INICIO FOROS ÍNDICES DIVISAS MATERIAS PRIMAS CALENDARIO ECONÓMICO

Autor Tema: ífrica, en manos del dragón chino  (Leído 389 veces)

anna

  • Visitante
ífrica, en manos del dragón chino
« en: Noviembre 14, 2009, 10:31:22 am »
ífrica, en manos del dragón chino

por Juan Pablo Cardenal

Continúa la ofensiva a gran escala de China en ífrica. En el Foro de Cooperación China-ífrica (FOCAC), celebrado esta semana en la localidad egipcia de Sharm El Sheikh, el gigante asiático no ha escatimado esfuerzos para apuntalar la estrategia que garantice su acceso a los recursos naturales y el suministro futuro de materias primas.

En la Cumbre, que contó con la presencia de 49 paí­ses africanos, Pekí­n puso detrás de su compromiso una cifra arrolladora encima de la mesa: 10.000 millones de dólares (unos 6.650 millones de euros) en críéditos blandos para los próximos tres años.

Otras ayudas incluyen la eliminación de aranceles para los productos de los paí­ses africanos más pobres con el objetivo de facilitar su acceso al mercado chino; la puesta en marcha de un centenar de proyectos de energí­as renovables; y la construcción de 30 hospitales y medio centenar de escuelas, además de la formación de 3.000 míédicos y 1.500 profesores, entre otras formas de cooperación.

Todo ello sin contar las ayudas ya comprometidas en el año 2006, las que China brinda bilateralmente a paí­ses especí­ficos o la cancelación de la deuda africana.

Petróleo y minerales
La polí­tica china en ífrica, que el primer ministro comunista, Wen Jiabao, insiste en calificar como "desinteresada", está dando ya los frutos esperados por todo el continente. Porque, una vez asfaltado diplomáticamente el camino, son las empresas estatales las encargadas de ejecutar sobre el terreno la estrategia oficial.

Sólo en los primeros seis meses de este año, las grandes corporaciones públicas del sector energíético han invertido ya 60.000 millones de dólares (casi 40.000 millones de euros) en activos o derechos de explotación en minas y compañí­as petrolí­feras del continente negro.

La última operación, hace pocos dí­as, certificó una políémica inversión minera de 7.000 millones de dólares (4.660 millones de euros) en Guinea-Conakry, paí­s gobernado por una dictadura militar.

El despliegue de tentáculos en forma de inversión y comercio a gran escala acontece a lo largo y ancho del continente, especialmente en paí­ses ricos en minerales y petróleo como Angola, Sudán, Nigeria, Zambia y República Democrática del Congo, entre otros. De hecho, un estudio reciente del Instituto Sudafricano de Asuntos Internacionales señala que "el 83% de las exportaciones africanas a China en 2007 fueron en forma de petróleo".

¿Saqueo de recursos?
Datos como íéste han llevado a los crí­ticos a insinuar que China está aprovechando su poderí­o económico y las urgencias africanas para saquear los recursos naturales de un continente mayormente pobre. Tampoco contribuye a rebajar el tono de las crí­ticas el apoyo implí­cito -y financiero- que, según muchos, brinda Pekí­n a paí­ses que, como Sudán, Guinea, Chad o Zimbabwe, se han hecho cíélebres por sus sistemáticas violaciones de los derechos humanos. Acusaciones todas ellas que, como era de esperar, fueron rebatidas por Wen Jiabao durante la Cumbre de Egipto.

"Las alegaciones de que China ha ido a ífrica a saquear sus recursos y a practicar el neocolonialismo son absolutamente insostenibles", dijo. En su defensa aseguró que las importaciones energíéticas de China en ífrica suponen sólo el 13% de las exportaciones totales africanas.

Tambiíén remarcó que la polí­tica china en la región "está orientada a contribuir al bienestar de la gente", dijo en referencia al esfuerzo que China realiza al tener en marcha incontables obras de infraestructuras, incluida la construcción de colegios, hospitales o estadios de fútbol.

Además, en paí­ses que fueron literalmente arrasados por guerras recientes, como Angola o Ruanda, las empresas chinas están liderando la reconstrucción. Por supuesto, el coste, la rapidez y la más que aceptable calidad de la oferta china son prácticamente imposibles de batir. Factores todos ellos que seducen especialmente a los Gobiernos africanos. "En tíérminos de entrega y velocidad no hay una opción mejor que la china. Puede haber factores negativos, pero la cuestión es cómo consigues un impacto más rápido", explica Felix Mutati, ministro de Comercio de Zambia a elEconomista.

No vincular las ayudas y la ejecución de proyectos a las condiciones polí­ticas que sí­ exige Occidente en tíérminos de corrupción y la democracia, juega tambiíén a favor del paí­s asiático. "Hay que ser prácticos. Todo es cuestión de eficacia a la hora de afrontar los retos del desarrollo", reconoce Mutati.

Segunda oleada inversora
Sea como fuere, lo cierto es que la luna de miel entre ambos ha impulsado ya una segunda oleada de inversiones chinas en sectores no vinculados a los recursos naturales, lo que ha inundado ífrica de empresas chinas públicas y privadas, cuando no de empresarios individuales, que están atacando con indudable íéxito los mercados locales del continente.

El impacto en las telecomunicaciones -gracias a compañí­as como Huawei y ZTE- y en el sector del automóvil es especialmente visible. Por tanto, no es ninguna sorpresa que el comercio entre ambos se haya disparado en los últimos años. De hecho, desde el año 2000 se ha multiplicado por diez.

Y sigue creciendo a un ritmo vertiginoso: en 2008, el comercio superó los 106.000 millones de dólares (unos 70.500 millones de euros), un 45% más que en 2007. Ahora bien, ello no implica que ífrica sea necesariamente la más favorecida de los dos por el mayor flujo de intercambios comerciales. Según la Fundación Rockefeller, sólo 15 del medio centenar de paí­ses africanos tiene superávit con el gigante asiático.

En medio de una ofensiva china que, por su eficacia, amenaza con desbancar -si no ha ocurrido ya- los intereses occidentales en el continente negro, son tambiíén crecientes las voces que alertan de los riesgos futuros que sobrevuelan sobre ífrica. "No sólo es una cuestión de que se llevan a sus propios trabajadores, de que en los contratos se exige un alto porcentaje de materiales chinos o de que no haya transferencia tecnológica", advierte un diplomático de Namibia que accedió a hablar con este diario a condición de anonimato. "Lo malo es que los chinos serán los nuevos imperialistas. Y a ver quíé pasa entonces con ífrica", concluye.