El presidente de la Legión Real británica, John Kiszely, dimitió hoy despuíés de que el dominical "Sunday Times" le acusara ayer de haber ayudado a empresas de armamento a conseguir contratos gubernamentales.
El teniente general anunció hoy a travíés de una carta su dimisión como presidente de la asociación beníéfica que da apoyo a todos los que han servido en las Fuerzas Armadas, pero negó las acusaciones.
John Kiszely fue uno de los cuatro militares retirados que fueron grabados por periodistas encubiertos asegurando que podían presionar a diputados y funcionarios a fin de conseguir que firmas privadas obtuvieran contratos del Gobierno.
En una de las grabaciones realizadas por periodistas que se hacían pasar por representantes de una empresa de armamento coreana, Kiszely aseguraba que su puesto como presidente de la Legión Real le daba acceso a figuras importantes como el primer ministro y el ministro de Defensa, de acuerdo con las grabaciones.
En su carta de dimisión, el militar aseguró que nunca ha utilizado su puesto en la Legión para hacer negocios, "y mucho menos el haber hablado en nombre de clientes", aunque reconoció que en la grabación dijo cosas "exageradas" y "estúpidas" que son incompatibles con su puesto.
Tras la publicación del reportaje, el Ministerio de Defensa británico anunció ayer que investigará las denuncias, aunque el titular de este departamento insistió en que los militares retirados no influyen sobre su cartera a la hora de decidir cómo se invierte el dinero en armamento.
Según el rotativo, un código de conducta fijado por el Ministerio de Defensa impide a antiguos oficiales trabajar durante varios años en el sector privado despuíés de haberse retirado.
En las grabaciones publicadas ayer por "Sunday Times", el comandante de la Marina, Trevor Soar, afirmaba que había que ser cauteloso a la hora de hablar con funcionarios y admitía que la manera de hacer los contactos era "ignorando" la reglamentación.
Otro militar retirado, el antiguo jefe del Ejíército lord Dannat, reconoció a los periodistas encubiertos que podía hablar con un funcionario del Gobierno porque había ido con íél al colegio