Por exclusión, la renta variable es ahora el único activo que paga el riesgo asumido", explica Marta Campello, socia de Abante Asesores. "Además, aunque han subido mucho, los índices aún se encuentran un 40% por debajo de los máximos históricos, con lo que si mejoran los beneficios la Bolsa tendrá recorrido". Con argumentos como íéste o similares, los asesores financieros han construido sus carteras de fondos para el año entrante con un peso destacado de la renta variable, especialmente en aquellos perfiles más arriesgados. Las seis firmas de asesoramiento que periódicamente colaboran con este diario han elevado su exposición a la Bolsa en los últimos seis meses, incluso a pesar del enorme recorrido de los índices desde marzo del año pasado. El Ibex 35 ha subido más de un 70% desde entonces.
El peso medio de la renta variable en las carteras más agresivas ha aumentado considerablemente, pasando del 57,73% en julio de 2009 al 76,8% en la actualidad. La exposición a la Bolsa oscila entre el 65% de Deutsche Bank y el 95% que destina Abante Asesores. Son carteras no estáticas, pensadas para adaptarse a los cambios de entorno, pero que se han construido con un horizonte de unos seis meses.
Los asesores no pasan por alto que 2010 está lleno de incertidumbres. Pero observan que, por el momento, la renta variable muestra mayor atractivo que otras inversiones. "Es conveniente dividir este año en dos partes", comenta Víctor Alvargonzález, consejero delegado de Profim. "La variable que hay que mirar es la inflación, porque marcará todo lo que suceda". Para los asesores, durante la primera mitad del año los mercados deberían estar sustentados por los efectos positivos de los impulsos monetarios y fiscales, pero hay mayor incertidumbre para la segunda mitad del ejercicio, cuando se vayan retirando los estímulos.
Los expertos consideran que el mejor escenario para las Bolsas es uno de crecimiento moderado e inflación bajo control. Si la recuperación económica fuera demasiado intensa, aumentarían los riesgos de subida de precios; la inflación supone una caída de la rentabilidad real de las inversiones y hace probable el alza de los tipos por parte de los bancos centrales, lo que elevaría el atractivo de activos como la renta fija a corto plazo.
Las apuestas se reparten entre renta variable estadounidense y europea, con una diferencia con respecto a las carteras del año pasado. La mayoría de los fondos de Bolsa americana no cubren la divisa, lo que denota una apuesta clara por el alza del dólar, despuíés de la depreciación frente al euro de los últimos meses. Los emergentes mantienen un peso importante en las carteras de mayor riesgo, aunque se han reducido posiciones, habida cuenta de las fuertes subidas del año pasado. "Nos gusta la renta variable emergente, especialmente la de Asia. Le tenemos más miedo a Latinoamíérica", apunta Campello.
Los asesores son conscientes de la dificultad de que los índices de Bolsa logren en 2010 subidas como las del año pasado. Por ello, opinan que este año, más que nunca, toma relevancia la elección de fondos y gestores que sean capaces de sobresalir. "Los últimos años han sido un verdadero examen para los gestores. Muchos fondos han desaparecido debido a la crisis, así que se puede decir que han sobrevivido los mejores", comenta Jesús Ipiña, asesor de Atlas Capital. Marta Campello, de Abante, coincide: "Este año va a ser más de gestores que de índices. En los momentos malos se ve quiíén protege realmente el capital".
Entre las apuestas para los próximos meses, destaca la presencia de fondos flexibles, capaces de posicionarse en Bolsa entre el 0% y el 100% con agilidad, según el entorno de mercado. Es en estos productos donde prima la experiencia y la intuición del gestor para adaptarse a las circunstancias. De entre los fondos con estas características destaca el Carmignac Patrimoine, recomendado por cuatro de las seis casas de asesoramiento.
"En estos años hemos aprendido que la gestión activa del riesgo es muy importante", comenta Eduardo Antón, analista de fondos de Inversis Banco. "Nos gustan los fondos en los que la comisión compensa porque se ve reflejada en la evolución del fondo. Son carteras que no siguen índices, aportan valor añadido".
El consenso es elevado en cuanto a la distribución de activos, no tanto por lo que gusta como por lo que no. En las carteras más conservadoras se ha producido una reducción acusada de la presencia de fondos monetarios. Estos productos, que invierten en activos sin riesgo, se utilizan para mitigar la volatilidad de los mercados, en mayor medida cuanto más conservador es el perfil de riesgo. Pero su atractivo ha caído en picado incluso para los perfiles más moderados, porque su rentabilidad esperada, con los tipos de interíés oficiales en mínimos históricos, es casi nula. "Hemos dejado muy poco en liquidez", confirma Jesús Ipiña. "No es buen momento para los monetarios, así que optamos por la gestión alternativa, que te permite ser defensivo sin estar en renta fija a muy corto plazo".
Los fondos de gestión alternativa tratan de obtener rentabilidades al margen de la evolución de los mercados. Los hay que asumen más o menos riesgo, y son estos últimos los que están entrando en las carteras conservadoras, ofreciendo rentabilidades modestas, pero varios puntos por encima del euríbor.
En el terreno de la renta fija, las apuestas no están tan claras. Los tipos de interíés de la deuda pública para los plazos más largos siguen en niveles muy bajos, lo que a juicio de los asesores no se corresponde con la situación de díéficit fiscal de los Estados, tras las inyecciones de dinero para combatir la crisis. "La renta fija pública tiene escaso atractivo en 2010", señalan los asesores de Deutsche Bank. "Se espera un incremento de las rentabilidades -caídas en los precios- como consecuencia de la recuperación económica, el incremento de la oferta -más emisiones dada la subida de díéficit públicos- y mayor riesgo crediticio derivado de la posibilidad de rebajas de rating por parte de las agencias de calificación".
La alternativa es la renta fija corporativa, uno de los activos estrella de 2009. "Mantenemos nuestra apuesta por el críédito, pero no esperamos ni de lejos la rentabilidad del año pasado", apunta Víctor Alvargonzález. El rendimiento de los bonos de empresa se disparó en el peor momento de la crisis, lo que situó sus precios a niveles irrisorios que descontaban en muchos casos niveles de quiebra. Una vez confirmada la estabilidad del sistema financiero, el precio de los bonos inició un autíéntico rally, reduciendo los rendimientos de las emisiones. Sin embargo, el diferencial de rendimiento del críédito con el de la deuda pública se ha estrechado mucho, y el margen de apreciación de los bonos es hoy limitado.
Varias firmas de asesoramiento complementan sus posiciones en renta fija con fondos de gestión alternativa y de bonos convertibles. "El precio del bono convertible suele ser inferior al de su par en renta fija normal", explica Jesús Ipiña. "Cotiza con prima porque es un mercado menos líquido, pero hay valor en ese tipo de activo".