INICIO FOROS ÍNDICES DIVISAS MATERIAS PRIMAS CALENDARIO ECONÓMICO

Autor Tema: ¿Quíé nos pasarí­a si viajáramos a la velocidad de la luz?  (Leído 670 veces)

Scientia

  • Administrador
  • Excelente participación
  • ***
  • Mensajes: 37.976
  • Karma: +0/-1
  • Sexo: Femenino
¿Quíé nos pasarí­a si viajáramos a la velocidad de la luz?

http://www.muyinteresante.es/curiosidades/preguntas-respuestas/que-nos-pasaria-si-viajaramos-a-la-velocidad-de-la-luz-971409054797


En el hipotíético caso en que lográramos construir naves capaces de alcanzar esta velocidad, el trayecto no serí­a tan agradable como parecí­a ser a bordo del Halcón Milenario.


En el hipotíético caso en que lográramos construir los prototipos de nave ideados por la NASA, capaces de moverse a velocidades relativistas, y reunir la indecente cantidad de energí­a necesaria para propulsarlos, el trayecto no serí­a tan agradable como parecí­a ser a bordo del Halcón Milenario. Y es que el principal impedimento de un viaje interestelar no es la parte tecnológica, que podrí­amos dominar en cuestión de siglos, sino el peligroso medioambiente espacial, como bien saben los astronautas, que pone en relieve una vez más la fragilidad del cuerpo humano.


Si nos desplazáramos a la velocidad de la luz (300.000 kilómetros por segundo) a travíés del espacio exterior, morirí­amos en cuestión de segundos. Si bien la densidad de partí­culas es muy baja en el vací­o, a gran velocidad, los pocos átomos de hidrógeno por centí­metro cúbico incidirí­an contra la proa del vehí­culo con una aceleración similar a la que se alcanza en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), adquiriendo así­ una energí­a de 10.000 sievert por segundo. Teniendo en cuenta que la dosis mortal para un ser humano es de unos 6 sievert, este haz de radiación dañarí­a la nave y destruirí­a todo rastro de vida en su interior.


Según las mediciones de los cientí­ficos de la Universidad Johns Hopkins, ningún blindaje frontal serí­a capaz de librarnos de la radiación ionizante. Un tabique de aluminio de 10 centí­metros de grosor absorberí­a menos del 1 por ciento de la energí­a, y su tamaño no podrí­a ser aumentado ilimitadamente sin comprometer con ello las necesidades energíéticas del sistema de propulsión. Además del hidrógeno atómico, la nave tendrí­a que resistir la erosión del polvo interestelar, con lo que las posibilidades de ver su estructura pulverizada aumentarí­an considerablemente. Como solución, habrí­amos de conformarnos con alcanzar velocidades de solo un 10 por ciento la velocidad de la luz, que difí­cilmente nos permitirí­an viajar a la estrella más cercana, Próxima Centauri, en el plazo de una vida humana, ya que los 4,22 años luz de distancia se tornarí­an en 40 años de viaje.

 
La radiación cósmica es, por tanto, un obstáculo insalvable para los viajes a la velocidad de la luz, que, de ser superado en un futuro lejano, nos permitirí­a asistir al espectáculo más increí­ble de nuestra vida. A dicha velocidad, el tiempo se dilatarí­a y envejecerí­amos más despacio (los astronautas de la ISS envejecen 0.007 segundos menos cada 6 meses que la gente en la Tierra) y nuestro campo de visión se curvarí­a como si de un túnel se tratara, y avanzarí­amos hacia un destello de luz blanca, sin rastro de estrellas, mientras dejamos atrás la más absoluta oscuridad.

Laura Martí­nez