El factor político suele jugar malas pasadas por los efectos regulatorios. Nunca los sectores regulados fueron de fiar, dicen los analistas más viejos, porque lo que hoy dice, dicta y regula el Gobierno, mañana suele ser lo contrario cuando el Gobierno que gobierna es diferente al primero. Por eso, valores como Solaria, prototipo de la energía solar en el mercado nacional, sufre vaivíénes de consideración. Además, en este caso se ha logrado rizar el rizo, porque aun siendo el mismo Gobierno el que manda son diferentes los ministros de la cosa nombrados, de tal modo que lo que dijo Clos no sirve para nada, porque ahora el nuevo ministro dice lo contrario ¡Como para fiarse! Hay en esta compañía manchega, además, un rictus de desconfianza por parte de algunos bancos de inversión respecto a la interpretación del balance, que los sucesivos comunicados de Solaria al Regulador no han logrado borrar. En el mismo proceso, ha aparecido en los últimos días algo así como el cuento de la lechera por los movimientos corporativos en el sector.
Empezamos por la regulación posible. El Ministerio de Industria negó hace unos días que haya decidido retirar el borrador de Real Decreto sobre energía fotovoltaica y eliminar el techo de 1.200 mega vatios (MW) de potencia instalada para esta tecnología. Industria desmintió en un comunicado lo afirmado por la Asociación de la Industria Fotovoltaica (ASIF), que había asegurado que el Ministerio se había avenido a negociar con el sector una nueva norma en la que, al contrario de la propuesta eliminada, no aparezca un techo de 1.200 megavatios (MW).
Sigue…….
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