Si cree que todo es imposible no debería interrumpir a los que están intentándolo. Así piensan aquellos que ven las próximas tres semanas como una oportunidad para subirse a una ola alcista que pondrá a los precios de los activos por encima de sus valores actuales y que deciden hacer caso omiso a las cifras que confirman la recesión global. Porque a pesar del sopapo que significó el dato de empleo en los EE.UU. del último viernes (el mayor en los últimos 32 años), en la city neoyorquina transpiran optimismo cortoplacista, una especie de revancha en cuentagotas y con fecha de vencimiento para los alicaídos precios de los mercados bursátiles. En el mapa, la recomposición podría rondar entre 10% y 15%, pero los analistas optan por no acotar la expectativa de suba.
Ayer el entusiasmo tuvo su justo precio en el mercado. El plan de estímulo económico anunciado por el presidente electo de los Estados Unidos, Barack Obama, sobre inversión en infraestructura, le puso una dosis de buen humor a una jornada donde la recuperación del precio del petróleo (ganó 8% hasta u$s 41) y la expectativa de que finalmente operará ayuda estatal a las compañías automotrices por u$s 15.000 millones, tuvieron sabor a triunfo.