Habrán leído, vuesas mercedes, seguramente, que el mercado inmobiliario comenzaba a estabilizarse, que las viviendas ya no iban a bajar más de precio, que el número de viviendas transmitidas en el primer trimestre había crecido. Incluso, el Director General de La Caixa, no sin desparpajo, admitió en una entrevista que el ajuste inmobiliario era cuestión de tiempo, “quíé más da si lo arreglamos en tres o siete años?â€, se preguntaba. Seguramente las endeudadísimas compañías inmobiliarias no opinen lo mismo tras ver como son ejecutadas sus deudas hipotecarias con daciones en pago de sus inmuebles y comprobar cómo se van despatrimonializando como una lenta pero imparable hemorragia.
Vengo repitiendo con cierta cadencia que los repuntes en las ventas (a todas luces insuficientes para las compañías) son estacionales. Siempre en estas mismas fechas ha repuntado el volumen de las ventas en el mercado inmobiliario, al igual que íéstas han disminuido conforme se acercaba el verano, para volver a retomar su senda alcista durante los meses de septiembre y octubre. Y esta es la primera gran señal que deberemos atravesar, ver quíé sucede despuíés del verano. Lo normal es que las ventas, despuíés de las vacaciones y hasta diciembre aumenten, sobre todo en lo que respecta a primera vivienda, para favorecerse de las ventajas fiscales que desaparecerán el año que viene. Debemos tener en cuenta, tambiíén, que a finales de año caducan cerca de 160.000 cuentas vivienda, lo que debería ayudar, sin duda, en ese rebote de las ventas.
Esto con respecto al presente año…, ¿y el que viene?. La previsión de analistas y profesionales con los que a diario me relaciono es muy pesimista. Con el grifo del críédito cerrado, sin previsión de crear riqueza y empleo, sin ventajas fiscales para los compradores con ingresos superiores a los 24.000 euros, y con el stock sin vender reduciíéndose muy lentamente, el panorama se antoja negativo. Y si así fuera, se estaría cumpliendo para el sector una segunda recesión, si cabe, más negativa que la pasada. De hecho, las compañías, en las negociaciones de su reestructuración financiera, tratan por todos los medios de que no venza ningún plazo durante ese año. La incertidumbre es tal que ahora mismo tengo serias dudas sobre las inmobiliarias que pudieran salir vivas de la crisis. Y para muestra, sírvales el siguiente ejemplo:
Colonial ha realizado una segunda ampliación de capital durante este año. La primera fue a cambio de deuda. Esta segunda, con adquisición preferente para los que ya fueran accionistas de la compañía, la daban por cubierta en su totalidad porque, aun no acudiendo los inversores a la totalidad de la ampliación, sí lo haría la banca acreedora por el montante no cubierto. Pues bien, su Consejero Delegado ha anunciado que no descartan una nueva ampliación de capital, incluso ha anunciado que están estudiando y abiertos a realizar movimientos corporativos y/o fusiones con otras compañías patrimonialistas. Dejó caer, además, que los bancos acreedores y accionistas de la compañía, están con necesidad de liquidez, por lo que entiendo que no descartaba una colocación de un importante paquete accionarial en manos de terceros. Incertidumbre y lucha sin cuartel para sujetarse a pesar de la deuda.
Porque lo que está ocurriendo es que la deuda no se está pagando, no se engañen. La deuda que se paga es con ejecuciones hipotecarias o entrega de inmuebles como pago de la misma. Las ventas que se producen, van destinadas al pago de los intereses que produce la deuda, pero no amortiza el principal de la misma. Todo, en un intento de esperar a ver si…, alguna vez saldremos de la crisis. Estos datos, por lo tanto, no son como para darnos esperanzas de recuperación a medio plazo.
En el lado positivo, sí es cierto, que para el inversor que cuente con liquidez comienza ya a ser atractivo. Es el comprador el que termina poniendo precio a los inmuebles, y depende de la necesidad del vendedor en aceptar o no el precio que se le propone. Y este peculiar mercado inmobiliario seguirá así hasta que no haya desaparecido en gran parte la deuda de críéditos concedidos al sector del ladrillo…, y esto va a tardar un poco. Por ahora sólo se deben cuatrocientos setenta mil millones de euros. “Ahí es náâ€. No lo pase a pesetas, le asustará más.
Saludos y hasta dentro de quince días.
Vale.
Oberon.