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Autor Tema: Polí­tica y economí­a norteamericana: El patriotismo de los ricos...  (Leído 239 veces)

OCIN

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Por...  Jorge Majfud

En todo el mundo, los ricos casi no emigran, casi no integran los ejíércitos que mandan a sus guerras y que luego llenan de honores y aplausos, y maldicen al Estado que les chupa la sangre. Cuando las economí­as van bien, exigen recortes de impuestos para sostener la prosperidad y cuando las cosas van mal exigen que el maldito Estado los rescate de la catástrofe (con dinero de los impuestos, está de más decir).
 
Desde la crisis financiera de 2008, la mayor preocupación de la clase media norteamericana ha sido el desempleo y el díéficit, ambas herencias del gobierno republicano de George Bush. Dentro de este partido, el Tea Party ha surgido con una fuerza que le ha permitido dominar su retórica pero tal vez sea su propia ruina en las próximas elecciones, que en principio se les presentan favorables. Su bandera es la ideologí­a Reagan-Thatcher y la ortodoxia de oponerse a cualquier incremento en los impuestos. Aseguran que no se puede penalizar a los exitosos, los ricos, con impuestos, porque son los ricos quienes crean los puestos de trabajo cuando la riqueza comienza a derramarse desde arriba. En un debate de 2008, Obama comentó que los partidarios de esta teorí­a (más bien, ideologí­a) con la crisis habí­an descubierto que cuando se espera que la riqueza gotee de arriba el dolor comienza a subir desde abajo.
 
Los datos actuales (para no ir lejos) contradicen la teorí­a del “trickle-down” llevada a sus extremos por el último gobierno republicano, ya que (1) la capacidad de la avaricia de los “de arriba” es ilimitada, sino infinita, y (2) el desempleo no ha bajado en los últimos años, sino lo contrario.
 
Aunque en el paí­s ya no se destruyen 700.000 empleos por mes como hace un par de años, la creación de nuevos puestos sigue siendo díébil (entre 15.000 y 250.000 por mes; un ritmo saludable para bajar el 9.2 por ciento de desempleo deberí­a ser de 300.000 nuevos puestos por mes).
 
Por otro lado, en el último año la productividad ha crecido en proporciones muchos mayores y, sobre todo, los beneficios de las grandes compañí­as. Cada semana se pueden leer en los diarios especializados los resultados de una gigante financiera, industrial o de servicios que han incrementado sus ganancias en 30, 50 o 60 por ciento, como algo normal y rutinario. Cualquiera de estos porcentajes significan varios billones de dólares. Incluyendo las antes desahuciadas automotoras de Detroit. Sin entrar en detalles de cómo la clase media, Estado mediante, financió el rescate de todos esos gigantes, sin elección y bajo amenaza de que algo peor podí­a haber seguido.
 
Desde los ´80, la riqueza arriba se sigue acumulando y el desempleo abajo continúa desde el 2009 en niveles históricos. Estudios han mostrado que esta diferencia entre ricos y pobres (Bureau of Economic Analysis), una caracterí­stica latinomericana, ha crecido bajo esta ideologí­a del trickle-down.
 
Mucho antes de la crisis de 2008, cuando todaví­a existí­a un superávit heredado de la administración Clinton, los republicanos lograron reducir los impuestos sobre los sectores más ricos, entre ellos las petroleras. Este perí­odo de gracia vencí­a este año y fue extendido por el propio Obama bajo presión republicana, poco despuíés de que los Demócratas perdieran el control de la cámara baja. Entonces, el presidente Obama fue fuertemente criticado por su propio partido por dar más concesiones a los Republicanos que exigir de ellos algo a cambio.
 
No obstante, en las últimas semanas las posiciones se han polarizado. En una de las últimas reuniones con los republicanos, Obama, el que nunca pierde el equilibrio, se levantó abruptamente amenazando: “no me prueben”. Ante las negociaciones para incrementar el techo de endeudamiento (práctica normal en Estados Unidos y en muchos otros paí­ses; sólo en la administración Bush se votó siete veces la misma medida) los republicanos continúan procurando suspender y eliminar varios programas de asistencia social y negándose radicalmente a subir los impuestos a los más ricos (en muchos casos, billonarios).
 
Por el otro, los demócratas y el presidente Obama se resisten a reducir los servicios sociales y en contrapartida exigen incrementar los impuestos a los más ricos. He escuchado a unos pocos millonarios preguntándose por quíé ellos no pagaban más impuestos cuando son ellos, precisamente, los que más posibilidades tienen de aportar cuando el paí­s necesita. Cuando el paí­s de mitad para abajo lo necesita, habrí­a que aclarar. Pero aparentemente no son estos millonarios los que hacen lobbies presionando en los congresos de los paí­ses.
 
De cualquier forma, y a pesar de toda esta mise-en-scí¨ne republicana, no tengo dudas de que antes del 2 de agosto el parlamento votará una nueva alza del techo de endeudamiento. ¿Por quíé? simplemente porque le conviene a los dioses inversores de Wall Street. No porque haya trabajadores sin empleos o soldados sin piernas esperando por la caridad del Estado que los mandó al frente a cambio de un discurso y unas pocas medallas.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...