A veces cuando reparo en los procedimientos de nuestro Tribunal Constitucional, tengo la sospecha de que quien lo preside es el reverendo Charles L. Dodgson, más conocido como Lewis Carroll. El padre de Alicia en el País de las Maravillas. Sólo así puedo entender que anule con una manola medida del euro por receta implantada en comunidades como Madrid y Cataluña, mientras con la otra suspende el decreto aprobado en su día por el Ejecutivo de Patxi López, contra el copago sanitario. Si hay alguna filosofía jurídica que entienda esto, temo que sólo estíé al alcance del Sombrerero Loco del cuento de Carroll. El resultado es un gobierno que no se cansa de esquilmar a los ciudadanos parapetado tras la sonrisa muda del Gato de Cheshire, mientras estos oscilan entre las crisis de ansiedad del Conejo Blanco y las alucinaciones de la Oruga Azul.
Un año despuíés de que el copago se implantase en el resto de nuestras Comunidades, el próximo 1 de Julio el Gobierno vasco comenzará a aplicarlo en la nuestra por imperativo legal. De nada ha servido constatar que, en este tiempo el gasto farmacíéutico haya decrecido en Euskadi hasta un 7,4%. Frente a la evidencia de que bastaría con administrar mejor, se impone la obsesión de recaudar más. No me cabe duda de que el copago sanitario se va a traducir en un severo copago electoral para el PP. No sólo porque su perfil social resulta cada día menos popular, sino porque esta medida no es equitativa, ni eficiente, ni disuasoria. Y sobremanera, porque hace saltar en pedazos el principio de solidaridad distributiva sobre el que se asienta eso que antes llamábamos la sociedad del bienestar.
Cuando se afirma que por el uso de unos servicios el ciudadano ha de participar económicamente en función de sus ingresos y su renta (algo que ya hacemos a travíés de tasas impositivas a la cabeza de Europa), se está abriendo la puerta a la privatización progresiva de estos, cuyo corolario será la pauperización sanitaria general. Antes que el copago, una adecuada racionalización de la medicina primaria economizaría el gasto en todos los escalones de la Sanidad Pública. Pero, asimismo, antes que los recortes en Sanidad, en este paía queda mucha tela por cortar dentro y fuera de esa reforma de nuestras Administraciones que se ha quedado en un remake del parto de los montes.
Entre tanto, si todos estamos de acuerdo en que ir al míédico es barato pero la mala medicina sale cara, el copago sanitario no es otra cosa que un impuesto a la enfermedad.
Pasen ustedes un buen fin de semana
