sicos. Tu energí­a está siempre centrada en crear amor y en expandir la perfección de la que surgiste, lo que incluye tu cuerpo y todas tus creencias sobre tu ser fí­sico. En el fondo sabes que tu cuerpo es un sistema de milagros. Sientes gran respeto por su prodigiosa capacidad de autocuración y de funcionar por sí­ mismo sin tu intervención. Sabes que tu ser fí­sico está inspirado por una fuerza divina que hace que lata su corazón, que digiera su comida y que sus uñas crezcan, y que esa misma fuerza es receptiva a una salud infinitamente abundante.

Cuando llevas ante la presencia de los demás un reconocimiento sano del milagro que representa tu cuerpo, desactivas sus esfuerzos por pensar en la enfermedad, la mala salud y el deterioro. Aún más; cuanto más alta sea la resonancia de tu campo de energí­a, más podrás influir en los demás con tu energí­a curativa. Toma conciencia de tu prodigiosa capacidad para influir en la curación y la salud de quienes te rodean sencillamente con la presencia silenciosa de tu conexión de alta energí­a a la intención. Es una energí­a que literalmente emana de ti.