Por... Eduardo Gomien
Cuenta la historia que, en una ocasión, el ministro francíés Colbert le preguntó a un grupo de fabricantes quíé podía hacer por la industria. Un fabricante llamado Legendre contestó: “¡Laissez-nous faire!†(¡Díéjenos trabajar!). El valiente fabricante hacía alusión a las asfixiantes políticas llevadas a cabo por este ministro y el gobierno absolutista de Luis XIV, quienes, siendo los primeros partidarios del estatismo moderno, creían que las reglas gubernamentales pueden crear prosperidad, con lo que implementaron incontables controles y minuciosas reglas que terminaron sofocando la actividad empresarial, y el resultado fue un deprimente fracaso.
Trayendo la lección al presente: debemos ser capaces de ver que la solución a nuestros problemas no pasa por elevar impuestos a las “grandes empresasâ€, entregar la educación al Estado o combatir la desigualdad con más intervencionismo estatal, sino que, por el contrario, la solución está en arrancar poder al Estado para devolverlo a las personas: que no intervenga beneficiando a determinadas empresas, asfixiando con esas regalías a quienes quieren emprender y competir; que no dicte lo que los colegios deben enseñar, castrando toda creatividad e innovación; que no haga que sea más beneficioso quedarse en la casa antes que salir y trabajar, borrando el esfuerzo que nos ha caracterizado como país. Gritemos: “¡Laissez-nous faire!â€
Recordemos que eso que llamamos Estado no es un ente que funciona por sí solo, sino que es manejado por esos mismos políticos que tan mal calificamos en las encuestas. Así mismo deberíamos desconfiar de íéste.