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Autor Tema: Mentalidades monetaristas equivocadas...  (Leído 428 veces)

OCIN

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Mentalidades monetaristas equivocadas...
« en: Octubre 13, 2009, 10:40:57 am »
The New York Times News Service

Una lección de la Gran Depresión es que nunca se debe subestimar el poder destructivo de las malas ideas. Y algunas de las malas ideas que ayudaron a causar la Depresión, desgraciadamente, han demostrado ser demasiado duraderas: en forma modificada, siguen influyendo en el debate económico de hoy.

¿A cuáles ideas me estoy refiriendo? El historiador de la economí­a Peter Temin ha argumentado que una causa clave de la Depresión fue lo que íél denomina “la mentalidad del patrón oro“. Con ello no sólo se refiere a la creencia en la sacrosanta importancia de mantener el valor en oro de la moneda, sino a un conjunto de actitudes asociadas: temor obsesivo a la inflación, aun de cara a la deflación; oposición al críédito fácil, aun cuando la economí­a lo necesita desesperadamente, con base en que serí­a un poco corruptor; afirmaciones que aun si el Gobierno pudiera crear empleos no deberí­a hacerlo porque ello sólo serí­a una recuperación “artificial“.

A principios de los 1930, esta mentalidad llevó a los Gobiernos a aumentar las tasas de interíés y recortar el gasto, a pesar del desempleo generalizado, en un intento por defender sus reservas de oro. Y aun cuando los paí­ses se alejaron del oro, la mentalidad prevaleciente los hizo renuentes a reducir las tasas y crear empleos.

Sin embargo, ya dejamos eso atrás. ¿O no?

Estados Unidos no está a punto de regresar al patrón oro. Sin embargo, una versión moderan de la mentalidad del patrón oro está ejerciendo una creciente influencia en nuestro discurso económico. Y esta nueva versión de una vieja idea mala podrí­a minar nuestras posibilidades de una recuperación total.

Hay que considerar primero el alboroto actual por la baja internacional del valor del dólar.

La verdad es que la caí­da del dólar es una buena noticia. Entre otras cosas, es principalmente resultado de la confianza en aumento: el dólar aumentó en el punto máximo de la crisis financiera, a medida que los inversionistas aterrorizados buscaron refugio seguro en Estados Unidos, y ahora que ese temor está pasando, el dólar está bajando otra vez. Y un dólar más bajo es bueno para los exportadores estadounidenses, lo que nos ayuda a hacer la transición para alejarnos de los enormes díéficits comerciales hacia una posición internacional más sostenible.

Sin embargo, si se buscan opiniones en, por decir, la página editorial de The Wall Street Journal, se dice que el dólar a la baja es algo terrible, un signo de que el mundo está perdiendo la fe en Estados Unidos y especialmente, claro, en el presidente Barack Obama). Uno cree que se tiene que hacer algo para detener el deslizamiento del dólar. Y en la práctica la baja del dólar se ha convertido en un palo con el que los miembros conservadores del Congreso golpean a la Reserva Federal, presionándola para que reduzca sus esfuerzos en apoyo de la economí­a.

Sólo podemos esperar que la Reserva enfrente resueltamente la presión. Sin embargo, hay signos preocupantes de una mentalidad monetarista equivocada dentro del propio sistema de la Reserva Federal.

En las últimas semanas, ha habido una serie de declaraciones de funcionarios de la Reserva, principal pero no exclusivamente, presidentes de bancos regionales de la Reserva Federal en las que llaman a un retorno prematuro a una polí­tica monetaria más estricta, incluidas tasas de interíés más altas. Ahora bien, la gente del sistema de la Reserva Federal es por lo general extremadamente prudente cuando hace declaraciones sobre la futura polí­tica monetaria, para no meterse en los esfuerzos por darle forma a las expectativas del Comitíé del Mercado Abierto de la dependencia, que es el que en realidad establece esas tasas. Así­ que es extraordinario ver a todos estos funcionarios repentinamente rompiendo las reglas implí­citas, en efecto sermoneando al Comitíé del Mercado Abierto sobre lo que deberí­a hacer.

No obstante, lo que es más extraordinario es la idea de que las tasas en aumento tendrí­an sentido muy pronto. Despuíés de todo, la tasa de desempleo es de un horripilante 9.8 por ciento y sigue aumentando, mientras que la inflación está muy por debajo del objetivo a largo plazo de la Reserva; de hecho, la regla general estándar indica que se deberí­a mantener en suspensión a las tasas de interíés los siguientes dos años o más, o hasta que la tasa de desempleo haya caí­do a alrededor de siete por ciento.

No obstante, algunos funcionarios de la Reserva quieren jalar el gatillo contra las tasas mucho más pronto. Para evitar una “Gran Inflación“, dice Charles Plosser de la Reserva de Filadelfia, “tendremos que actuar antes de que los í­ndices de desempleo y otras medidas de la utilización de los recursos hayan retornado a niveles aceptables“. Jeffrey Lacker de la Reserva de Richmond dice que es posible que se necesite aumentar las tasas aun si “el í­ndice de desempleo no ha empezado a caer todaví­a“.

No síé quíé análisis estíé detrás de estos inquietos dedos en el gatillo. Sin embargo, probablemente ni siquiera se trate de un análisis de todas formas; se trata de la mentalidad, del sentido de que se supone que los bancos centrales son rudos, que no otorgan críéditos fáciles.

Y es crucial que no permitamos que esta mentalidad guí­e a las polí­ticas públicas. Sí­ pareciera que hemos evitado una segunda Gran Depresión. Sin embargo, ceder ante una versión moderna de los prejuicios de nuestros abuelos serí­a una muy buena forma de asegurar la siguiente peor cosa: una prolongada íépoca de crecimiento lento y un desempleo muy elevado.
 


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...