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Autor Tema: Bíéjar: "Gates pidió toda la autocartera de FCC y horas despuíés cerramos la venta  (Leído 185 veces)

Eguzki

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Mucho se ha especulado sobre cómo se fraguó la entrada de Bill Gates, el todopoderoso dueño de Microsoft, en FCC; pero pocas personas pueden contarlo de primera mano. Una de ellas es Juan Bíéjar, el consejero delegado de la constructora, que por primera vez confiesa cómo fue realmente la operación más glamourosa del momento.

Hay que remontarse hasta el pasado mes de mayo, a un road-show que estaba llevando a cabo la dirección financiera del grupo controlado por Esther Koplowitz, para encontrar el origen de esta historia. Allí­, los ejecutivos de FCC conocen a la firma General Oriental, que, tras un par de reuniones, comenta a los responsables de la constructora que tiene un acuerdo para ofrecer inversiones en Europa a los fondos de Bill Gates, y que el perfil de FCC puede  interesarles.

A partir de ahí­, se aceleraron los acontecimientos, con reuniones en Nueva York –a pesar de que el cuartel general de Microsoft está en la otra costa del paí­s, en Seattle–, en las que FCC desnudó todas sus miserias, pero tambiíén todos sus encantos. Y estos terminaron gustando, y mucho, a Gates.

“El mismo lunes que cerramos la operación, nos dijeron que querí­an toda nuestra autocartera”, recuerda Juan Bíéjar. Eran cerca de las seis de la tarde en España cuando los representantes de Gates llamaron a FCC y dijeron que si podí­an hacerse con todos sus tí­tulos; en cuestión de un par de horas, se pusieron de acuerdo en el precio (los 14,865 del cierre del viernes anterior) y, visto y no visto, el fundador de Microsoft se convirtió en el segundo accionista de FCC, con un 6% del capital.

Pero todaví­a quedaba otra sorpresa: el deseo del genio de Seattle de hacer público que era íél quien compraba, en vez limitarse a decir el nombre de los fondos a travíés de los cuales articulaba la operación. “Eso habrí­a tenido mucho menos glamour”, apunta Bíéjar, quien tambiíén recuerda que, cuando supo que el comprador querí­a que se dijera que eran fondos vinculados a Bill Gates, empezó a imaginarse la expectación que iba a generarse. Y no se equivocó.

 Radio, televisiones, webs, periódicos… En los telediarios, en las tertulias, en la prensa rosa y en la salmón… en todas partes apareció que Bill Gates y Esther Koplowitz uní­an intereses en el capital de FCC. ¿Por quíé? “Porque a los americanos les gusta mucho la historia de dar la vuelta a una compañí­a, ya que, por definición, este tipo de operaciones suponen crear valor a largo plazo”, reflexiona Bíéjar.

Apuesta por la creación de valor

En el caso del grupo de infraestructuras, no cabe duda de que este es un motivo de fondo para invertir. Primero, porque el hecho de que tenga suspendido el dividendo –algo que no parece que vaya a cambiar este año ni el próximo– deja claro que Gates invierte en el valor por su recorrido, no por la remuneración al accionista. Segundo, porque su interíés por hacerse con un porcentaje tan elevado del capital indica vocación de permanencia, ya que este tipo de paquetes no son fáciles de vender. Y tercero, porque la historia reciente del grupo es una historia de superación, de ese conseguir darle la vuelta a una empresa.

En lo que llevamos de año, los tí­tulos de FCC se han revalorizado casi un 80%; y desde los mí­nimos de abril, acumula una ganancia superior al 150% que le permite cotizar en los 16,86 euros en que cerró ayer, tras anotarse una ganancia del 0,99%. Detrás de esta fuerte subida está el duro plan estratíégico que presentó Bíéjar en marzo, con el objetivo de dar esa vuelta a la compañí­a entre este año y el próximo.

Por el momento, los resultados le están acompañando y la constructora prevíé concluir este ejercicio con el 80% del programa ejecutado, lo que supone ir por delante de calendario. De hecho, si las negociaciones actuales llegan a buen puerto, FCC superará sus objetivos al tener una deuda inferior a 5.000 millones (frente a los 5.200 millones del plan), al reducir su gastos estructurales de 200 millones (cuando se preveí­an 50 millones) y al superar los 2.200 en desinversiones.

Además, todas las ventas previstas se realizarán antes de terminar este ejercicio, con la única excepción de GlobalVí­a, cuyo traspaso cristalizará en el primer trimestre de 2014, aunque en breve podrí­a verse la entrada de algún fondo de pensiones, que se sumará al canadiense OPT y al holandíés PGGM, que adquirieron bonos convertibles de la concesionaria.

Empezar a levantar el vuelo

Mañana, FCC presenta los resultados del tercer trimestre, que seguirán viíéndose lastrados por el agujero de casi 700 millones de euros que ha hecho en sus cuentas la debacle de Alpine, su filial austrí­aca, y la fallida apuesta por la energí­a. Pero, a partir del segundo semestre del próximo ejercicio, la foto que presente el grupo al mercado puede estar ya normalizada, es decir, podrí­a recoger entonces la operativa del negocio y no los frutos del plan de ajuste.

Este incluye tambiíén el recorte de 1.677 puestos de trabajo, la parte más dura de todo el plan de salvamento de FCC, compañí­a que tradicionalmente ha sido cuestionada por la necesidad de renovar su cuerpo directivo. Un movimiento que, más allá del ajuste actual, seguirá como un ejercicio de rotación y renovación constante de la constructora, consciente de que necesita perfiles más internacionales para competir en el globalizado mundo actual.

"Todo esto habrí­a sido mucho más fácil si se hubiera separado en distintos ejercicios desde 2008 hasta acá; habrí­a sido un plan menos drástico que este", se lamenta Bíéjar, quien ha tenido que coger el toro por los cuernos para conseguir que los bancos los refinancien hasta 2017, un duro reto que, previsiblemente, estará listo en diciembre.

Esta decisión de ir avanzando en los compromisos y en el plan estratíégico es, para Bíéjar, la explicación que se esconde detrás de la subida del valor en bolsa y el punto diferencial que termina convenciendo a los fondos internacionales que, semanalmente, visitan al ejecutivo y a su equipo directivo. “Donde está la diferencia en las organizaciones es en que unas dicen las cosas, y no las hacen, y otras, las hacen”.

Un discurso que ha convencido al mismí­simo Bill Gates.