Complacencia. Esa es la palabra más utilizada para describir lo que está ocurriendo en los mercados de deuda europeos. Tres semanas despuíés de las elecciones de Italia, las negociaciones entre los principales partidos han resultado estíériles y hoy llegan al día en que toman posesión de los escaños en el Congreso y el Senado sin saber si se podrá formar gobierno. Una situación que hace un año hubiera provocado un verdadero cataclismo en el secundario y que, hasta la fecha, no sólo no ha afectado, sino que se ha producido una caída de la presión sobre los bonos perifíéricos.
A cierre de ayer, la rentabilidad del bono español se situaba en el 4,8%. Finalmente, la semana pasada lograba perder la barrera psicológica del 5% y ha conseguido mantenerse por debajo durante seis jornadas. Además, se ha acercado a su equivalente italiano, cuyo interíés ha subido al 4,6% con motivo de la incertidumbre que vive el país. La clave está en si va a poder mantenerse en estos niveles, y por cuánto tiempo.
"Todo el mundo está a la espera... aunque nadie sabe muy bien a quíé -nuevo presidente italiano, elecciones...-", explica a Cotizalia Alberto Matellán, director de estrategia y análisis de Inverseguros. "Hay mucha complacencia en el mercado, liquidez global y Draghi. Con todo eso, lo normal es que siga descendiendo la rentabilidad de España (y de Italia) al menos hasta que se despeje algo", asegura el experto.
Nuevas elecciones italianas en menos de un año
Y de momento, lo más probable es que las cosas sigan como están. No obstante, realmente sería una sorpresa si este viernes hay acuerdo para la elección de los presidentes del Congreso y el Senado en Italia, salvando el gran problema de ingobernabilidad del país que se ha producido. Lo esperable es que esto se produzca la semana que viene y, entonces, comience la ronda de reuniones de los principales representantes de cada partido con el presidente de la República, Giorgio Napolitano. Para finales de marzo, este debería dar mandato de formar gobierno, en principio, al líder del centro izquierda, Pier Luigi Bersani.
Sin embargo, tal y como están las cosas en este momento, todas las posibles combinaciones acabarían en nuevas elecciones antes de un año. Por un lado, puede resolverse un gobierno en minoría, poco probable, cuyo programa sería muy limitado por la posibilidad de bloqueo en el Senado; y la falta de compromiso del líder del M5S, Beppe Grillo, daría como resultado una situación muy inestable que no se sostendría más de un año.
Por otro lado, Napolitano va a intentar por todos los medios imponer un gobierno tecnócrata, algo que rechazan tanto Bersani como la derecha de Silvio Berlusconi, ambos necesarios para que esta opción pudiera salir adelante dejando al margen a Grillo, que se opone de manera tangencial. Mientras el presidente de la República amenaza con que es la única alternativa que firmaría, lo cierto es que su mandato se acaba en un mes y se podría retrasar a entonces la formación del nuevo Gobierno. La única ventaja de este Ejecutivo es que se podría cambiar la ley electoral de cara a unos comicios a principios de 2014.
Finalmente, lo más probable es que se produzcan elecciones en verano ya que, aunque es algo que Napolitano no quiere, los tres partidos, ahora empatados en las encuestas, están convencidos de que mejorarían sus resultados.
Hasta cuándo aguantará el paraguas del BCE
Con todo, el único factor que podría romper la calma del mercado sería que el nuevo gobierno se inclinara hacia las tesis antieuropeístas del M5S. "El problema es que con la liquidez y la OMT hay pocas cosas que se nos ocurran con la potencia suficiente", asegura Matellán. "Quizá un empeoramiento muy brusco de Francia o que algún nuevo Gobierno italiano diga cosas del estilo de las de Grillo".
"No estamos acostumbrados a un decoupling de estas características", afirma Josíé Luis Martínez Campuzano. "Quizá es lo que explica la relativa confianza del presidente del BCE, Mario Draghi, el jueves pasado sobre el final del contagio".
Sin embargo, Draghi se refería al programa de compra de bonos, OMT, y recordaba su condicionalidad. En este sentido, Campuzano se pregunta hasta quíé punto es sostenible esta situación, ya que "la contrapartida la conocemos: programa de asistencia financiera. Pero, ¿podría pedirlo un Gobierno de Italia? Esta es la cuestión que hoy por hoy no tiene respuesta".
Y concluye: "Si Italia no puede pedirlo o tiene serias dificultades políticas para cumplir las contrapartidas, ¿se podría seguir evitando el contagio al resto de la Eurozona?"