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Autor Tema: Las Siete Razas  (Leído 2483 veces)

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Las Siete Razas
« en: Mayo 03, 2010, 07:53:20 pm »
Raza Polar

Ocelotonatiuh, Sol Jaguar, Piedra del Sol (Calendario Azteca)



 Como es sabido por los conocedores de la antropologí­a gnóstica, el origen del ser humano lo venimos a encontrar en las dimensiones superiores de la naturaleza, a despecho de lo que diga la antropologí­a oficial que en el fondo resulta ser completamente materialista ya que sus teorí­as las fundamentan en el mundo de las tres dimensiones ignorando completamente que existen otras dimensiones en la naturaleza, ellos sostienen que el hombre viene del mono, teorí­a bastante dudosa y carente de objetividad ya que una especie organizada, superior y con intelecto no puede venir de otra especie involutiva, no organizada y sin intelecto.

Los instructores de la humanidad con su divina clarividencia tales como la maestra Helena Petrolina Blavatzki y en nuestra íépoca contemporánea el Maestro Samael Aun Weor (Avatara de acuario) nos dicen en sus obras del origen del hombre y de las razas. Nuestro mundo tierra tiene la misión de parir siete razas, de las cuales, ya han florecido cinco razas, nosotros somos la quinta raza llamada Aria. LA PRIMERA RAZA FUE LLAMADA POLAR O PROTOPLASMíTICA.

La tierra parte de una masa ovoide, incandescente a muy elevadas temperaturas y constituida por otro tipo de materia, dirí­amos, pro materia o materia protoplasmática, es claro que la materia tal y como la conocemos en la actualidad, nunca ha sido la misma, ya que ha sufrido cambios a travíés de millones de años de evolución cósmica, así­ fue el escenario en el que se desenvolvió la primera raza llamada Polar citada en la doctrina secreta de H.P.B. los hombres de dicha raza primigenia eran autíénticos dioses ya que tení­an encarnado al í­ntimo, al SER dentro de sí­ mismos, eran hombres dioses en el más completo sentido de la palabra, tení­an la facultad de crear con el verbo, eran andróginos divinos, ya que dentro de sí­ mismos, en sus organismos operaban los dos polos de la energí­a sexual, el tíérmino de andrógino es porque no hay preponderancia de ninguno de los órganos sexuales sea masculino o femenino en sus cuerpos, los cuales, por cierto, eran protoplasmáticos, de un color obscuro brillante, ellos no caminaban sino que más bien flotaban en medio del ambiente vaporoso y de temperaturas muy elevadas, tení­an todas las facultades tales como clarividencia, polividencia, clauriaudiencia , telepatí­a, intuición, etc. completamente despiertas, eran vehí­culos del esoterismo puro, innato, instintivo.

Debido a que sus cuerpos estaban compuestos por plasma, podí­an alargarse a unos 10 o 20 m. de longitud o empequeñecerse considerablemente. En cuanto a su sistema de reproducción, era el míétodo fisí­paro, tal cual se reproducen las cíélulas en la actualidad, es decir, comienzan a dividirse por la parte de en medio del núcleo sucesivamente hasta que por fin se desprende una nueva cíélula, de tal manera que uno de estos seres en un momento dado, cuando ya estaba completamente maduro, comenzaba a dividirse en sí­ mismo hasta que por fin daba origen a un nuevo ser, así­ fue como se reproducí­an los hombres polares hace unos trescientos millones de años, obviamente, a travíés de los genes, venimos arrastrando como herencia tal forma de reproducción dentro de nuestros organismos, ya que nuestras cíélulas se dividen en sí­ mismas para reproducirse, se afirma que cada siete años tenemos cíélulas diferentes, envejecemos porque al paso del tiempo nuestro organismo deja de producir el mismo número de cíélulas y por la acción de los radicales libres que son óxidos que hacen que las cíélulas pierdan oxigeno, envejezcan y mueran más rápidamente.

La raza polar se ubicó en lo que hoy conocemos como el polo norte, de ahí­ su nombre, antiguamente el polo norte se ubicaba en la parte ecuatorial de la Tierra, cabe mencionar que nuestro mundo tierra tiene además de los movimientos ya conocidos, un cuarto movimiento llamado el de la revolución de los ejes de la Tierra los cuales han coincidido con el acercamiento de un gigantesco cuerpo celeste llamado el planeta Hercólubus, el cual dentro de la mecánica celeste, ayuda a vertical izar los ejes de la tierra.

Cabe mencionar que cada movimiento de los ejes terrestres ha coincidido con una glaciación y ya han ocurrido cuatro grandes glaciaciones, estamos al borde de una quinta glaciación, los polos se están deshielando y cada vez está más cerca de nuestro mundo Hercólubus (es un planeta perteneciente al sistema solar de Tylar y vecino al nuestro) o planeta X como actualmente lo llaman los cientí­ficos, presagiando con ello la extinción de la actual raza y el surgimiento de una nueva que se llamará Koradhi.

Los aztecas, en el calendario solar, hablan de los hijos del primer sol, haciendo alusión a la raza polar, asentada en el mismí­simo Aztlan, afirman que ellos se convirtieron en tigres, sí­mbolo de la sabidurí­a, los hombres polares no degeneraron pero no pudieron evitar caer en el ciclo de la evolución y de la involución, más sin embargo, un grupo selecto de hombres polares se separaron del resto de los demás y a la fecha viven en una ciudad subterránea en el polo norte metida dentro de la cuarta dimensión y están esperando el momento de mayor crisis del final de la actual raza aria para auxiliarnos siempre y cuando estemos preparados espiritualmente.

Es de hacer notar que estos seres, forman un grupo que se aisló para evitar todas las transformaciones humanas que dieron origen a los millones de seres humanos que pueblan la faz de la tierra, empero han conservado su pureza original, logrando una metamorfosis especial, única y extraordinaria.

Tienen cuerpos semejantes a los nuestros pero una gran sabidurí­a y son el prototipo viviente de lo que debieron ser todas las gentes de la Tierra. Viví­an felices y percibí­an las cosas y el mundo tal y como era y además podí­an ver el alma y espí­ritu de los seres con los que conviví­an y de las cosas que les rodeaban, esto debido a que no existí­a el ego, ese elemento de discordia y perversidad, común a las gentes actuales.

Los hombres polares por las condiciones de altas temperaturas en las que vivieron conquistaron el elemento fuego, naturalmente los estudiosos de la antropologí­a materialista jamás van a encontrar pruebas de su existencia porque se desenvolvieron en las dimensiones superiores de la naturaleza.

No hay pruebas fí­sicas de su existencia. “Mucho se ha investigado sobre el origen del hombre y en realidad, de verdad, sólo hipótesis es lo que han elaborado los antropólogos materialistas de esta edad decadente y tenebrosa. Si les preguntásemos nosotros a los señores de la antropologí­a materialista, cuál fue la fecha y el modo exacto como surgió el primer hombre, no sabrí­an ciertamente darnos una respuesta exacta” V.M. Samael Aun Weor (Antropologí­a Gnóstica)

“LA HORA NO HABíA SONADO TODAVíA; EL RAYO NO SE HABíA LANZADO AíšN DENTRO DEL GERMEN; LA Mí‚TRIPADMA (MATRIZ DEL UNIVERSO) AíšN NO SE HABíA HENCHIDO”…(TOMO UNO, DOCTRINA SECRETA DE H.P.B.)

Enviado por Virgilio Cuautle Roldán. Nochistlán, Zac..



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Re: Las Siete Razas
« Respuesta #1 en: Mayo 03, 2010, 07:54:39 pm »
Raza Hiperbórea

Ehecatonatiuh. Sol Viento. Piedra del Sol (Calendario Azteca)

Despuíés de la primera raza, se formó la segunda llamada hiperbórea, precisamente porque ocupó la región del septentrión, en el viejo continente, desde Inglaterra e Irlanda hasta Alaska, formando una herradura alrededor del casquete polar. En las memorias de la naturaleza se encuentran grabados todos los recuerdos.

Múltiples civilizaciones antiguas mencionaron en sus textos sagrados la existencia y caracterí­sticas de esta raza, como los que se citan enseguida: Los aztecas, en la piedra del sol llamaron a la segunda raza: Los hijos del segundo sol, mencionando que al llegar su final, sucumbió ante fuertes huracanes y que los hombres se convirtieron en monos, lo cual es una alegorí­a de que desarrollaron la inteligencia humana.

El famoso viajero chino Hiousen Thsang, relata que descubrió en una de sus aventuras las cinco estatuas de Bamián. (monumentales estatuas de pie Budas tallados en la pared de un acantilado en el valle de Bamiyán en la región Hazarajat del Afganistán central) Las cuales alegorizan a cada una de las cinco razas.

La segunda estatua, que corresponde a la raza hiperbórea, medí­a 120 pies de altura, que era el promedio de estatura de aquellos colosos. Herodoto, en el libro IV, capí­tulos XXXII y XXXIV, expresa que los hiperbóreos tení­an como costumbre enviar ofrendas sagradas envueltas en fromentun (una especie de paja) a Delos, a travíés de una ruta que pasaba por el paí­s de Escita y el mar Adriático, donde eran recibidas por los Dódenos, para pasar despuíés por el Golfo Báltico hasta Eubea y Cariptia, luego a Tenos y nuevamente a Delos. Hiperocha y La Odisea eran los nombres de las dos hermosas ví­rgenes que trasladaban las ofrendas, bendecidas por Artemisa y Apolo, custodiadas por cinco iniciados o perheres; sin embargo las doncellas fueron asesinadas, simbolizando la declinación de los valores hiperbóreos

Las Mil y Una Noches, relata fenómenos extraordinarios ocurridos en la raza Hiperbórea, prodigios fí­sicos y psicológicos comunes en aquíél tiempo y que ahora son palpables a condición del despertar de la conciencia.

El Versí­culo 3 y 4 del Gíénesis cita: "Y vio Dios que la luz era buena y apartó Dios la luz de las tinieblas", refiriendo el estado de la tierra de aquel tiempo: las molíéculas de la nebulosa caliente y oscura, al entrar en fricción convirtieron al planeta en un globo í­gneo, en el cual los antiguos arcángeles se expresaron en toda la plenitud de su sabidurí­a.

Diodoro en el Gíénesis, al igual que Perecides, citaron detalles acerca de una raza de titanes nacidos del cielo y de la tierra, los hijos de Dios descendientes de los primeros gigantes, que habitaron el continente prelemuro (Groenlandia, Suecia, Noruega) y que algunos estudiosos de la Teogoní­a de Hesiodo han considerado como hechos históricos. Sí­mbolos y relatos de todos los credos son otras tantas huellas de verdades prehistóricas. La raza Hiperbórea tambiíén fue conocida como era saturnina.

Se cuenta que el ser humano era andrógino, (masculino y femenino) y se reproducí­a por brotación, a travíés de esporas que se desprendí­an de las pantorrillas, semejantes a los caracoles o algunas plantas, en las que un brote se desprende del tronco para formar otra planta. Las esporas oviformes se alimentaban despuíés del padre-madre. Los hiperbóreos podí­an alargar o empequeñecer su cuerpo a voluntad, y flotaban por la atmósfera, debido a la materia sutil de la cual estaban formados. Los reinos mineral, vegetal, animal y humano todaví­a no se diferenciaban, se mezclaban mucho.

En esta raza se desarrolló una gran civilización, aunque no faltaron las guerras; usaban escudos, lanzas y armas desconocidas para pelear contra otros pueblos. Lo más sobresaliente fue su visión espiritual, pues tení­an desarrolladas las facultades de la glándula pineal, pudiendo ver el “ultra” de las cosas. Para ellos un bosque era un conjunto de gigantes con enormes brazos como los de Briareo, ya que veí­an el alma de las cosas y por doquiera se escuchaban las voces de los colosos árboles.

Su sabidurí­a y conocimiento iba más allá del intelecto, su lenguaje era el “orto purí­simo de la divina lengua”. La imaginación creadora permite saber, que la Tierra es un organismo vivo. Decí­a una afirmación neoplatónica que el «Alma del Mundo está crucificada en la Tierra»... Ese «Alma del Mundo» es un conjunto de Almas, un conjunto de vidas que palpitan y tienen realidad.

Para las gentes «Hiperbóreas», los volcanes, los mares, los metales, las gargantas profundas de las montañas, el huracanado viento, el fuego que flamea, las piedras rugientes, los árboles..., no eran sino el cuerpo de los Dioses.

No veí­an aquellos Hiperbóreos, en la Tierra, algo muerto; para ellos el mundo tení­a vida, y la tení­a en abundancia. Se rendí­a culto a los Dioses de la Aurora. Al fin, la raza hiperbórea se sumergió en el Ocíéano Pací­fico, fueron arrasados por fuertes huracanes a travíés de evoluciones e involuciones de esta Naturaleza fecunda. 

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Re: Las Siete Razas
« Respuesta #2 en: Mayo 03, 2010, 07:55:18 pm »
Raza Lemur

Quiauhtonatiuh. Sol Lluvia. Piedra del Sol (Calendario Azteca)

La Lemuria fue un continente muy extenso que ocupó todo el Ocíéano Indico y la Malasia y llegó hasta la misma Australia, por el Sur avanzó hasta lo que hoy se conoce como Sudamíérica, cubriendo casi toda el área del Pací­fico.

Los lemures eran una raza de gigantes, de cí­clopes con estaturas de cuatro, cinco o seis metros.

La Lemuria fue una poderosa civilización. En la Lemuria se levantaron enormes ciudades rodeadas de murallas de piedra y de lava de los volcanes.

En el principio de la raza lemur no existí­an los sexos separados, la raza era hermafrodita. Cada individuo lemur tení­a los órganos sexuales (masculino y femenino) desarrollados totalmente y su sistema de reproducción era por gemación, aquel hermafrodita expelí­a de sus ovarios, mediante el menstruo un óvulo o huevo perfectamente desarrollado, del tamaño del de una ave, con una envoltura calcárea. Ese huevo colocado en un ambiente especial, dentro de su interior gestaba una nueva criatura. Cuando esa criatura salí­a del cascarón, tení­a el poder de moverse de inmediato, se alimentaba de los pechos de aquel padre – madre.

El acto sexual no existí­a, porque cada individuo era completo por si mismo.

Antes de la desaparición del continente la raza se dividió en sexos opuestos. Las mismas escrituras hebraicas nos dicen que en un principio aquel Adán macho hembra viví­a solo en el paraí­so terrenal. Ese Adán macho hembra de la mitologí­a hebrea es tan solo una alegorí­a, se refiere a la humanidad antigua; Eva fue sacada de la costilla de Adán (es un sí­mbolo para representar la división de sexos opuestos).

Así­ fue que en la tercera y cuarta subraza, se vio que algunos niños nací­an con una órgano sexual más acentuado que otro, algunos nací­an con el órgano masculino más desarrollado que el femenino, tal proceso fue haciíéndose cada vez más notorio, hasta que al fin sucedió que nacieron niños unisexuales (varones o hembras). Este proceso de división de sexos se realizó a travíés de millones de años.

Cuando ya vino la división de sexos, entonces se necesitó de la cooperación para la procreación.

Los hermafroditas lemures gozaban de facultades espirituales extraordinarias; podí­an percibir todas las tonalidades de la naturaleza y del cosmos. Su capacidad de visión les permití­a ver la mitad de un “HOLTAMPANAS” es decir, la mitad de las tonalidades del color universal, un HOLTAMPANAS consta de cinco millones y medio de tonalidades del color. Cuando el hombre levantaba la vista para mirar las estrellas, veí­a los mundos rodeados de una aureola muy especial y tambiíén veí­a otras humanidades planetarias, con las cuales se comunicaba telepáticamente.

El oí­do era penetrante, captaban las sinfoní­as del universo; el olfato era tan agudo, podrí­an sobre pasar el de los perros de hoy en dí­a. Los sentidos de percepción no se habí­an atrofiado.

Era una humanidad que podí­a usar en su alfabeto 300 consonantes articulables (no solo podí­an escribir este alfabeto sino que tení­a la capacidad para articularlas). El poder del verbo no se habí­a degenerado. Tení­an poderes sobre el fuego, el aire, agua y tierra. Era una humanidad millones de veces superior a la nuestra. Construyeron poderosas civilizaciones y supieron utilizar la energí­a del átomo y de los rayos cósmicos. La civilización líémur fue portentosa y muy hermosa, sus templos eran magní­ficos donde se estudiaban los misterios, podí­an viajar en sus naves a otros mundos del espacio infinito, estaban en comunicación con otras gentes planetarias. Los seres humanos podí­an vivir de 12 a 15 siglos. Era una raza fuerte y vigorosa. Era una raza perfecta.

Desafortunadamente todo pasa, la corteza geológica del planeta tení­a que estabilizarse y así­ surgieron elementos indeseables que quedaron depositados en los cinco centros de la máquina humana y al final de esta raza se abusó de la magia negra y poco a poco a travíés de muchos años de terremotos, este continente se fue hundiendo en el fondo del ocíéano Pací­fico, cediendo el lugar a una nueva raza, la raza Atlante, de la que tanto se ha hablado con mucha controversia.

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Re: Las Siete Razas
« Respuesta #3 en: Mayo 03, 2010, 07:56:26 pm »
Raza Atlante
¡La Atlántida!, Ese vasto continente desaparecido que se tení­a como un ensueño de poeta, una creación de la divina mente de Platón, y nada más, existió realmente. (S.A.W.)


Atonatiuh. Sol de Agua. Piedra del Sol (Calendario Azteca)

Surgió la Atlántida a medida que la Lemuria se iba sumergiendo, los sobrevivientes lograron vivir en la Atlántida, de cuerpos más pequeños que los anteriores pobladores, pero más altos que nosotros.

Hoy en el fondo del Ocíéano Atlántico subyacen ciudades maravillosas, magní­ficos palacios donde existieron salas esplíéndidas con gente que por ahí­ se deslizaban, existen muchos testimonio sobre la presencia de esta poderosa civilización; por ejemplo los sondeos del mar, las tantas tradiciones y leyendas, los mapas de Elliot Scott, el tesoro de Priamo, Manuscritos, pinturas y muchos tesoros aun guardados para futuras generaciones.

Las ciudades Atlantes fueron florecientes mientras sus habitantes permanecieron fieles a la religión de sus padres, mientras no violaron la ley Superior y el orden, pero cuando las cosas sagradas fueron profanadas, cuando se mancharon con los siete pecados capitales, fueron castigados y sumergidos en el fondo del ocíéano. La íépoca de la sumersión de la Atlántida fue realmente una era de cambios geológicos de los continentes, recordemos los mapas guardados en las criptas subterráneas de Asia Central que concuerdan plenamente con los del investigador Elliot Scott.

Tuvieron una industria muy avanzada y muy superior a la nuestra, teniendo dentro de sus máquinas magní­ficas naves cósmicas que funcionaban en base a la energí­a atómica y con las cuales sostení­an intercambios industriales con los demás planetas del Cosmos Infinito. Aparatos que podí­an transmitir cualquier información intelectual al ser humano, aparatos sofisticados como el famoso desgravitador con el cual podí­an levantar enormes volúmenes y elevarlos a gran altura.

Cuando se contemplan las grandes obras arquitectónicas de la antigí¼edad se puede pensar que si hubiera necesidad de edificarlas en nuestra íépoca recurriendo a la más alta tecnologí­a es seguro que serí­an incapaces de realizarlas de nuevo.

El alfabeto fenicio, el padre de todos los alfabetos europeos, tiene su raí­z en el antiguo alfabeto Atlante que fue correctamente transmitido a los mayas y egipcios, con este idioma se podí­an expresar emociones que en nuestro tiempo no podemos describir, como por ejemplo la “Flauta Encantada” de Mozart que nos narra una iniciación egipcia.

La cultura Atlante tení­a conceptos especiales acerca del ajedrez esotíérico, mismo que tení­an como una sabidurí­a hermíética que significaba la lucha entre el espí­ritu y la materia.

La tauromaquia tambiíén es de origen atlante y tan importante tambiíén en su significado oculto.

El Dios Neptuno gobernó sabiamente la Atlántida y de ese modo desarrollaron una gran civilización que hasta la fecha no ha sido superada por nuestra civilización moderna, los sabios atlantes estudiaron profundamente todas las fuerzas evolutivas, involutivas y neutras de la naturaleza, las ciudades fueron florecientes mientras sus habitantes permanecieron fieles a la religión de sus padres, mientras cumplieron con los preceptos del Dios Neptuno, mientras no violaron las leyes divinas y el orden, pero cuando profanaron las cosas sagradas, cuando abusaron del sexo y se mancharon con los siete pecados capitales, fueron castigados con todas sus riquezas. La esencia divina se fue debilitando y degeneraron. Los que supieron ver, comprendieron que se habí­an vuelto perversos y se habí­a perdido el más preciado de los bienes.

Cuando degeneraron establecieron poderosas logias de magia negra con sus respectivos templos, así­ como las guerras y los defectos infestaron el planeta hasta que se presentó un desequilibrio ecológico que produjo grandes inundaciones, habiíéndose salvado aquellos que permanecí­an dentro del cumplimiento de las leyes cósmicas. En los libros de Gíénesis se de todos los pueblos antiguos se relata el Diluvio Universal.

Momentos antes de la catástrofe Noíé y el cuarto íngel del Apocalipsis sacaron al pueblo selecto, algunos vinieron a Mesoamíérica y otros a la meseta central de Asia, colonizaron el Tibet, Persia, Egipto, etc.

* En la Revista Sabidurí­a del Ser 24 se habla exclusivamente de la Raza Atlante.

“Todas las enseñanzas religiosas de la Amíérica primitiva, todos los cultos sagrados de los incas, mayas, aztecas, egipcios, griegos, etc. Son de origen atlante. Los Dioses y Diosas citados por Homero en la Iliada y la Odisea fueron reyes y reinas de la Atlántida” Samael Aun Weor.

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Re: Las Siete Razas
« Respuesta #4 en: Mayo 03, 2010, 07:57:06 pm »
Raza Aria
“Entonces dijeron la cosa recta (el ejíército de la Voz): “Que así­ sean, así­, vuestros maniquí­es (los hombres), los [muñecos] construidos de madera, hablando, charlando en la superficie de la tierra”… Al instante fueron hechos los maniquí­es…” Popol-Vuh

Cuando en su arte, mí­stica, ciencia y filosofí­a los antiguos nos narran cómo los dioses crearon al hombre, ya sea tallados de madera o del polvo de la tierra, por ley de analogí­as comprendemos entonces que la belleza y el esplendor del hombre se encuentran ligadas a cuatro perí­odos, igual a los árboles que nacen, crecen y mueren con el paso de las estaciones.

La Tierra misma nos muestra el nacimiento de la vida durante la primavera con sus flores, sus colores y sus frutos; la plenitud de su belleza en el verano con sus tonalidades, la decrepitud o el decaimiento con los cambios de color a la llegada del otoño, y la muerte con la llegada del invierno… para renacer nuevamente en la primavera.

Los antiguos de Anáhuac se referí­an a toda raza como un evento en el ciclo del Sol y todas pasan por cuatro eras o perí­odos especí­ficos. Para cualquier humanidad, estas eras son descritas como la Era de Oro donde la pureza del alma es tal que la comunión directa con lo Divinal se manifiesta de forma natural y espontánea; de Plata cuando surgen los primeros vestigios del YO, del mí­ mismo, sin perder ese contacto directo con la Divinidad; de Cobre cuando la fuerza del YO demanda fronteras, guerras, y nace el deseo y la distinción entre lo mí­o y lo tuyo; y de Hierro cuando el nivel de degeneración priva al hombre en su totalidad de la comunión directa con su Real Ser.

Estas íépocas marcan el paso de la historia del hombre desde perí­odos de pureza y esplendor (primavera-verano), para salir de ellos al encaminarse por el camino del error (verano-otoño), entrando en una etapa de degeneración y desorden (otoño-invierno), que trae como consecuencia la muerte.

Nuestra actual raza Aria, los Hijos del Quinto Sol Nahualt, la quinta de las raza que puebla la faz de la Tierra, tambiíén ha pasado por su parte correspondiente en el ciclo de estas cuatro eras.

Cuentan los Grandes Maestros y las leyendas que aquellos sobrevivientes del Gran Diluvio Universal del que nos narran las escrituras fueron llevados a las tierras de Grabonzi, al Este de lo que hoy en dí­a es el continente de í‚frica y ahí­ fueron educados por los sabios de la Sociedad Akaldana; antigua hermandad remanente de los tiempos de la perdida Atlántida. “[Fuimos] a las Tierras de KHEM… y los conquistamos con nuestra sabidurí­a”, cuenta el Gran Hermes Trismegisto en su Tabla de la Esmeralda.

La primera sub-raza en su perí­odo de esplendor o Era de Oro comenzó con una raí­z Nórdica y floreció en la meseta central del Asia, cuyas ruinas todaví­a existen en los Himalayas, alrededor del paí­s del Tibet. Ahí­ existieron las poderosas civilizaciones espirituales de la primera sub-raza aria, en tiempos donde no existí­a ni lo mí­o ni lo tuyo, donde los deseos no eran más importantes que la armoní­a y la hermandad, cuando las siete notas musicales de la creación vibraban en intensa armoní­a en la psiquis del hombre.

De la primera sub-raza surgió la segunda y íésta vino a plasmarse en el área de lo que es hoy la India y el sur de Asia, en Perlandia, la tierra sagrada de los Vedas, en el viejo Indostán, surgieron formidables culturas esotíéricas y tremendas civilizaciones en los tiempos pre-Víédicos cuando los esplendores del Indostán permeaban de sabidurí­a oculta.

Viene la tercera a cristalizarse en los tiempos del Antiguo Egipto, en las tierras de Persia, Caldea, y Babilonia. Podemos todos recordar de niños las historias de las bellezas inefables de los Jardines Flotantes del Rey Nabucodonosor, la majestad de la cultura Egipcia, y la sabidurí­a que hasta hoy nos llega entre el Arte Regio de las esculturas Persas y Caldeas desde los siglos 4to y 5to A.C.

Una cuarta sub-raza se desarrolló en Roma, Grecia, Italia, Atenas (la gran ciudad fundada por la diosa Atenea). Antes de su degeneración y destrucción fueron escenario maravilloso donde se desarrollaron las poderosas civilizaciones de la cuarta sub-raza aria. Es de hacer notar cómo la degeneración, en forma de pasiones brutales, deseos, orgí­as y bacanales empieza a formar parte de la vida diaria en el hombre de la íépoca. Grandes obras nos dan un indicio de la vida a principios del siglo primero D.C. y nos muestran este nivel de degeneración, tales como el Satyricon de Petronius, la Fiesta Romana de Roberto Bompiani, Las Fiestas de Saturnalia de Tomás Couture, etc.

Ya con el toque de decadencia en marcha se funde entonces la quinta sub-raza en las tierras de Europa; Alemania, Inglaterra. Para esta íépoca las guerras ya se consideraban parte del drama entre las naciones, esta sub-raza fue escenario de la primera y segunda guerras mundiales, el concepto de batallar habí­a ya salido del interior del hombre, donde ya no se buscaba la eliminación de aquellos aspectos negativos de carácter psicológico que existen en el hombre mismo, sino que íéstos proyectaban sus errores, su lucha y sus batallas contra sus semejantes. Aun así­ entre tal nivel de degeneración, podemos encontrar de forma muy sutil la mí­stica trascendental proveniente de las antiguas culturas como lo podemos apreciar entre los sí­mbolos plasmados en los manuscritos del la Biblioteca Palatina (ca. s.11).

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Re: Las Siete Razas
« Respuesta #5 en: Mayo 03, 2010, 07:57:40 pm »
La sexta sub-raza la viene a formar la fusión del hombre Europeo con el Indio del nuevo mundo. Bien conocemos de las travesí­as, andanzas, descubrimientos y sufrimientos que llegaron a este lado del hemisferio con la llegada de todos aquellos que acompañaron a Hernán Cortíés, Amíérico Vespucio, Cristóbal Colón, y muchos otros motivados por la codicia, la envidia, y la ambición de poder.

El trabajo de formación de la sexta sub-raza en el territorio Piel Roja, fue mucho más difí­cil, porque los conquistadores ingleses en vez de mezclarse con los nativos ingleses, los destruyeron, los asesinaron, solo en forma muy insignificante se realizó la mezcla de sangres y debido a ello por intervención de la Fraternidad Oculta que gobierna los destinos del mundo se vio en la necesidad de convertir el territorio norte-americano en crisol de fundición de razas.

La síéptima sub-raza Aria todaví­a no existe, pero existirá y estará formada por los sobrevivientes del nuevo Gran Cataclismo que muy pronto destruirá a la raza Aria.

De manera pues que la raza aria en vez de evolucionar ha involucionado y su corrupción ahora es peor que la de los atlantes en su íépoca. Su maldad es tan grande que ya llegó hasta el cielo…

(Samael Aun Weor)

El estar viviendo la sexta sub-raza de la raza Aria nos debí­a llevar a la reflexión. La Ley del Eterno HEPTAPARAPARSHINOK viene a traer orden a la creación y cada raza, al dar fruto a sus seis sub-razas, perece en su propia Era de Hierro para dar la semilla de la que nacerá la próxima. Citando la enseñanza de los Antiguos Nahuas por el VM Samael Aun Weor en su libro Antropologí­a Gnóstica:

“Hemos hablado mucho de soles y de catástrofes, y de todas sus consecuencias. Los Soles de Anáhuac nos invitan a la reflexión… Son del fuego, del aire, del agua y de la tierra. Ellos marcan terribles catástrofes cósmicas. Se dice que los hijos del Primer Sol, los protoplasmáticos, perecieron devorados por los tigres… Se dice que los hijos del Segundo Sol, los hiperbóreos, perecieron arrasados por fuertes huracanes… Se afirma que los hijos del Tercer Sol, los lemures, perecieron por sol de lluvia de fuego y grandes terremotos. Los hijos del Cuarto Sol, los atlantes, perecieron por las aguas. Los hijos del Quinto Sol, los arios, las gentes de esta íépoca, pereceremos por el fuego y los terremotos. Así­ será y se cumplirá dentro de poco tiempo. Los hijos del Sexto Sol, los Koradhi, en la futura Tierra del mañana, tambiíén morirán”.

Ha llegado la hora de tornarnos prácticos, de dejar a un lado las escuelas transitorias y las teorí­as y que empecemos a vivir la vida no como un fin en sí­ misma, sino como el camino a la iniciación. La vida con sus sufrimientos y sus pruebas nos sirve como el gimnasio psicológico que nos da la oportunidad de trabajar en nuestro auto-descubrimiento para que comprendamos y con el poder de la serpiente í­gnea de nuestros mágicos poderes eliminemos nuestros defectos.

“Fácil es ver los fallos de los demás, pero los propios fallos son difí­ciles de ver. Uno aventa, como la paja, los fallos de los demás, pero esconde los propios como el cazador se esconde a sí­ mismo.” El Dhammapada

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Re: Las Siete Razas
« Respuesta #6 en: Mayo 03, 2010, 07:58:09 pm »
Raza Koradhi
En artí­culo anterior, has leí­do, fino lector, que en otro proceso natural de cambio de fisonomí­a de la Tierra, la Quinta Raza Aria o Hijos del Quinto Sol, como nos llaman los aztecas, pereceremos por fuego y terremotos; es bueno recordar que de entre ese Caos, un núcleo de sobrevivientes que servirá de basamento para la futura Sexta Raza Raí­z o “RAZA KORADHI” será sacado, precisamente, de entre el humo y las llamas, en su momento preciso, es decir, ANTES DE QUE SE TERMINE TODO ESTE ESCENARIO que sirvió para la Quinta Raza Raí­z. Despuíés de esa quinta gran catástrofe, tal como lo hicieron en el cataclismo Atlante, a todos los hermanos de la Luz, les tocará trabajar con la futura gran raza. Así­ será como ellos todos crearan una nueva civilización y una nueva cultura. En la Fraternidad Universal Blanca se denomina a la próxima Raza, la RAZA KORADHI. Así­ como esta Raza es la RAZA ARIA, la futura Raza es la de KORADHI. La nueva raza surgirá despuíés del cataclismo de la quinta raza y vivirá en una Tierra transformada.

Es así­ como los sobrevivientes arios serán llevados fí­sicamente a una isla secreta que existe en el Ocíéano Pacifico, los que serán trasladados a la Isla, será gente que haya disuelto por lo menos el 50% del EGO ANIMAL. Por lo tanto, estarán más o menos despiertos. Se les llevará, pues, a donde se les debe llevar. Allí­ vivirán hasta el tiempo que deben vivir; desencarnarán y volverán a tomar cuerpo allá mismo, en la Isla y volverán a desencarnar y vendrán a tomar un nuevo cuerpo fí­sico y en cada una de esas existencias continuarán con el trabajo de perfeccionarse. En cuanto a que recuerden la catástrofe, ESO DEPENDE DEL GRADO DE CONCIENCIA que cada cual haya alcanzado.

Una persona consciente, pues tendrá que recordar todo; una persona medio consciente, recordará menos. Todo depende de la capacidad concientiva de cada cual... Enhorabuena sabemos que en este malhadado mundo de tanto infortunio, somos nosotros precisamente, la quinta generación. Es obvio que la futura Sexta Raza será aun más pequeña de estatura. La Sexta Gran Raza, la Raza Koradhi, será más pequeña que la Aria.

Así­ pues, los justos serán el semillero de la futura sexta gran raza. Los justos serán traí­dos a la tierra nuevamente cuando ya íésta se encuentre en condiciones favorables de vida. Entonces nacerá la sexta raza. La Raza "KORADHI". Solamente un pequeño grupito de gentes selectas será salvado, para que sirva de semillero a la futura sexta gran raza, que habitará, allende el tiempo y la distancia, en lo que hoy es el casquete polar, es decir, florecerá en el Continente de la Antártida y entonces volverá el divino Maestro Jesús, así­ como otros divinos Maestros mayas, aztecas, egipcios, etc, para iluminar a la sexta raza raí­z. Es así­ como, del fondo del mar surgirán nuevos cielos y nuevas tierras donde morará la futura sexta gran RAZA. Repito, para que se entienda y se entienda bien: Antes del cataclismo, serán salvados secretamente los justos tal como lo hizo el Noíé bí­blico en su tiempo y momento. Todo aquel que elimine el querido ego, los queridos yoes podrá trascender la gran catástrofe mundial. El Apóstol San Pablo, en su Epí­stola a los tesalonicenses (I, Cap. V, 29-21), advierte que; "NO MENOSPRECIES LAS PROFECIAS, EXAMINAD, RETENED LA BUENA”. La historia Cí­clica de la humanidad se abre, en el capí­tulo VI del Gíénesis, con el relato del Diluvio Universal (la sumersión del Continente Atlante), y concluye en el XX del Apocalipsis, en las llamas ardientes del Juicio Final.A partir de esto, y pese a su aparente universalidad y a la terrorí­fica y prolongada acción de los elementos desencadenados, estamos convencidos de que el Gran Cataclismo, que se avecina, no actuará igualmente en todas partes ni en toda la extensión de los continentes y los mares. Algunas tierras privilegiadas, abrigarán a los hombres, mujeres y niños del ejíército de salvación mundial.Así­ como la Gran Ley destruirá a los perversos, como los destruyó en el Continente Sumergido Atlante, así­ tambiíén la Buena Ley, la Caridad, la Misericordia, luchará para salvar a los selectos, a los escogidos. Y en aquellas tierras privilegiadas durante algún tiempo estas almas selectas serán testigos del duelo espantoso del agua y del fuego.

El doble Arco Iris anunciará un nuevo pacto entre Dios y los hombres.El doble Arco Iris anunciará el encanto de una nueva edad de oro, despuíés de la Gran Catástrofe... Virgilio, el gran poeta de Mantúa, Maestro del Dante florentino, dijo: “Ya llegó la Edad de Oro y una Nueva Progenie manda...".Es bueno saber que entre las arenas del desierto de Gob se hallan ocultos riquí­simos tesoros atlantes, poderosas máquinas desconocidas para esta raza aria. De cuando en cuando las arenas dejan al descubierto todos esos tesoros, sólo los hombres de la gran sexta Raza Koradhi, que en un futuro habitarán este planeta, podrán conocer esos tesoros y eso a cambio de una conducta recta. Sin embargo, los hijos del Sexto Sol, los KORADHI, en la futura Tierra del mañana, tambiíén morirán. Al igual que las anteriores, la sexta raza tambiíén perecerá para dar paso a la síéptima Gran Raza. Esa es la Ley y la Ley se cumple. Serí­a algo maravilloso formar parte del íéxodo para culminar un trabajo iniciado y así­ merecer formar parte de la próxima raza, pero desafortunadamente muchos ni siquiera hemos comenzado, debemos trabajar en forma armoniosa con los tres factores de la Revolución de la Conciencia, si es que en realidad anhelamos formar parte de ese Ejíército de Salvación Mundial.


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Re: Las Siete Razas
« Respuesta #7 en: Mayo 03, 2010, 07:58:43 pm »
Síéptima Raza
Como se ha mencionado, la tierra no siempre ha sido igual en su fisonomí­a y el hombre tení­a otras caracterí­sticas.

Existen mapas muy antiguos en rincones del mundo donde la fisonomí­a de la tierra aparece distinta. Lo que hoy son polos era Ecuador y lo que hoy es Ecuador antes eran polos. Entonces los continentes actuales antes no existí­an o habí­a parte de ellos que surgí­a del fondo de los mares.

Hay sistemas, míétodos por medio de los cuales podemos verificar el hecho de que tras la civilización actual, existió otra más poderosa que la nuestra.

Los experimentos con el Carbono “14”, por ejemplo nos han demostrado que la Luna es más antigua que la tierra y tambiíén podemos demostrar que hay sistemas mediante los cuales es posible leer las memorias de la naturaleza, (anales Akashicos de la naturaleza), estos registros son reales y algún dí­a caerán en manos de los cientí­ficos.

El hombre de la quinta ronda habrá conquistado el elemento Eter, por esa íépoca nuestro planeta fí­sico-quí­mico solo será un cadáver y toda la vida evolucionante de la sexta raza se desarrollará en la cuarta dimensión o región etíérica de nuestra tierra, por ello se ha dicho que se desarrollará en una octava más superior. Las razas de carne y hueso ya no existirán, se habrán extinguido y la sexta raza conquistará el astral superior, ahí­ se desenvolverá la síéptima raza la cual finalmente conquistará la mente cósmica, de la cual se desconoce su nombre, algunos autores mencionan que será una raza de liliputienses.

Pocos serán lo que se salvarán de esta actual quinta raza para formar parte de la sexta raza, de todos los billones de almas que entraron a evolucionar e involucionar en este planeta, solo un puñado de criaturas servirá para el estado angíélico “Muchos son los llamados y pocos los escogidos” y esto que sucede en la tierra sucede en todos los mundos del espacio infinito.

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Re: Las Siete Razas
« Respuesta #8 en: Mayo 03, 2010, 07:59:26 pm »
En la futura Edad de oro no se dará cuerpo a nadie que tenga ego, porque con una sola persona que tome cuerpo teniendo el ego adentro, esa sola acaba con la Edad de Oro, corrompe a todos los demás. En este gran ciclo solar –sideral- hay cuatro estaciones:

Primavera: la edad de oro;

Verano: Edad de Plata

Otoño: Edad de cobre

Invierno: Edad de Hierro.

La edad de oro es la edad de la inocencia, de la belleza, del bien, del amor, de la fraternidad, de la hermandad entre los pueblos, sin embargo en etapas posteriores en forma sucesiva surgirá el ego dentro de los mismos seres humanos, va comenzando a nacer, esa es la cruda realidad de los hechos. En la primavera no hay aduanas, ni fronteras, ni policí­as, ni ejíércitos, ni guerras de ninguna especia. Todos adoran al Sol, le rinden culto al astro Rey, a la naturaleza, a los dioses.

Todos esos millones de seres humanos que pueblan la faz de la tierra no pudiendo disolver el ego, porque no todos pueden hacerlo por falta de capacidades o de consagración, pues la naturaleza se encarga de desintegrarlos en los mundos infiernos. El infierno para los Sufis no es un lugar de castigo sino de purificación e instrucción para la conciencia.

En cuanto a los infiernos de nuestros antepasados aztecas (el Mictlán) no es tampoco un lugar de castigo sino de pruebas y si sale victorioso despuíés de pasar por los nueve cí­rculos dantescos se tiene derecho a entrar al paraí­so.

Despuíés de la expiación, según la Ley de la Transmigración de las almas, enseñada por el Señor Krisna, lo más decente y lo más digno que tenemos dentro que es la Esencia, sale libre a la luz del sol para reiniciar una nueva marcha, comenzando por el reino mineral, continuando con el reino vegetal, prosigue con el animal y posteriormente la Esencia, el alma, entra al reino humano, cuando se cumpla el ciclo, esos millones de almas vestidas con nuevos cuerpos fí­sicos se irán integrando a la futura raza, estas dos futuras razas que vendrás serán regidas por las dinastí­as solares. Por eso virgilio el poeta de Mantua exclama “Ya llegó la edad de Oro y una nueva progenie manda,” Esa progenie son las dinastí­as solares.

Será preciosa la edad de oro, es la edad del Paraí­so, representada por El evangelio de Lucas que es el evangelio de la luz, el evangelio solar. En cuanto al Evangelio de Mateo según la ciencia nos indica los tiempos del fin que ya estamos viviendo. - Y cuando es eso? - Cuando dice: “Cuando viereis a Jerusalíén rodeada de Ejíércitos”, tambiíén habla de la íépoca de pestes y terremotos y todas esas cuestiones, es porque ya el tiempo ha llegado.

Finalmente vendrá una nueva noche cósmica, la noche de Brahama, en que nuestro planeta exhalarás sus últimos alientos, para volver a renacer como el Ave Fíénix de entre sus propias cenizas, comenzando un nuevo ciclo de manifestación cósmica.