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Autor Tema: ¿Por quíé la Fed no es independiente?...  (Leído 343 veces)

OCIN

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¿Por quíé la Fed no es independiente?...
« en: Agosto 16, 2011, 11:34:31 pm »
Por...    Gerald P. O'Driscoll
 

En medio de la crisis financiera y la reacción de la Reserva Federal, este banco central ha llegado a estar bajo un creciente escrutinio y continuas crí­ticas. Los partidarios de la “Fed” la defendieron de manera decidida, enfatizando la necesidad de rescatar la independencia de la institución. Su titular, Ben Bernanke, dice que la independencia de la Fed protege al banco central de la presión polí­tica de corto plazo.
 
Perdido en este debate está el significado preciso de la palabra “independencia” y si la supuesta independencia de verdad es una caracterización precisa de la situación de la Fed hoy dí­a.
 
En primer lugar, la Fed seguramente no es independiente de una supervisión polí­tica —es una creación del congreso. Ciertamente, la Ley de la Reserva Federal creada en 1913 si aisló a la Fed de la responsabilidad de financiar al gobierno federal, a diferencia del Banco de Inglaterra. Pero el aislamiento de la Fed se erosionó rápidamente pocos años despuíés cuando el banco central fue convocado para financiar un aumento masivo de la deuda pública durante la Primera Guerra Mundial.
 
El significado moderno de la independencia de la Fed se constituyó como resultado del financiamiento de la Segunda Guerra Mundial. El banco central habí­a acordado respaldar el precio de los bonos del gobierno al anclar las tasas de interíés. La recuperación durante la postguerra trajo consigo el riesgo de una inflación y la Guerra de Corea aumentó estos miedos. Pero el programa de respaldo a los bonos ató las manos del banco para combatir la inflación ya que este no podí­a subir las tasas de interíés.
 
La Fed, en resumen, no pudo conducir la polí­tica monetaria de manera independiente de la polí­tica fiscal. Tuvo que financiar el díéficit del gobierno con tasas de interíés fijas.

En 1951, la Fed y la Tesorerí­a llegaron a un acuerdo con el cual la Fed volverí­a a tener el poder de conducir una polí­tica monetaria independiente de la polí­tica fiscal. Y es este el significado históricamente correcto y económicamente sensato de la palabra independencia: es la polí­tica de la Fed la que es independiente.

Pero ni siquiera la polí­tica es verdaderamente independiente porque los objetivos de su polí­tica están regidos por la Ley de Pleno Empleo de 1946 (enmendada despuíés). Como resultado de esa ley, la Fed tuvo la libertad operacional para implementar una polí­tica de estabilidad macroeconómica —el pleno empleo y la estabilidad de precios como lo determina la ley.
 
Hoy, cómo sea que uno lo analice, la Reserva Federal no es independiente. Voluntariamente ha renunciado la misma independencia que se aseguró en 1951 al entrar en una versión moderna del programa de respaldo a los bonos. Eso es lo que constituye la tal llamada polí­tica de tasa de interíés cero, fortalecida con la flexibilización cuantitativa implementada a travíés de QE1 y QE2 (por sus siglas en inglíés).
 
La Fed está comprometida a mantener las tasas de interíés a un nivel muy bajo, comprando tanta deuda de la Tesorerí­a como sea necesario para mantener esas tasas de interíés. Esa es precisamente la posición en que la Fed se hallaba antes del acuerdo de 1951.
 
La polí­tica monetaria una vez más no es independiente de la polí­tica fiscal. Ninguno de los crí­ticos de la Fed puede hacer tanto daño a la independencia de la Fed como la misma institución se lo ha causado así­ misma.
 
¿Cómo podrí­a la Fed recuperar su independencia? El primer paso serí­a acabar con la segunda ronda de flexibilización cuantitativa (QE2). Acabar con la polí­tica se tasa de interíés en cero serí­a el siguiente paso. Se necesita que se le permita subir a la tasa de interíés de los fondos federales a niveles de un dí­gito.

Pero como el anterior gobernador de la Fed, Lawrence Lindsey, indicó en este diario el 28 de junio, la precaria posición fiscal del gobierno federal no está preparada para un retorno a tasas de interíés normales. Así­ que la independencia del banco central requerirá que el gobierno federal regrese a la sensatez fiscal.
 
Incluso eso no serí­a suficiente para devolverle su independencia a la Fed. La plíétora de mecanismos especiales de príéstamo y programas establecidos por la Fed frente a la crisis fiscal de 2008 involucró al banco central en el negocio de asignar el críédito. Este es un tipo de poder fiscal. Es muy difí­cil imaginar una institución de funcionarios no elegidos ejerciendo este poder de manera independiente por mucho tiempo.

Si la Fed quiere preservar su estructura, debe renunciar a ese poder. La única manera de hacerlo serí­a derogar la Sección 13 (3) de la Ley de la Reserva Federal, la provisión para príéstamos de emergencia en virtud la cual la Fed ejerció poderes crediticios plenipotenciarios.
 
Milton Friedman se oponí­a a la independencia de la Fed por varias razones, incluyendo que ninguna institución tan poderosa como la Fed podí­a operar por fuera de las restricciones democráticas. Friedman dudaba que podí­a haber laissez-faire en la banca (ausencia de banca central). Varios acadíémicos han vuelto a introducir esa posibilidad. Mientras tanto, la incursión de la Fed en la polí­tica fiscal combinada con su creciente uso de los príéstamos de emergencia constituyen una mezcla polí­tica volátil que yo predigo no puede sobrevivir.


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