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Autor Tema: Por qué nunca deberías chupar la cabeza de las gambas  (Leído 1214 veces)

Scientia

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Por qué nunca deberías chupar la cabeza de las gambas
« en: Enero 04, 2021, 07:52:53 pm »
COMER SE HA CONVERTIDO EN ENVENENAMIENTO

E 621 ¿Cómo de dañino puede ser el glutamato monosódico sintético para nuestro organismo?
Por qué nunca deberías chupar la cabeza de las gambas
Estas contienen cadmio, un metal que se acumula en los riñones y en el hígado que puede causar distintos daños.
Las gambas y los langostinos son dos de los alimentos favoritos de casi todo el mundo.
Saben a mar, tienen una textura agradable y, nada más verlas, ya apetece hincarles el diente. Las disfrutamos mucho en navidad, pero también en verano.
Las hay de muchos tipos y de muchos precios y, por lo tanto, en una escala de calidad menor o mayor, son accesibles para la mayoría de la población.
La duda, eso sí, es qué hacer con la cabeza. ¿Es saludable chuparla? ¿Conviene comerse lo que hay dentro? La respuesta es rotunda y clara: no conviene. Y voy a explicar por qué.
Según AESAN
Debe limitarse en la medida de lo posible, el consumo de la carne oscura de los crustáceos, localizada en la cabeza.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, dependiente del ministerio de Consumo del Gobierno, recomienda, desde hace diez años, “limitar en la medida de lo posible, el consumo de la carne oscura de los crustáceos, localizada en la cabeza, con el objetivo de reducir la exposición de cadmio”.
¿Y qué ocurre con el cadmio? Pues este organismo del Estado recuerda que se trata de un metal que se acumula en el organismo, “principalmente en el hígado y el riñón, durante entre 10 y 30 años”. Es una sustancia tóxica para el riñón y puede “causar disfunción renal”.
Y sí, es cancerígeno.
La Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC) ha clasificado el cadmio como un agente de la categoría 1 (cancerígeno para los humanos) por existir suficiente evidencia científica que lo avala.
También la OMS lo ha clasificado como cancerígeno.
La Unión Europea regula los niveles máximos de cadmio que deben contener los alimentos y la Dirección General de Sanidad y Protección de los Consumidores (DGSANCO) de la Comisión Europea ha pedido a los estados miembros donde hay un consumo elevado de gambas, langostinos y otros crustáceos, como es el caso de España, que recomienden a sus ciudadanos evitar ingerir las partes del animal en las que hay más concentración de la sustancia. En este caso, la cabeza.
La ingesta de cadmio cuando se consume la cabeza supone 4 veces la ingesta que se obtendría al consumir solo el abdomen"
Los datos con los que trabaja el Gobierno apuntan a que “la ingesta de cadmio cuando se consume la cabeza supone 4 veces la ingesta que se obtendría al consumir solo el abdomen”. El motivo por el cual las gambas tienen la mayor concentración de cadmio en la cabeza es que tienen el hígado y los riñones precisamente en esa parte del cuerpo.
Y en esos órganos es donde se acumula esta sustancia tan nociva si se ingiere en grandes cantidades, que no permitan al organismo humano deshacerse de ella.
El otro problema de las cabezas de las gambas: los sulfitos
La industria pesquera añade a menudo *sulfitos a las gambas y los langostinos para evitar que se ennegrezcan. El hecho de que tengan un aspecto oscuro no es perjudicial para la salud, pero sí para las ventas y por eso se les añade este aditivo.
Ahora bien, según un estudio de la Unión Europea, los *sulfitos, que se concentran sobre todo en la cabeza, tienen el peligro de ser perjudiciales para los seres humanos. Pueden provocar reacciones alérgicas, además de ataques de asma a quien sufra la enfermedad, y urticaria.
Lo ideal es no comer la cabeza de las gambas y los langostinos o, como mínimo, hacerlo con mucha moderación.
Hay que decir, eso sí, que no todas las gambas contienen *sulfitos y que, productos de alta calidad como las famosas y reconocidas gambas frescas de Palamós, no lo llevan añadido y, por ello, no representan un riesgo en lo referente, concretamente, a esta sustancia.
Así pues, lo ideal es no comer la cabeza de las gambas y los langostinos o, como mínimo, hacerlo con mucha moderación. Si no nos podemos aguantar, una opción es calcular las gambas que nos comeremos y marcarnos un tope: Podemos decidir que succionaremos la cabeza de un 10% de ellas. Así nos quitaremos la gula y, a la vez, ingeriremos una cantidad moderada de sustancias perjudiciales para el organismo. De esa forma, nuestro cuerpo tendrá más capacidad para eliminarlas.
* Sulfitos. “Es un aditivo aceptado por la Unión Europea, que tiene numero E (entre E220 y E228) y que actúa como conservante para evitar el crecimiento de microorganismos, la decoloración y la oxidación de aceites y grasas, entre otras funciones". Distintas entidades, como la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos, confirman que los sulfitos pueden producir cuadros asmáticos, anafilácticos y eritema.
Por ello, es tan importante prestar atención a las etiquetas de los productos a la hora de hacer la compra en el súper. Al tratarse de un alérgeno de declaración obligatoria (de los 14 que existe), será fácil reconocer los alimentos que los contienen. Así, solo tendremos que fijarnos en las siglas que van de la E-220 a la E-228. Tenemos que tener en cuenta que la reglamentación española obliga a los fabricantes a informar del uso de sulfitos en las etiquetas cuando el producto contiene más de 10mg de sulfitos por kg o litro.
Por tanto, con menor cantidad es más complicado de detectar; de ahí que el diagnóstico no sea fácil.
Dr. Michel STÉPHAN©® www.michelstephan.com