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Autor Tema: Seis empresas a tiro de OPA (Expansión)  (Leído 1167 veces)

Eguzki

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Seis empresas a tiro de OPA (Expansión)
« en: Febrero 24, 2008, 07:46:47 pm »
Seis empresas a tiro de opa
Publicado el 24/02/2008, por S. Píérez y M. Martí­nez

Que las caí­das en bolsa son la cruz de los inversores en renta variable (con la excepción de aquíéllos, una minorí­a, que apuestan por mercados a la baja) queda fuera de discusión. Quizás uno de los únicos atenuantes que se pueden esgrimir para dulcificar los momentos complicados como el que atravesamos desde el arranque del año (el Ibex 35 se deja un 14,26%) es que, mientras no se deshacen las posiciones, las píérdidas en las acciones son sólo latentes.

Es más difí­cil de determinar  cómo afecta a las empresas cotizadas los descensos de capitalización, es decir, el valor del conjunto de las acciones en la que está dividido el capital social de la compañí­a a precio del mercado. Como en todos los órdenes de la vida, en este terreno tambiíén hay pros y contras, aunque, en opinión de los expertos, no resulte sencillo apreciar las ventajas. Una de las más evidentes es la posibilidad con la que se encuentran las empresas de recomprar acciones propias a un precio interesante, que “es una ví­a que las compañí­as utilizan en polí­tica financiera y como manera de mejorar las cotizaciones”, explica Domingo Garcí­a Coto, director del Sevicio de Estudios de Bolsas y Mercados Españoles (BME).

Oportunidad
Una coyuntura de capitalizaciones a la baja tambiíén “es una oportunidad para mitigar el impacto del riesgo de mercado, con actuaciones para favorecer la acción, como contar mejor las fortalezas del negocio, distinguirse de los competidores, o compararse con ellos; por ejemplo, se puede reseñar cuando la caí­da propia es inferior a la registrada por los competidores”, añade Garcí­a Coto.

Con todo, las caí­das de capitalización conllevan complicaciones más que otra cosa (ver información adjunta). Como señala, el experto de BME, “en principio es negativo porque el valor en bolsa es el medidor de la gestión y, además, tiene valor cuantitativo: permite comprar en buenas condiciones  una empresa (especialmente cuando se pretende pagar con intercambio de papeles), o protegerse de adquisiciones no deseadas.

Tambiíén se puede observar  esto justo desde el lado opuesto. Las fuertes caí­das de las valoraciones en los últimos meses han incrementado la vulnerabilidad (o el atractivo, según la perspectiva) de las compañí­as, que ya estaban en el punto de mira del mercado incluso con precios mucho más altos.

En la diana
Repsol, por ejemplo, a la que los expertos han visto durante mucho tiempo con posibilidades de jugar los dos papeles (como compradora o como objetivo de adquisición), presenta ahora un perfil más próximo a ser engullida, según  los analistas. El grupo que preside Antoni Brufau le resultarí­a hoy 4.900 millones de euros más barata a las grandes petroleras mundiales que hipotíéticamente la pretendieran que el pasado 18 de noviembre, cuando la bolsa española marcó su máximo histórico. La capitalización actual de Repsol (26.700 millones de euros) representa un 19,5% del valor de mercado de British Petroleum, que supera los 137.000 millones.

A 10.400 millones asciende la píérdida de capitalización de BBVA en los últimos tres meses. Con esa cantidad, el segundo banco español podrí­a prácticamente adquirir el tercero, Banco Popular, que tiene hoy un valor de mercado de alrededor de 11.000 millones de euros.  Lo cierto es que sobre la entidad  que preside íngel Ron no se ciernen especulaciones de este signo. El banco tambiíén quedó fuera de las quinielas durante todo el año pasado, cuando la banca española  mediana y pequeña era escudriñada por los inversores, a la espera de movimientos corporativos en el contexto general del proceso de consolidación del sector europeo.

Ahora la atención del mercado se ha desviado fundamentalmente hacia algunas entidades del continente que han sufrido un fuerte castigo en bolsa, como Sociíéte Geníérale, cuya situación se ha agravado por el escándalo Jíªrome Kerviel. Con esta perspectiva, BBVA, uno de los bancos europeos mejor valorados por los analistas, vuelve a colocarse en el punto de mira del mercado. Bankinter tambiíén lo está (ver página 19).

Los varapalos en las capitalizaciones han sido generalizados desde el pico bursátil de noviembre (ver gráfico). El hólding de los mercados españoles BME, “una máquina de hacer dinero”, según acostumbran a señalar los expertos, ha visto  como se esfumaban 965 millones de su valor en bolsa, que actualmente se sitúa en  menos de 3.100 millones del euros. Un pequeño bocado para Deutsche Boerse, que esta misma semana ha vuelto a abrir la puerta a posibles adquisiciones. La capitalización de BME representa un 13,5% de la del operador alemán, cuyo precio de mercado roza los 23.000 millones.

Aunque los últimos movimientos accionariales en Iberia han frenado el proceso de venta de la aerolí­nea española, esta compañí­a es eterna candidata a recibir una oferta por su posición en Latinoamíérica y su pequeño tamaño. Iberia vale hoy 2.239 millones de euros, frente a los 6.800 de Lufthansa, es decir, un 32% del valor de mercado de la alemana.

Los inversores tambiíén especulan con una posible batalla para hacerse con Iberdrola. El primer grupo elíéctrico español  tiene una capitalización de 49.000 millones,  equivalentes al 41% del precio de mercado de su principal pretendiente, la francesa EDF (118.350 millones).

Unos de los movimientos más esperados por los expertos es que lleve al desenlace de la complicada estructura accionarial de NH Hoteles, en la que Hesperia (rival de la compañí­a) controla un 25,08%. El 74,92% restante  vale hoy 1.039 millones de euros, frente a los 1.622 millones de hace tres meses.

Cómo impactan las previsiones sobre resultados en las acciones
La relativa tranquilidad con la que transcurrí­a la jornada bursátil del pasado 13 de febrero, teniendo en cuenta la tremenda volatilidad que inunda el mercado desde hace semanas,  se vio interrumpida en las pantallas de negociación por la acumulación de órdenes de venta sobre Telefónica. Las matildes llegaron a caer un 3,40%.  ¿Habí­a algo detrás o se trataba, como ocurre tan a menudo con muchos valores, de un movimiento inexplicable, o que obedecí­a a lo que se suele denominar “factores tíécnicos”? En esta ocasión, circulaba un argumento de peso: el rumor, a la postre desmentido por la empresa, de que la operadora podrí­a anunciar un profit  warning (advertencia sobre una revisión a la baja de los resultados).

Telefónica presenta las cuentas del cuarto trimestre el próximo jueves, y la expectación es máxima.  Al grupo que preside Cíésar Alierta le está tocando ahora padecer las consecuencias menos favorables de la formidables influencia que tienen las perspectivas sobre beneficios de las empresas en el ánimo de los inversores. Telefónica tambiíén ha saboreado recientemente la cara más amable del mismo fenómeno. El 11 de octubre, las acciones de la compañí­a subieron más de un 7% coincidiendo con la celebración del Dí­a del Inversor. En aquella cita, además de anunciar el adelanto a 2008 del aumento  del dividendo a un euro por acción, la operadora mejoró sus previsiones de crecimiento hasta 2010, ejercicio en el que espera lograr un beneficio neto de 10.998 millones de euros, un 76% más que en 2006.

Estos avatares alrededor de los tí­tulos de Telefónica ponen de manifiesto que las previsiones sobre los resultados de las empresas cuentan mucho en el mercado.  ¿Importa tambiíén que sean acertadas? “Las malas previsiones cuestan dinero y el mejor indicador es la capitalización bursátil”,  sostiene un estudio publicado por KPMG, que se basa en una encuesta global a más de 540 altos directivos de compañí­as europeas.  Del análisis de la consultora se desprende que los errores de las previsiones han costado a las empresas estudiadas un 6% del precio de sus acciones en los últimos tres años. 

De acuerdo con los datos obtenidos por KPMG, sólo un uno por ciento de las estimaciones de resultados realizadas por las compañí­as han sido exactas en el último trienio, y las más precisas –aquíéllas con un margen de error inferior al 5%– representan sólo a una quinta parte de la totalidad. La desviación media absoluta de las previsiones de las organizaciones estudiadas es del 13%.

Los mejores “previsores” han obtenido unos resultados significativamente mayores que los menos precisos, ya que la cotización de sus acciones ha aumentado un 46% en vez de un 34% durante el periodo analizado.

Para los encuestados por KPMG,  es evidente que el mercado prefiere empresas que superan las previsiones, y que cuando una empresa emite una advertencia sobre resultados aumenta la probabilidad de que lo vuelva a hacer.  “Si una empresa desarrolla un patrón de previsiones inexactas, puede que los analistas no se fí­en y empiecen a pensar en un aumento del riesgo de que la empresa sea objeto de adquisición o que su equipo de dirección vaya a cambiar”, argumentan. “Realizar unas malas previsiones  una vez no tiene por quíé ser un desastre, pero sí­ ocasiona problemas. Si las estimaciones han resultado erróneas,  la empresa debe explicar por quíé. Si se trata de algo comprensible, los inversores serán beníévolos, pero incluso un error justificable tiene efectos colaterales”, añaden.

Pero, claro, no es lo mismo equivocarse por exceso que por defecto. Algunos de los directivos encuestados para este estudio afirman que las previsiones inexactas importan realmente cuando la empresa obtiene resultados inferiores a los previstos. Eso sí­ , con limitaciones.  “Más que precisión, los analistas quieren que superes las previsiones, pero no demasiado para que no quede patente una falta de conocimiento al respecto”, sostienen.

El análisis apunta otras ideas curiosas.  Dice, por ejemplo,  que el mercado normalmente no premia a las empresas que son sistemáticamente prudentes al elaborar sus previsiones dándoles un mayor rating.