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Autor Tema: Chile: Hacia un nuevo rumbo financiero en la región...  (Leído 203 veces)

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Chile: Hacia un nuevo rumbo financiero en la región...
« en: Diciembre 09, 2011, 06:22:10 pm »
Por...  Sohail Hernández Parra


Oportunidad: el Senado uruguayo dio media sanción al proyecto del Banco del Sur y la Cámara de Representantes podrí­a hacer lo propio en diciembre o enero. Con la ratificación de Uruguay, el Banco regional podrí­a empezar a funcionar en 2012 y financiar proyectos de desarrollo económico, social y ambiental, según la última reunión tíécnica del organismo el pasado 21 de noviembre. La posición de Brasil, principal economí­a de la región, es la que mayores dudas genera respecto a la potencialidad financiera que podrí­a tener la flamante institución. Es que Brasil impulsa el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes), que prestará cerca de 80 mil millones de dólares este año y ya comenzó a financiar proyectos fuera del paí­s.
 
El sistema financiero imperante desde 1944 con los acuerdos del Bretton Woods, diseñado bajo la hegemoní­a de Estados Unidos, se apoya en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), instituciones que han orientado la dinámica financiera bajo los grandes intereses económicos y polí­ticos de los paí­ses desarrollados, condicionando al resto, que son la mayorí­a.
 
Los paí­ses desarrollados concentran el poder de voto en el FMI (el 60%) y el BM (49,4%), organismos que promueven los paquetes de ajustes económicos. La falta de legitimidad de estas instituciones y el enorme rechazo social de las polí­ticas financieras que dictan han propiciado en Amíérica Latina la búsqueda de alternativas de carácter regional, con el objetivo de impulsar la creación de una nueva arquitectura financiera que responda a los intereses de las mayorí­as.
 
Un antecedente interesante a nivel mundial se dio en la región de Asia Pací­fico luego de la crisis económica de 1998. Aquellos paí­ses, si bien no sustituyeron al FMI, han generado fórmulas novedosas de integración financiera e intercambio de divisas desde la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) y junto a otras naciones como China, Japón y Corea (Asean+3).
 
La Iniciativa Miyazawa (INM) de 1998 constituyó un fondo de reservas con 30 mil millones de dólares, aunque su utilización fue escasa, pues los únicos acuerdos alcanzados fueron con Corea del Sur y Malasia, ambos en 1999. La Iniciativa de Chiang Mai (ICM), del año 2000, provee de liquidez en el corto plazo a la región y complementa mecanismos de las instituciones financieras internacionales. En el marco de la ICM se constituyó un Acuerdo de Canje Bilateral que actúa como un fondo de reserva monetario. Sin embargo, el 90% de desembolsos de este fondo pasan por las condiciones establecidas por el FMI
 
En diciembre de 2009 se multilateralizó la ICM (Icmm), con 120 mil millones de dólares. La iniciativa mantiene los objetivos de la ICM original, pero ahora el 80% de los desembolsos pasan por las condiciones establecidas por el FMI, aunque varios paí­ses ya propusieron reducir los condicionamientos al 50%.
 
El desafí­o de la banca suramericana
 
En Amíérica Latina se insiste con fuerza sobre la necesidad de una nueva arquitectura financiera regional ante la crisis del sistema capitalista. Desde 2004, el presidente Hugo Chávez comenzó a colocar en el contexto internacional la idea de un Banco de y para el Sur. Yendo más allá del reclamo por transparencia y mayor participación de los paí­ses pobres en el FMI y el BM, apuntó a la construcción de una nueva institucionalidad que respondiera a los intereses regionales y no a los de los paí­ses desarrollados. Las ideas iniciales sobre la creación del Banco del Sur propiciaban el establecimiento de un organismo que conjugara las figuras de fondos de reserva y de banca de desarrollo regional, bajo el control de los gobiernos de la región, sin sujetarse a los condicionamientos del FMI. Pero la visión de los paí­ses suramericanos sobre los objetivos de un Banco del Sur eran variadas y prevaleció la idea de una banca de desarrollo, hoy recogida en el Acta Fundacional del Banco del Sur, suscrita en diciembre de 2007 en Venezuela.
 
El documento fue firmado por siete paí­ses de la Unasur: Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela. El objetivo: promover el desarrollo económico y social de los paí­ses de la unión utilizando el ahorro intra y extra regional, fortaleciendo la integración, reduciendo las asimetrí­as y promoviendo una distribución equitativa de las inversiones dentro de los paí­ses miembros.
 
Luego de largas negociaciones, fue firmado el Convenio Constitutivo del Banco del Sur en septiembre de 2009 por los siete paí­ses mencionados, que le otorgó personalidad jurí­dica propia. El Convenio prevíé que el Banco tenga su sede en Caracas, así­ como dos subsedes: una en La Paz y otra en Buenos Aires.
 
Entre las funciones del Banco resaltan: financiar proyectos en la región relacionados con la soberaní­a alimentaria, la salud, energí­a, recursos naturales y del conocimiento; asociación con sectores claves, como los de desarrollo cientí­fico-tecnológico, infraestructura, generación y provisión de servicios; promover la complementariedad productiva intra-regional; reducir las asimetrí­as entre los paí­ses miembros; y facilitar asistencia tíécnica para la preparación de planes y proyectos.
 
El capital autorizado del Banco del Sur es de 20 mil millones de dólares, mientras que el suscrito asciende a 7 mil millones. El capital se divide en tipos de acciones: las Clase A, de los Estados integrantes de Unasur; las Clase B, de los Estados que no integran la Unasur; y las Clase C, de los bancos centrales, entidades financieras públicas o mixtas donde el Estado tenga una participación accionaria mayor del 50% y organismos multilaterales de críédito. Los órganos de gobierno del Banco son el Consejo de Ministros y el Consejo de Administración, mientras que el órgano ejecutivo es el Directorio Ejecutivo, que cuenta además con un Consejo de Auditoria.
 
En marcha
 
El Convenio del Banco entrará a regir con el depósito de las ratificaciones en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela por parte de la mayorí­a simple de los miembros fundadores, que en conjunto representen más de las dos terceras partes del capital suscrito, es decir, cuatro o más paí­ses miembros que sumen más del 66,66% de este capital. Hasta la fecha, sólo han ratificado el convenio Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina, que no alcanzan el porcentaje requerido. Uruguay puede ser el quinto paí­s en ratificarlo antes de concluir 2011, hecho que permitirí­a al Banco poder comenzar a funcionar a mediados de 2012. En Brasil y Paraguay, la votación del Convenio no aparece en las agendas legislativas, por lo que su ratificación, si llega, no será en el corto plazo. 
 
Actualmente el Banco está en fase de implementación, todaví­a desarrollando parte de los lineamientos estratíégicos en materia de gestión financiera, crediticia y administración. Estos trabajos son fundamentales para el Banco del Sur, ya que su mayor reto no es comenzar a funcionar, sino constituirse como una banca de desarrollo no convencional que se destaque por el sostenimiento de mecanismos innovadores para el impulso de proyectos de interíés para todos los miembros, especialmente los de encadenamientos productivos.
 
El Banco del Sur debe constituirse en el motor para el desarrollo integral de sus paí­ses. Si es un organismo semejante a los existentes, traicionarí­a los ideales que lo concibieron. En la implementación de una nueva banca de desarrollo está el rumbo financiero y el futuro de la Unasur como promotor de la unión, mientras los acuerdos del G-20, del que forman parte Argentina y Brasil, pueden amenazar o limitar estas iniciativas.

 
- Sohail Hernández Parra. Desde Caracas


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