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Autor Tema: LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS ECONí“MICO  (Leído 352 veces)

Orpheo

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LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS ECONí“MICO
« en: Octubre 25, 2011, 10:48:41 am »
En el anterior artí­culo exponí­a las razones por las que la cumbre europea será decepcionante. La profunda división entre Francia y Alemania en aspectos claves es evidente, por lo que es probable que se alcance simplemente un acuerdo de mí­nimos que no consiga calmar a los mercados. De esta cumbre, y de sus repercusiones hemos escrito hoy y lo seguiremos haciendo en los próximos dí­as. Pero desgraciadamente Europa no es el único foco de preocupación en el mundo.

 

Se está hablando muy poco en los últimos meses de los mercados emergentes (ME). Europa lo eclipsa todo. Pero hay señales preocupantes que indican que podrí­amos estar cerca de adentrarnos en un escenario distinto y más preocupante.

 

Societe Generale, en boca de su estratega jefe de emergentes, afirmó recientemente que estos mercados “están cambiando a modo pánico”.

 

Por otro lado, Albert Edwards de SG se muestra muy preocupado por la economí­a China, que cree que podrí­a estar escapando de la recesión a una “pirámide de disparates”.

 

Por su parte, los analistas de Deutsche Bank afirman que el 54% de las compañí­as industriales de los ME verán una bajada en sus beneficios reales este año. Según sus análisis, las empresas de los mercados emergentes están invirtiendo demasiado, diluyendo el retorno de efectivo, lo que resultará en un pobre crecimiento de beneficios.

 

Deutsche Bank cree que la renta variable a nivel mundial no será capaz de soportar una recesión europea y una desaceleración de los mercados emergentes al mismo tiempo.

 

Bien, pues ya tenemos a Europa con una cumbre que previsiblemente no alcanzará los objetivos deseados, y a los mercados emergentes cerca de entrar en “modo pánico”. Ahora solo nos queda echar un vistazo a EE.UU. Para ello utilizaremos un reciente artí­culo del profesor de economí­a de Harvard, N. Gregory Mankiw, que nos da una visión alternativa de la economí­a de este paí­s y de su previsible futuro.

 

A medida que la economí­a languidece, polí­ticos y expertos están debatiendo quíé hacer a continuación. Cuando miramos a nuestro alrededor, es difí­cil encontrar modelos positivos a seguir. Pero a medida que buscamos las respuestas, es útil tener en cuenta los destinos que nos gustarí­a evitar.

 

La reciente historia económica destaca cuatro naciones: Francia, Grecia, Japón y Zimbabwe. Cada una ilustra una clase de error que podrí­a, si no tenemos cuidado, presagiar el futuro de la economí­a de Estados Unidos. Piense en ellos como los cuatro jinetes del apocalipsis económico.

 

Vamos a empezar con Zimbabwe. Si hubiera un premio a la peor polí­tica económica del mundo, bien podrí­a haberlo ganado en varias ocasiones durante la última díécada. En particular, en 2008 y 2009, cuando experimentó una hiperinflación verdaderamente espectacular. Su Banco Central emitió una cantidad enorme de moneda, para posteriormente abandonar su divisa.

 

Algunos pueden encontrar difí­cil imaginar un destino similar para los EE.UU. Sin embargo, la creación de dinero de forma imprudente es actualmente una preocupación del gobernador Rick Perry de Texas, en busca de la nominación republicana para presidente. En agosto sugirió que serí­a “casi una traición” si Ben S. Bernanke, presidente de la Reserva Federal, imprimiera demasiado dinero antes de las elecciones. El señor Perry no está solo en sus preocupaciones. Muchos temen que las recientes polí­ticas de la Fed destinadas a combatir la alta tasa de desempleo servirán sobre todo para generar una inflación desmedida.

 

Bernanke, sin embargo, está menos preocupado porque los Estados Unidos se conviertan en Zimbabwe de que lo hagan en Japón.

 

Quienes tienen edad suficiente para recordar la díécada de 1980 recordarán que Japón solí­a ser una superpotencia económica ascendente. Mucha gente se preocupaba (demasiado en mi opinión) que el rápido crecimiento de Japón fuera una amenaza para la prosperidad en los Estados Unidos, en gran parte de la misma manera que muchas personas se preocupan hoy en dí­a (demasiado en mi opinión) sobre un rápido crecimiento en China.

 

Las preocupaciones acerca de la hegemoní­a japonesa tuvieron un rápido final tras el estallido de las burbujas de los mercados de bienes raí­ces y de acciones a principios de 1990. Desde entonces, Japón ha tenido problemas para recuperar su equilibrio. Los crí­ticos del Banco de Japón dicen que la entidad ha estado demasiado centrada en sofocar amenazas inflacionistas fantasmas y poco preocupada por la restauración del crecimiento económico.

 

Uno de esos crí­ticos fue el Sr. Bernanke antes de convertirse en presidente de la Fed. Ver la timidez japonesa y sus comprobados fracasos, sin duda le ha hecho más dispuesto a experimentar con formas no convencionales de polí­tica monetaria con el resultado de nuestra propia crisis financiera.

 

Los economistas en el gobierno de Obama tambiíén son muy conscientes de la experiencia japonesa. Esa es una razón por la que están realizando medidas de estí­mulo económico que apuntalen la demanda agregada de bienes y servicios.

 

Sin embargo, esta polí­tica fiscal tiene sus propios riesgos. Cuanto más se base en el gasto deficitario para mantener a flote la economí­a, mayor es el riesgo de una especie de crisis de deuda soberana al estilo de la griega. La rebaja de Standard & Poor del rating de Estados Unidos es un presagio de lo que podrí­a estar por llegar. A largo plazo, tendremos que pagar nuestras deudas - o enfrentarnos a severas consecuencias.

 

Por ahora el mercado de bonos no parece muy preocupado por la solvencia del gobierno federal. Aún está dispuesto a prestar a los Estados Unidos a bajas tasas de interíés. Pero lo mismo podí­a decirse de Grecia hace cuatro años. Una vez que el mercado de bonos comienza a cambiar de opinión, el veredicto puede ser rápido, y puede conducir a un cí­rculo vicioso de crecientes tasas de interíés, aumento de carga financiera, de díéficit presupuestario, y caí­da de la confianza.

 

Los mercados de bonos están dando a los Estados Unidos el beneficio de la duda, en parte porque otras naciones son aún más arriesgadas, y en parte en la creencia de que, con el tiempo, pondremos nuestra casa fiscal en orden. La gran pregunta polí­tica es cómo.

 

La nación se enfrenta a una decisión fundamental sobre sus prioridades. Para mantener los niveles actuales de impuestos, tendremos que reducir sustancialmente el gasto en la red de seguridad social, incluyendo el Seguro Social, y el nuevo programa de salud. Alternativamente, se puede conservar la red actual de seguridad social y aumentar los impuestos. O podemos elegir una combinación de recortes de gastos y aumentos de impuestos. Esto nos lleva al último de nuestros cuentos ejemplos: Francia.

 

Hay dos hechos que tenemos que considerar. En primer lugar el producto interior bruto per cápita en Francia es un 29 por ciento menor que en los Estados Unidos, en gran parte porque los franceses trabajan muchas menos horas durante su vida que los americanos. En segundo lugar, los franceses pagan más impuestos que los estadounidenses. En 2009, los impuestos fueron el 24 por ciento del PIB en los Estados Unidos, y el 42 por ciento en Francia.

 

Los economistas debaten si una mayor presión fiscal en Francia y otras naciones europeas es la causa de que trabajen menos horas y del nivel de ingresos. Tal vez sea algo totalmente distinto – tal vez sea una cierta alegrí­a de vivir que escapa a la cultura americana.

 

Pronto podrí­amos estar realizando un experimento natural para averiguarlo. Si los responsables de la polí­tica estadounidense no frenan el gasto en prestaciones en las próximas díécadas, no tendrán más remedio que aumentar los impuestos a cerca de los niveles europeos. A continuación, podremos ver si la próxima generación de estadounidenses gasta menos tiempo en el trabajo y más tiempo tomando cafíé al aire libre.


En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.