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Autor Tema: SE BUSCA: Un lí­der aburrido para la Reserva Federal…  (Leído 170 veces)

OCIN

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Por… AMAR BHIDí‰



El debate sobre quiíén debe suceder a Ben S. Bernanke, el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, ha girado más en torno a personalidades. Quienes apoyan y se oponen a los dos principales aspirantes -Lawrence H. Summers, un extesorero y asesor del presidente Obama, y Janet L. Yellen, una veterana del gobierno de Bill Clinton como Summers, y ahora la vicepresidenta de la Reserva- se han estado enfrentando públicamente. Obama se ha referido a la decisión, que se espera pronto, una de las más importantes de su presidencia.

Sin embargo, lo que ninguna de las partes parece entender es la naturaleza del papel que juega el banco central en la economí­a. En lugar de andar buscando un nuevo lí­der, tenemos que dejar que la Reserva vuelva a la insulsez y su presidente a la oscuridad. La Reserva se ha vuelto de todo menos aburrida. Bajo Bernanke y su antecesor, Alan Greenspan, no se anticipó la burbuja inmobiliaria, ni hubo intento por desinflarla. Aún cuando la Reserva pudiera identificar burbujas, Bernanke una vez dijo que “la polí­tica monetaria es una herramienta demasiado desafilada para ser usada efectivamente contra ellas”.

Pero durante más de cuatro años, la Reserva ha usado este instrumento sin filo a una escala sin precedentes. En la actualidad está comprando 85 billones de dólares mensuales en bonos del tesoro, la tercera ronda de una estrategia que se conoce como flexibilización cuantitativa, que pretende estimular la economí­a con bajas tasas de interíés. Quienes apoyan a Bernanke dicen que ha hecho lo mejor que ha podido con la polí­tica monetaria mientras un Congreso inútil se ha negado a ofrecer ayuda con polí­ticas fiscales.
Pero la flexibilización cuantitativa se ha convertido en un experimento audaz en teorí­a del goteo. Entre otras cosas, le ha dado un falso empuje al mercado de valores con la ilusión de que enriquecer a unos pocos -en el 2010 el uno por ciento de los hogares americanos eran dueños del 42 por ciento de los activos financieros de la nación- ayude a muchos.
Mientras tanto, los retirados que no se atreven a comprar acciones han observado que sus modestas consignaciones bancarias se quedan quietas con tasas de interíés llegando a cero (a pesar de un reciente aumento importante en ganancias). Pero a sabiendas o no, el apacible Bernanke ha convertido su posición en al go mucho más prominente de lo que era durante los 19 años que la ocupó Greenspan. Su concentración de poder dentro de la Junta de la Reserva Federal es precisamente lo que el Congreso no querí­a cuando creó el banco central en 1913. Los presidentes de la Reserva en díécadas recientes han sido individuos eminentemente calificados de indiscutible honradez.

Pero tambiíén son seres humanos cuyos puntos ciegos, egos y potenciales conflictos de interíés -Greenspan ha tenido una lucrativa carrera dando discursos y asesorí­as despuíés de su tiempo en la Reserva- han despertado preocupación en cuanto a arrogancia e incluso imparcialidad. La solución no es someter a la Reserva a los caprichos de un Congreso disfuncional sino más bien reducir lo que podemos esperar de ella.
Esperar que la polí­tica monetaria asegure el empleo total es como intentar hacer una cirugí­a vascular con un hacha sin filo. La diversidad y el dinamismo son caracterí­sticas vitales de nuestra economí­a. Hacer que la Reserva elimine la fluctuación de precios es pedir demasiado. Los precios del banano incluso pueden fluctuar hasta de un supermercado a otro en el mismo sector.

En lo que la Reserva sí­ tiene que asumir más responsabilidad es en el monitoreo de bancos. Son los bancos, y no el gobierno, los que efectivamente crean la mayor parte del dinero que usamos, al extender el críédito donde más se necesita. Como hemos aprendido con dolor, los bancos pueden excederse en hacer príéstamos y hasta disparar un colapso económico. Antes de la crisis la Reserva parece haber perdido toda capacidad de completar la tarea de la supervisión meticulosa y rutinaria de los bancos bajo su control.
Es más, sean o no efectivas, las intervenciones monetarias de arriba hacia abajo siguen siendo atractivas para la íélite de la Reserva. Manejar lo que equivale a un fondo de cobertura inyectado con esteroides es más glamoroso y emocionante que manejar una burocracia regulatoria. Tal vez la cualidad principal que debe tener el próximo lí­der de la Reserva es una que es escasa en Washington: humildad.

Suerte en sus vidas…


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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...