Ya hace unas semanas, ante nuestra sorpresa, Krugman anunciaba el fin de la recesión económica. Ahora confirma que este hecho “probablemente ha ocurrido†y que lo importante será observar quíé hay despuíés de salvar el abismo.
Para analizar la diferencia entre el final de la recesión y un comportamiento económico saludable, lo primero que hay que hacer es medir la profundidad del agujero en el que estamos metidos. Para ello comparamos el PIB desde el comienzo de la recesión al PIB al que habríamos crecido si hubiese continuado la tendencia iniciada en 1999.
El resultado es el siguiente: estamos creciendo un 8% por debajo del potencial. Esto se traduce en una píérdida productiva de 1 trillón de dólares al año (un trillón americano = 1 billón europeo), así como píérdida laboral. Y continuaremos sufriendo estas píérdidas, incluso con el PIB creciendo, hasta cerrar ese diferencial. Y de momento no tenemos datos que nos hagan suponer que vamos a cerrar ese diferencial de crecimiento, así que continúa la tragedia. Y esto suponiendo que no volvamos hacia atrás y dibujemos el tan manido doble suelo (un poco cenizo la verdad).
Hay una cierta tendencia a tratar el tema del doble suelo como una locura propia de pesimistas incorregibles. Pesimistas que predijeron la crisis actual (azucarillo para Krugman). Pero hay razones reales para preocuparse: la primera es que el positivo efecto del estímulo fiscal comenzará a desvanecerse en un par de trimestres; y la segunda es que la mayor parte del impulso económico que estamos teniendo ahora es debido a la reconstrucción de inventarios, y este proceso sólo se hace una vez.
En el caso de los inventarios tenemos el ejemplo reciente del último trimestre de 2001 y primero de 2002, en el que una reconstrucción de inventarios produjo un boom de crecimiento que se diluyó rápidamente al pasarse el efecto de reconstrucción, llegando a producir casi un doble suelo en la recesión.
En un entorno político racional la conclusión sería clara: necesitamos más estímulo fiscal. Sí, indudablemente esto significaría más díéficit fiscal, pero ¿no merece la pena si de esta forma conseguimos cerrar ese diferencial de producción que nos lastra con más de un trillón de dólares al año (y puestos de trabajo)? Ya resolveremos el problema de financiar la deuda....cuando toque.
http://www.economiahoy.es/noticia/44481/notas-macro-de-paul-krugman.html