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Autor Tema: Amíérica Latina y la Crisis Internacional...  (Leído 378 veces)

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Amíérica Latina y la Crisis Internacional...
« en: Mayo 27, 2010, 09:39:43 am »
Por...  Rodrigo Botero Montoyaí­

Algo novedoso ha sucedido a raí­z de la crisis financiera que se inició en Estados Unidos a partir del colapso del mercado hipotecario, se extendió a Europa y produjo la mayor recesión de la economí­a mundial desde la Gran Depresión de los años treinta. Se decí­a que cuando la economí­a norteamericana sufrí­a un resfrí­o, Amíérica Latina contraí­a pulmoní­a. Además, durante las díécadas de los años ochenta y noventa, crisis que se originaron en lugares remotos tales como Tailandia y Rusia tuvieron fuertes repercusiones sobre la economí­a latinoamericana. En el año 2008, Wall Street contrajo un caso severo de pulmoní­a, del cual todaví­a no se ha recuperado, a pesar de esfuerzos heroí­cos del Tesoro norteamericano y la Reserva Federal.

Hasta ahora, lo novedoso es el escaso protagonismo de Amíérica Latina en la crisis mundial. Puede afirmarse que el contagio latinoamericano se ha limitado a un resfrí­o, representado por menores flujos de capital externo a la región y las secuelas de la píérdida de dinamismo del comercio internacional. Pero en lo que concierne al drama de la destrucción masiva de riqueza y el colapso financiero que ha tenido lugar en Estados Unidos y en Europa, Amíérica Latina brilló por su ausencia. Podrí­a pensarse que no recibió a tiempo la invitación a asistir al evento. Lo que a continuación se sugiere es más bien que la región sí­ estaba invitada a la fiesta, pero que a diferencia de las veces anteriores, declinó la invitación.

Según esa interpretación, los responsables de la polí­tica económica en los principales paí­ses de la región aprendieron, a un alto costo en tíérminos de crecimiento económico y bienestar social, ciertas lecciones de las crisis de los años ochenta y noventa.

Esas lecciones pueden resumirse de la siguiente manera:

La inflación es destructiva.

Es peligroso tener un nivel alto de endeudamiento en moneda extranjera.

Disponer de mercados de capital profundos y bien estructurados a escala local permite fijarse metas ambiciosas de desarrollo. Estos mercados deben estar sometidos a una regulación gubernamental estricta y a una vigilancia cuidadosa.

El excesivo proteccionismo perjudica la competitividad internacional del paí­s.

La estabilidad macroeconómica requiere disciplina fiscal y monetaria, así­ como transparencia y capacidad tíécnica.

La intervención estatal implementada de manera autoritaria y torpe resulta contraproducente.

La volatilidad y la incertidumbre que prevalecen en los mercados mundiales aconsejan mantener un nivel adecuado de reservas internacionales.

(En la actualidad, varios paí­ses europeos están abocados a la necesidad imperiosa de hacer un aprendizaje similar.)

Lo que se denominó la díécada perdida, como resultado de la crisis de la deuda externa de los años ochenta, produjo una respuesta positiva por parte de los gobiernos en la forma de cambios en las polí­ticas públicas para hacer menos vulnerables sus respectivas economí­as a choques externos. Las economí­as se abrieron al comercio internacional, se garantizó la independencia de los bancos centrales, se tecnificó el manejo macroeconómico, se redujo el endeudamiento externo, se mejoró la competitividad de las empresas nacionales y se fortalecieron los mercados de capital domíésticos.

Como corresponde a la heterogeneidad de Amíérica Latina, las reformas de polí­ticas públicas mencionadas no se hicieron en los distintos paí­ses al mismo tiempo, ni con la misma intensidad. Más aún, los gobiernos de Argentina y Venezuela abandonaron la disciplina fiscal y monetaria, eliminaron la independencia de sus respectivos bancos centrales para financiar el gasto público, cerraron sus economí­as y han acudido a la proliferación de controles. Esos experimentos han producido píérdida de confianza inversionista, fuga de capitales y las tasas de inflación más altas del hemisferio.


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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...