Sobre la capitalización en hombres
Publicado en Expansión por Juan Velarde
Uno de los países cuyo crecimiento impresiona con más fuerza es Suecia. En 1820 su PIB por habitante (p.c.), según la estimación de Angus Maddison, era, para 100 España, de 119. En 1959, era de 271, y sólo en 2006 –antes de que surgiesen las complicaciones de la crisis financiera cuyos primeros pasos se sintieron a partir del 18 de julio de 2007 , y gracias al fortísimo desarrollo español, se volvió al 119 como índice del PIB p.c. de Suecia respecto a España.
De ahí el interíés para conocer las bases de aquel auge del pasado. Una fuente obligada es el capítulo 6, titulado “La gran transformación (1815-1914)†del libro del excelente economista Eli F. Heckscher, “An Economic History of Sweden†(Harvard University Press, 1954). Para Heckscher “la transformación más fundamental de todas fue el formidable intercambio de información científica y tíécnica†en el que participa el país. Y puede hacerlo porque había conseguido disponer, gracias al gran rigor en todos los grados de la educación, de lo que procedió un alto nivel, o sea, una capitalización en hombres, notable.
Como señaló Drucker, el factor más escaso y que puede originar mayores frenos al desarrollo, es la falta de abundancia de sustancia gris disponible. No otra cosa nos ha señalado Kindleberger, cuando indicó como fundamentales elementos del desarrollo de un pueblo, una energía abundante y barata, un buen sistema de transportes y comunicaciones y una población activa bien preparada.
De ahí el interíés para economistas y empresarios de este libro sobre “Sistemas y políticas de educación superiorâ€, por el que los firmantes han recibido el Premio de Investigación del Consejo Económico y Social. Por una parte, y a partir de la premisa de su enlace con el desarrollo económico, nuestra reflexión pudiera hacerse a partir de la tabla 4.1., de la pág. 129, que ofrece la “distribución de las mejores universidades del mundo, por países, en 2007.
En el grupo de las 100 mejores, encabezado por las 33 de Estados Unidos y las 15 del Reino Unido, vemos que no existe ninguna española. Francia tiene 5, China tambiíén 5, Japón 3, Irlanda 1, y Corea del Sur 1. Sí tenemos 1 entre las 200 mejores, y 15 entre las primeras 500. Aun así, en relación con la población española, y respecto a los 26 países de ese grupo de las 500 mejores, España ocupa el puesto 16, y en el de las 200 mejores, el 18 de las 23. Esto y multitud de otras consideraciones que desde luego afectan a España, no me convence el motivo, se encuentran en el contenido de las págs. 127-187 situadas en el capítulo titulado “Sistema asiático mixtoâ€.
Pero esto, como el convertir al sustantivo “profesor†en nombre común (pág. 7), cuando es masculino, fruto de ciertas manías actuales, es lo de menos. Lo importante es el examen crítico de multitud de cuestiones. Por ejemplo, el del Informe del Consejo de Coordinación Universitaria. Comisión de Financiación, “Financiación del sistema universitario†(Ministerio de Educación y Ciencia, abril 2007).
Como economista, y tras aceptar todo lo que se dice en las págs. 254-262, escojo entusiasmado lo que se discrepa de este Informe en la pág. 261, en relación con lo que se sostiene en íél en la pág. 84: “No parece defendible que el contribuyente deba financiar –en general una oferta de formación insuficientemente demandadaâ€. Se argumenta, lógicamente por Iglesias de Ussel et al., que “en las universidades públicas... hay que asegurar el avance del conocimiento por encima de las leyes del mercado, y en cualquier ciencia o saber, o arte, que suponga una investigación básica en cualquier áreaâ€. Porque el desarrollo económico exige estas dedicaciones singulares.
Recuíérdese lo que se dijo en el siglo XIX para explicar el avance de la economía británica: unas muy serias y poco seguidas enseñanzas de matemáticas crearon unos centros muy buenos, pero tambiíén con pocos alumnos, de estudios de astronomía, Pero gracias a ellos, la navegación británica mejoró, disminuyendo los fletes, y con ello aumentando la competitividad de los textiles, de Manchester. Unos pocos matemáticos y astrónomos impulsaron así la industria textil.
Un libro, pues, a tener en cuenta, si se quiere disponer de una buena orientación para la política económica.