¡Oh cielos, quíé horror! vuelan mis dineros
Tal vez los lectores más jóvenes no recuerden los dibujos animados en los que los protagonistas eran una hiena triste y algo rarita, para quien todo eran obstáculos, problemas y apatía, junto a Leoncio, un león optimista empedernido, algo caradura y socarrón. La apertura de las bolsas europeas en la mañana del viernes, era para repetir la coletilla que siempre empleaba Tristón en cuanto algo se torcía, pero apostillando, “La que nos va a caer hoyâ€. Luego, hay que respirar hondo y mirar el panorama con serenidad. Le ha llegado el turno a Irlanda y es probable que varios de sus grandes bancos tengan que ser intervenidos. Tambiíén fueron pasando por la caja de papá Estado algunos gigantes norteamericanos, alemanes, franceses e ingleses, y no vamos a gastar papel repitiendo la relación de los mismos.
Y aquí estamos, vivitos y coleando. La de Grecia fue más gorda y ya parece que se nos ha olvidado. Pero Irlanda no tiene problemas de financiación hasta dentro de cuatro meses. ¿Por quíé la liamos hoy? Por este purgatorio, si Dios no lo remedia, terminará pasando Portugal y España. Algunos lectores me aconsejaron, a raíz del texto de la semana anterior, que me dedicase a escribir de bolsa y dejara tranquilos a los políticos. Dejados están. Pero no me negarán que, como poco, resulta curioso que los cuatro países que están en la picota tengan a los mandos a gobiernos socialistas.
Los inversores que se han lanzado a vender en la apertura del mercado no han tenido su día. A las 11,30 horas el Ibex 35 entró en positivo y, con alguna duda, se ha mantenido con ganancias hasta el cierre del mercado con un inesperado protagonismo de los bancos medianos y con el apoyo inestimable de los grandes, con subidas que, en el caso de los derechos de BBVA, llegaron a ser del 27,44%. Esto tampoco debe invitarnos a echar las campanas al vuelo. El palo sufrido por entidades financieras ha sido de tal calibre, que un rebote entra dentro de lo normal. Que tenga continuidad, es harina de otro costal.
Algunos analistas sostienen que hay que esbozar la misma sonrisa cuando el mercado sube o baja, porque el mercado tiene dos caras y si sube te pones largo y si baja corto. Y es cierto, pero salvo una minoría experta en estos menesteres, el resto de los mortales que van metiendo sus ahorros en bolsa, no pueden, ni deben, estar vendiendo en cada recorte; máxime, cuando todo apunta a que las bolsas van a seguir subiendo. Y si esta hipótesis de trabajo es correcta, lo que toca en los recortes, y en los días en los que caen chuzos de punta, es ir recogiendo sin prisa algún papel de calidad como inversión a medio plazo.
Estamos asistiendo a un fenómeno cien veces repetido. Cuando se invierte en empresas con beneficios, a pesar de la crisis con buen dividendo y que cotizan a valor en libros o por debajo de nueve veces beneficios, se está sembrando algo que dará, a veces más pronto que tarde, una buena cosecha.