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Autor Tema: Argentina: Simpatí­a por la inflación…  (Leído 188 veces)

OCIN

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Argentina: Simpatí­a por la inflación…
« en: Marzo 20, 2013, 08:33:11 pm »
Por… Gustavo Lazzari



La inflación en sus comienzos es irresistiblemente atractiva. Los beneficios están bien localizados en un estado que recauda impuesto inflacionario, en empresarios que esconden sus ineficiencias actualizando listas de precios y en polí­ticos que muestras cifras nominales que inexorablemente siempre serán ríécords.
Por otro lado los costos están diseminados en actores que no se oyen. Los costos de transacción de jubilados, asalariados, desocupados, rentistas, son demasiado elevados para juntarse y ponerse de acuerdo. En las democracias, cada dos años, el descontento se puede expresar en votos.
Además la propaganda gubernamental, la mala teorí­a económica, y los discursos públicos interesados esconden las verdaderas causas de la inflación y engañan a los perjudicados por la misma.
Surgen las teorí­as de los “formadores de precios”, la “concentración económica”, la “intermediación”, los “especuladores” para tratar de buscar culpables ajenos a los verdaderos responsables de la inflación.
Todo gobierno, civil, militar, peronista, radical, hí­brido, poderoso o díébil, supo encontrar su “Máximo Carelli”, aquel personaje del proceso culpable de la inflación de entonces.

El gobierno pareció encontrar una tasa de inflación anual “socialmente aceptable” del orden del 20-25% anual. Pasado ese lí­mite comenzarí­an a preocuparse. Niveles de inflación internacionalmente inadmisibles en un mundo donde tasas anuales superiores al 5% son una rareza que compartimos con Venezuela, Uzbekistan, Sierra Leona, Vietnam, Irán, Congo y Bielorrusia.
Recientemente la Presidenta del Banco Central emitió un informe monetario donde destaca los objetivos y herramientas donde en sus decenas de páginas ni se menciona la palabra “inflación”.
Por su parte, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en un discurso reciente por cadena nacional acusó de incentivar la inflación a los “intendentes que elevan las tasas municipales”.

La causa de la inflación no son los aumentos de precios y/o tasas municipales. Estos son las consecuencias de la inflación. Confundir “causa” con “consecuencia” no es solo un error conceptual. La inflación es, en el fondo, un negocio.
En una economí­a cuando aumenta el precio de un producto podemos encontrar una explicación microeconómica. Cuando aumentan dos precios, podemos encontrar dos explicaciones. Malas cosechas, accidente climático, ruta cortada, aumento en los gustos, cambio de temporada, etc.
Pero cuando aumentan “muchos precios”, no existen “muchas explicaciones” sino solo una. La emisión monetaria del Banco Central. Recientemente salió a circulación la serie Z de billetes de $100. Es la primera vez en la historia numismática argentina que se agotaron todas las letras del diccionario para nombrar las series de los billetes. Todo indica que los flamantes “Evitas” más que un homenaje es un sustituto en la emisión de billetes que se avecina.

En los últimos tres años, el crecimiento de la base monetaria crece a tasas anuales superiores al 30%. La tasa de inflación se acercó a esa cifra rondando el 22-25% anual. Para 2013, son varios los analistas privados que hablan de “inflación piso” del 30%.
La simpatí­a por la inflación termina siempre mal. Para encontrar un perí­odo similar al último lustro, en tíérminos de tasa anual de inflación, hay que remontarse a la díécada del 60. En dicha díécada la tasa promedio rondaba el 25%. En la díécada siguiente los argentinos nos vimos envueltos en un mar de violencia institucional con el perí­odo más prolongado de inflación altí­sima.
Ningún paí­s del mundo vivió 17 años seguidos con tasas anuales de inflación superiores al 100% como sucedió en Argentina entre 1973 y 1989, cuando todo estalló en la hiperinflación.
¿Podremos terminar así­? Difí­cil saberlo. ¿Podremos terminar bien? Seguro que no. La inflación es un impuesto al pobre. Un impuesto que recauda el estado, feliz, hasta que la gente “se aviva” y empieza a huir del dinero. Allí­ toda emisión se traslada a precios. A comprar lo que sea, dólares, latas de aceite, de tomate, todo lo que la gente estime pueda conservar el valor.
Se hablará entonces de “cuestión cultural”, de “apátridos especuladores”, la liturgia podrá decir lo que quiera. La única verdad será la realidad. La “simpatí­a con la inflación” será entonada como la canción de los Rolling Stones “simpatí­a por el diablo”.

Suerte en sus vidas

« Última modificación: Marzo 20, 2013, 08:33:46 pm por OCIN »


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...