¿Será Cataluña el próximo estado independiente en Europa? Es lo que se preguntaba en un impactante titular el diario The Economist hace unos días.
Recientemente hemos publicado varios artículos sobre este importante asunto. Lo que defendíamos en estos análisis es que actualmente los mercados no están descontando la posibilidad de una independencia de Cataluña, pero que si los medios internacionales cada vez se hacen más eco de esta posibilidad, terminarían por afectarlos y de manera muy negativa.
Está sucediendo la segunda parte de esta hipótesis. Cada vez es mayor el interíés de los medios extranjeros sobre este hecho, aunque el mercado siga sin descontar este escenario. Esto es realmente significativo.
Publiquemos y comentemos los puntos más destacados del artículo de The Economist para defender lo expuesto anteriormente.
Despuíés de la amplia manifestación del pasado 11 de septiembre, en la que se reunieron según estimaciones el 8% de la población de 7,5 millones de la región, una idea en el pasado exótica ha vuelta a la vida.
Artur Mas, el líder nacionalista catalán apoyó públicamente la aclamación de independencia de los manifestantes. “Esto no puede ser ignorado. Cataluña necesita un Estadoâ€. En una reciente encuesta de opinión, el 51% de los catalanes dice que votaría sí a la independencia. Incluso algunos que no son separatistas creen ahora que un referíéndum es necesario. Sin embargo, la Constitución de España no permite que el separatismo, lo que hace que el país y su región más rica estíén en rumbo de colisión.
El señor Mas se ha visto superado por los acontecimientos. Nadie esperaba que los manifestantes fueran tan numerosos. Mas se reunió con Rajoy el pasado 20 de septiembre para exigir otro ríégimen fiscal. Ante la pregunta sobre una posible independencia de Cataluña Rajoy contestó: "La respuesta está en la Constitución y nuestras leyes". Esto puede ser cambiado, pero con una enorme dificultad y un agrio debate. Sin embargo, un no a su demanda fiscal impulsará aún más el sentimiento separatista, advierte el señor Mas.
Los separatistas están entusiasmados, aunque las encuestas son engañosas. Mientras que un tercio de los catalanes son separatistas convencidos, muchos otros están simplemente enfurecidos porque el dinero de sus impuestos apuntalen las regiones más pobres (suena muy similar a lo que dicen países como Alemania, Holanda o Finlandia sobre la ayuda a países de la periferia en crisis). Según se afirma por estas partes, se desvía el ocho por ciento del PIB catalán o 16 mil millones de euros al año. Este sentimiento se ha agravado tras los cortes en las prestaciones sanitarias y de educación.
Ya nadie pone en duda que el señor Mas busca la independencia en el largo plazo, pero ahora prefiere negociar avances en sus competencias. Sus votantes de clase media instintivamente odian la confrontación. "Es como querer salir de casa sin enojar a Papá", dice Pilar Rahola, ex diputada separatista. Y odian la inestabilidad. Los recuerdos de una guerra civil en la díécada de 1930, en las que el separatismo tuvo gran influencia, son demasiado dolorosos. Es por eso que el señor Mas se quita la etiqueta de independentista o secesionista. "Soy un soberanista", explica, añadiendo que nadie es independiente dentro de la Unión Europea.
Una transición sin problemas para que un miembro de la UE se separe exigiría cambios en las leyes de Bruselas y Madrid. Ellos nunca lo harán. En el corto plazo Mas exige un radical, pero financieramente neutral, cambio en el sistema de impuestos que permita a su gobierno recaudar impuestos y enviarlos a Madrid, en lugar de al revíés. Cataluña más tarde podría reducir su contribución. Para los nacionalistas, este sería un paso más hacia la independencia.
Una tercera vía, propuesta por los socialistas locales, es una nueva federación en la que los catalanes negociarían una especial relación bilateral con otros españoles. Alrededor del 28% de los catalanes prefiere eso. Un voto "no" en el referíéndum afectaría las reclamaciones catalanas.
Francesc de Carreras de la Universidad Autónoma de Barcelona, un anti-secesionista, dice un referíéndum permitiría un debate adecuado para añadir peso democrático a la toma de decisiones. La acta 2000 Clarity de Canadá permitió a Quebec votar primero y negociar despuíés. Eso proporciona un modelo que seguir.
Las causas directas de los problemas económicos de Cataluña son la recesión y la administración ruinosa por los anteriores gobiernos regionales. La independencia no cambiará eso. No está claro aún si son separatistas, como dice el rey de España, o sólo "cazadores de quimeras".
Lacartadelabolsa