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Autor Tema: Para los nuevos ricos de la India, no bastan las limusinas  (Leído 596 veces)

OCIN

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Por...   JIM YARDLEY

NOIDA, India.— Bhisham Singh Yadav, padre del novio, está tenso. El Lexus que alquiló se habí­a atascado detrás de una carreta tirada por toros. Contrató una camioneta para que tocara música del pop hindi, pero es demasiado grande para maniobrar a travíés de su aldea. Cuando menos su mayor gesto, prueba de su movilidad ascendente, está sobrevolando en cí­rculos. El helicóptero ya llegó.

Yadav, agricultor dedicado al trigo, nunca ha volado, ni nadie más de su familia. Este será tan sólo un viaje corto: irá a dejar a su hijo a menos de 3 kilómetros, a la aldea de la novia. Pero como muchas familias en este suburbio en expansión en Nueva Delhi, la familia Yadav ha logrado ganar dinero, y desea que todos lo sepan.

“La gente recordará que su hijo viajó en helicóptero para su boda”, gritó uno de sus primos, Vikas Yadav, por encima del estruendo. “La gente deberí­a saber que ellos están gastando dinero. Para nosotros, este tipo de cosas es la materia de la que están hechos los sueños”.

Los Yadav son miembros de una nueva casta económica en la India: nuevos ricos agricultores. La adquisición de tierra para ciudades e industrias en crecimiento es uno de los temas que mayores discusiones suscita en India, donde abunda la corrupción y las protestas violentas. Sin embargo, ha creado bolsones de riqueza en algunas áreas de la noche a la mañana, particularmente en las regiones en la periferia de la capital, Nueva Delhi.

Bajo los estándares occidentales, muy pocos de estos agricultores son verdaderamente ricos. Pero en India, donde el ingreso anual per cápita equivale aproximadamente a 1,000 dólares y donde casi 800 millones de personas viven con menos de 2 dólares diarios, algunos agricultores han recibido bonanzas inesperadas al vender tierras por varios millones de rupias un millón de rupias equivale aproximadamente a 22,000 dólares). Con el paso de los años, se han adquirido más de 20,000 hectáreas de tierra agrí­cola, a medida que Noida ha evolucionado hasta convertirse en un suburbio de 300,000 personas con centros comerciales y parques de oficinas.

Eso ha creado lo que pudiera parecer una agradable situación de tipo difí­cil: ¨Quíé hacer con el dinero en efectivo? Algunos agricultores han comprado más tierra, depositado su dinero en bancos, invertido en la educación de sus hijos o efectuado mejoras a sus hogares. En Punyab, unos cuantos agricultores declararon a medios noticiosos de India que deseaban usar las riquezas de sus tierras para mudarse a Canadá. Pero, aún otros están en la ruina despuíés de haberse complacido en frenesí­es de gastos comprando automóviles, viajes de vacaciones y otros lujos.

“Ellos van por camionetas Land Rover”, dijo Sridharan, catedrático de la Facultad de Planeación y Arquitectura en Nueva Delhi. “Compran más televisores, y muchí­simo dinero tambiíén se destina a bebidas alcohólicas. Ellos intentan quemarlo”.

Buena parte de este claro consumo equivale a mala planeación financiera de los agricultores, quienes tienen poca educación o experiencia con el seductor calor del dinero en frí­o. Sin embargo, algunos sociólogos dicen que este tipo de gastos ostentosos, particularmente en bodas, tiene sus raí­ces en el deseo de las castas bajas de probar su movilidad social, en parte emulando las prácticas de las clases altas.

En India, al igual que en muchos lugares, una boda siempre ha sido un proyecto con la misma dosis de ceremonia religiosa, producción teatral y demostración de riqueza. Para la elite del paí­s, la tendencia matrimonial son las bodas en lugares distantes, en Bali o palacios en Rajastán. Para los nuevos ricos, alquilar un helicóptero es motivado por los mismos impulsos en busca de emoción y superar a un rival o a la demás gente.

“Todos quieren ser mejores que los demás”, dijo Subhash Goyal, cuya empresa de viajes maneja tres o cuatro bodas con helicóptero cada año en la región de Delhi. “Así­ se comportan los nuevos ricos. Quieren hacer alarde y decir: Yo tengo más dinero que tú”.

En la mañana de la boda de su hijo, Yadav estaba sentado en el humilde patio de ladrillo de su hogar natal, terminando los últimos detalles de una ceremonia que parecí­a extenderse entre siglos diferentes. Habí­a ganado aproximadamente 109,000 dólares con la venta de poco más de una hectárea de su tierra ancestral. Metió al banco una parte de ese dinero, renovó su casa, compró un pequeño automóvil Hyundai y compró otras 1.2 hectáreas para seguir cultivando la tierra.

Estima que su parte de la boda _ el padre de la novia paga un porcentaje mayor _ le costará 13,000 dólares, incluyendo 8,327 dólares por el helicóptero. “Es por mi felicidad, por la felicidad de mi hijo”, dijo Yadav, de 36 años de edad. “En mi boda, yo viajíé en automóvil. Pero, esos eran otros tiempos”.

A medida que la familia empezó con la tradicional procesión a travíés de la comunidad, su hijo, Kapil, de 19 años de edad, iba vestido con elaborados vestidos y adornos bordados y montaba un caballo blanco. El Lexus blanco que Yadav habí­a alquilado finalmente pudo destrabarse de la carreta de toros; lo llevarí­a a la aldea de la novia mientras su hijo viajaba en el helicóptero. Como otro de los detalles, Yadav habí­a alquilado un camión _ el pinchadiscos Reenu Rock Star 2010 Hi-Fi _ para que encabezara la procesión. Estuvo tocando música hindi a un volumen tan alto que las casas de ladrillo del pueblo parecí­an sacudirse.

Entonces, surgió un problema: el camión quedó atascado en una estrecha esquina, y la procesión quedó apretujada entre el camión y un hato de búfalos acuáticos. A medida que la gente resbalaba alrededor del varado Reenu Rock Star, se materializó otro problema: El helicóptero ya estaba sobrevolando en cí­rculos.

Normalmente, la procesión es un lento desfile para saludar a los vecinos. Sin embargo, la familia Yadav habí­a alquilado el helicóptero por hora, así­ que todos empezaron a correr, evitando las pilas de excremento de búfalo acuático y el canal de drenaje abierto. La corpulenta madre del novio, con las carnes rebosando de su sari, reí­a por lo bajo mientras caminaba a toda velocidad hacia la aeronave que aterrizaba.

“­Oh, Dios mí­o!”, exclamó. “­Estamos muy felices!”

El helicóptero aterrizó en un claro. En la distancia, los esqueletos de concreto de nuevas torres de apartamentos estaban cubiertos en una bruma. Cientos de pobladores rodearon el pequeño helicóptero azul, que iba custodiado por una escolta de oficiales de la policí­a local. Entonces, el novio y dos parientes subieron de un salto al interior, y el ave azul se elevó por encima de la aldea, al tiempo que Yadav saltaba al Lexus y aceleraba a toda marcha hacia la aldea de la novia.

El recorrido duró cinco minutos, y Yadav apenas logró ganarle al helicóptero. Cuando el hijo piso tierra firme, llevaba colgada una mascada hecha de billetes de 100 rupias. El helicóptero iba a regresar por la mañana, despuíés de la boda, a devolver a los reciíén casados a la aldea del novio y al resto de sus vidas.

Pero mientras el piloto de cabello entrecano se preparaba para despegar, el padre de la novia, Davinder Singh Yadav, lo acercó hacia sí­. “Por favor, llíévalo sobre la aldea unas cuantas veces antes de marcharte”, gritó. “El pueblo es muy grande y todos tienen que verlo”.

Un momento despuíés, mientras el helicóptero sobrevolaba en cí­rculos sobre las casas de agricultores, el padre dijo: “Toda la aldea lo recordará. El mundo entero lo recordará”.


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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...